
Una bandada de «más de 30 buitres» ataca a un rebaño de ovejas en Castañeda
Santa Cruz de Castañeda ·
El propietario del ganado pide que «se pongan soluciones» y asegura que el animal que resultó muerto estaba «en perfecto estado de salud»Secciones
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Santa Cruz de Castañeda ·
El propietario del ganado pide que «se pongan soluciones» y asegura que el animal que resultó muerto estaba «en perfecto estado de salud»Hasta el pasado fin de semana, Aqulino Crespo, vecino de La Penilla de Cayón, tenía pastando en Castañeda un pequeño rebaño de 17 ovejas. ... Sin embargo, el sábado por la mañana la cifra se redujo a 16. Los causantes de la resta fueron «más de 30» buitres que, a eso de las 10.45 horas, decidieron desayunarse uno de sus animales vivos.
«Debían de tener mucha hambre», afirma Crespo, dada la rapidez del ataque y que el mamífero se encontraba «en perfecto estado de salud». De hecho, había dado a luz «15 días antes». Es la primera vez que a este ganadero le ocurre algo similar, y solo pide que «se pongan soluciones y se alimente de alguna manera a los animales salvajes para que no vuelva a ocurrir algo así», lamenta.
Todo comenzó a las 10.00 horas, cuando Crespo recibió la llamada de una vecina del terreno que tiene en Castañeda. La mujer le alertaba de que uno de sus animales se encontraba «tumbado en mala postura y no se podía levantar». El hombre tardó algo más de media hora en llegar a auxiliar a la oveja, a la que se encontró «tirada en el suelo con las patas apuntando hacia arriba de una pendiente», lo que en su opinión le dificultaba ponerse en pie.
Según relata, en ese momento todavía no había «ni rastro» de los carroñeros, y antes de ponerse manos a la obra, Crespo se dirigió a vestirse con la ropa de trabajo. «Tardé en cambiarme cuatro minutos», destaca. Al volver, encontró a la oveja rodeada por cuatro buitres y a la vecina que antes le había alertado por teléfono corriendo palo en mano con la intención de ahuyentarlos. Ya era tarde, porque la bandada enseguida «sacó un ojo y las tripas a la oveja». Además, en cuestión de «10 minutos», el grupo de aves fue aumentando hasta superar «los 30» buitres.
No pudieron socorrerla. «Ver estos pájaros a siete metros impresiona», reconoce el hombre al explicar que dejó que «terminaran de comérsela porque ya no había nada que hacer». Sólo alcanzó a poner a salvo a una de las crías que se encontraba cerca de la oveja muerta, que dos semanas antes había sido madre de un par de corderos. «Era un ejemplar joven, sólo tenía dos años y había parido por primera vez hace poco», insiste Crespo.
Una vez saciada su hambre, las aves tardaron un poco en emprender el vuelo y, cuando se marcharon, no quedaban más que los restos del mamífero. «Dejaron la piel y los huesos de tal manera que si la llevo a un carnicero profesional no lo hace ni de lejos tan bien», destaca el afectado. En su caso, no se dedica a la ganadería, pero dispone de un rebaño únicamente por «entretenimiento» y para mantener un pequeño terreno y que «no se acabe convirtiendo en monte».
No se trata del primer ataque de estas características en Cantabria. A finales del pasado abril, las aves necrófagas mataron a una vaca que estaba a punto de parir en Revilla de Camargo. Ese mismo mes, dos vecinos de Beranga consiguieron, vara en mano, salvar a un ejemplar de frisona que había sido cercado por una bandada. Una de las soluciones adoptadas, en 2017, desde el Gobierno regional, fue redactar una norma que permite a ganaderos y juntas vecinales depositar en zonas establecidas y, tras la correspondiente comunicación, los restos de los animales muertos para alimentar a los carroñeros.
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