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Los hermanos Fernández Ibáñez, ganaderos de Carrascal de Cocejón (Luena), aprietan los dientes cuando recuerdan todo lo que ocurrió entre el 20 y 22 de julio, cuando –tras subir al monte para hacer el recuento diario de animales– echaron en falta una de sus tudancas ... en la zona de Resconorio (puerto de Matanela). Al animal le quedaba un mes para parir a su jato y sospechaban que esa noche (del 19 al 20) había habido presencia de lobos –porque hallaron huellas–. De ahí que pensasen que podrían haberse asustado. Tras una búsqueda intensa encontraron la vaca metida «en un hoyo» en una zona de complicado acceso. Intentaron ayudarla, pero no pudieron más que moverla un poco y asegurarla poniéndole una cabezada y atándola a un árbol para que no resbalase. Estaba viva, pero «dolorida e inmóvil». A partir de ahí, según su relato, comenzó su odisea con el servicio del 112 Cantabria al que avisaron para su rescate. Y siempre –dicen– dispuestos a pagar la tarifa que les solicitaron, «hasta 1.900 euros».
Empecemos por el final de la historia. El animal fue rescatado día y medio después de la llamada desesperada de los ganaderos, pero fue el servicio de emergencias asturiano (no el cántabro) quien envió el helicóptero e hizo el salvamento «gratis». Sin embargo, la vaca y la cría «que se movía desesperada en el vientre» solo permanecieron vivas dos horas tras su liberación. «Fueron horas perdidas determinantes para su vida, estuvo mucho en una postura de mala manera», explican ya con la rabia masticada y a toro pasado los ganaderos.
Y es que ellos, con la ayuda de algunos vecinos, llevaban más de un día y una noche tratando de que el 112 cántabro les atendiese. «Queríamos hacer lo imposible para sacarla. Intentamos moverla desde primera hora de la mañana pero se encontraba en una zona de difícil acceso para entrar con cualquier vehículo y no era suficiente», reflejan. Por ello, ya «muy pronto» realizaron la primera llamada a las emergencias cántabras. «Nos preguntaron las coordenadas exactas, nos dijeron que lo tenían que consultar y que llamarían».
Sin embargo, dicen, no devolvieron la llamada y esa sería la tónica del día, la de que los ganaderos tuvieron que insistir una y otra vez para que les atendiesen. Primero les explicaron que estaban en la «divisoria con Burgos, por lo que, sin permiso, no accedían, y nos dijeron que llamásemos a Castilla y León», recuerdan. «Pero cuando llamábamos al 112 nos salía que estábamos en Cantabria», afirman los afectados con cierta indignación por el trato recibido y la falta de concreción de los operadores del 112 regional para ver qué opciones tenían. Tras llamar a Castilla y León y explicarles allí que «no tenían medios» para acudir, «nos volvían a insistir en que hablásemos con Cantabria». De hecho, llamaron por indicación de los castellanos a los bomberos, «que nos dijeron que no podían hacer nada y mandaron a la Guardia Civil de Soncillo para ver donde estaba el animal». Cuentan, incluso, que desde el 112 Cantabria «también marearon al teléfono» a los propios agentes de la benemérita desplazados. «Estuvimos como mínimo dos horas al teléfono», describen.
Tras ello, afirman que desde el 112 Cantabria no se recibió la siguiente llamada hasta las 20.00 horas de ese mismo día. «Y fue para decirnos que no iban a sacar al animal 'ni hoy, ni mañana, ni pasado' (sic), con un tono ofensivo, y que además estaban en el rescate de un señor que para entonces ya estaba en su casa».
Ese día, pasada la media noche –siempre según la versión de los afectados– es otra vez Castilla y León quien se pone en contacto con ellos para trasladarles que van a ser los del 112 de Asturias quienes les ayuden por la mañana a rescatar a la vaca. Y así pasó. A lo largo de la mañana llegó el veterinario, sedó al animal y acudió el helicóptero asturiano a auxiliarles. «Agradecemos al servicio del 112 de Castilla y León por ayudarnos y, sobre todo, a los de Asturias por su eficacia, ya que por parte de Cantabria, lejos de indicarnos qué hacer, todo fue poner trabas a cada llamada, a pesar de que estábamos dispuestos a pagar la cuantiosa cifra de 1.900 euros, como nos indicaron».
El final no fue feliz para la tudanca y su cría, ya que falleció dos horas después de ser rescatada debido al «propio agotamiento. junto con la debilidad, ya que eso evitó que pudiera espabilar al 100% de la anestesia», argumentan. Añaden también que, si se les hubiese ayudado a tiempo, el desenlace hubiera sido otro y no hubieran perdido dos animales a la vez. «Si nos hubieran ayudado se hubiese quedado todo en un susto». Y es que, durante esas horas cruciales, «el animal no quería comer, ni beber, solo se movía de dolor e incluso se le caían las lágrimas, parecía una persona», describen con impotencia.
«El animal tiene sus derechos, como las personas. Parece que a los ganaderos nadie nos toma en serio y solo nos quieren amedrentar con el tema económico, mientras que nosotros solo queremos el bien para nuestros animales», concluyen los de Luena.
Este periódico ha consultado a la dirección del 112 para conocer su versión de los hechos y ha quedado a la espera de respuesta.
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