La cara o la cruz de una reserva de la biosfera

La implantación de esta figura de la Unesco tiene el objetivo de «armonizar la conservación de la diversidad biológica y cultural y el desarrollo económico y social a través de la relación de las personas con la naturaleza». Al menos así lo define la Red de Reservas de la Biosfera que marca también su estructura y funciones como la «conservación» natural de esos territorios, el desarrollo de las poblaciones locales, además de una función de investigación.

En éste enunciado y en la propia estructura territorial de las reservas que zonifica la misma en tres grados de protección circulares -de centro a periferia (núcleo, tampón y transición)- es donde surge la disparidad de opiniones. Mientras que unos ven en la figura una oportunidad para prosperar y obtener un sello de calidad para sus productos además de una herramienta para fijar a la población, otros -colectivos agrarios y ganaderos- miran a la marca mundial con recelo por los «compromisos de conservación» que supone en sí meterse en una reserva, ya que creen que es un lastre a su actividad tradicional.

El Gobierno cántabro mantiene que «no» habrá más restricciones ambientales que perjudiquen la actividad ganadera, mientras que los municipios afectados Vega de Pas y San Pedro se lo piden por escrito. No se fían. Según varios expertos jurídicos y miembros del Comité del MAB consultados por éste periódico si la pregunta es ¿Si hay restricciones en una RB? La respuesta «técnica» es que «las reservas por si solas no suponen esa restricción» normativa pero sí «un compromiso» del territorio a la conservación. «Los mayores problemas en cuanto a restricciones de uso se pueden plantear en las zonas núcleo, que suelen ser las más reducidas y las consignadas en la preservación», inciden los expertos consultados que,también aclaran que esas zonas «se dibujan» en lugares que «tienen ya la condición de espacios naturales protegidos antes de que se haga la reserva», por lo ya hay restricciones a priori.

En la misma línea se pronuncia Beni Rodríguez, gerente de la reserva Alto Bernesga, en la cuenca minera de León. «Ser reserva es una figura de ámbito internacional que no tiene connotaciones jurídicas, a no ser que se creen como en Urdaibai (País Vasco)», incide, tras destacar que sí tiene que existir un «compromiso social para seguir unos criterios de sostenibilidad».

En las reservas que se han puesto en marcha hay debates abiertos similares al que ahora atraviesan los Valles Pasiegos y que han acabado finalmente en declaración positiva. Es el caso de La Siberia (Extremadura) donde el presidente de APAG- Asaja, Juan Metidieri, abanderó la lucha en contra la declaración de esta RB que se acaba de estrenar. Allí, durante el proceso para aprobar la candidatura se salieron siete de los dieciocho municipios. De esos territorios en discordia, en dos de ellos los alcaldes sometieron la candidatura a referéndum y ganó en porcentajes del ochenta al noventa y cinco por ciento el «no a la reserva». El líder ganadero extremeño tiene claro que esta figura de la Unesco «sí» es restrictiva. «Todo lo que sea crear una figura medioambiental es evidente que nos ha conllevado restricciones y limitaciones al sector agroganadero», describe.

En sus caso se queja de la «desinformación» que precedió a la presentación social de la candidatura porque «nadie habla claro» del día después de aprobar una reserva y lo que supone. Según dice, el 'quiz' de la cuestión está en el plan rector posterior que se haga de la misma porque es el que va a marcar la normativa a aplicar. «En nuestro caso se ha hecho un plan rector y digamos que, en el mismo, se llega a regular hasta la densidad ganadera en caso de que el año no sea beneficioso climáticamente hablando y todo esto lo vas averiguando a posteriori», añade.

La Siberia se acaba de estrenar como RB, pero él se mira en el espejo de otras más consolidadas como la de «Laciana o Picos de Europa».«Allí hay manifestaciones de los mismos alcaldes en los que hablan incluso de diez años de desencanto porque tienen muchas limitaciones» resume.

Una afirmación, la de Metidieri que contrasta con la opinión del alcaldes de la zona aludida como la del cántabro municipio de Tresviso (RB Picos de Europa) o la de su homólogo en Somiedo (Asturias). «En nuestro caso no hemos tenido ninguna restricción porque estamos ya dentro de un Parque Nacional». En lo positivo «ha sido una marca de calidad que nos da visibilidad a nivel mundial», afirma Francisco Javier Campo, alcalde de Tresviso.

Desde Somiedo, un municipio asturiano con ganadería de alta montaña (territorio del oso pardo) la experiencia también ha sido positiva. También son Parque Natural desde 1988 y RB desde el año 2000. «Tenemos 150 ganaderos y 8.000 cabezas de ganado», deja claro su alcalde Belarmino Fernández. «Nuestro objetivo era diversificar la actividad económica y ya tenemos unos 90 negocios turísticos en un territorio de 1.200 habitantes», resume. Para ellos la experiencia ha sido positiva también para los ganaderos porque «somos permisivos con la actividad tradicional y restrictivos en el uso turístico», incide. En Somiedo el 40% del territorio no es visitable porque lo habitan especies protegidas como el oso. No obstante, defiende que gracias a que son reserva han ganado en la diversificación de la actividad y el desarrollo económico también los ganaderos. «Se han hecho infraestructuras ganaderas y el Ministerio nos ha financiado obras que si no fueramos reserva no la habríamos obtenido», defiende. A su juicio, la clave de todo esto está en manos de la gestión de la reservaque se diseñe «Cada territorio tiene que hacer su propia estrategia y lo importante son los planes de uso y gestión dentro del mismo», incide.