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Emilia Arroyo Alonso nació en Vega de Pas hace ahora 100 años, cuando reinaba Alfonso XIII el país y en plena dictadura de Miguel Primo ... de Rivera. La 'abuela' pasiega tiene ya un siglo de vida y goza de muy buena memoria. En este dilatado espacio de tiempo ha sido madre, abuela, ganadera y cronista visual de muchas etapas de la vida en la comarca. A partir de la posguerra, Emilia cargó con su cámara a todas partes y retrató parte de la historia de la tierra que ama dejando estampas tan valiosas como la construcción del fallido túnel de la Engaña.
«Cuando venía en verano a La Vega hacía muchas fotos, era muy aficionada a la fotografía. La mayoría de las fotos que hay en La Vega después de la guerra las hice yo», afirma con orgullo.
La vida de esta centenaria ha transcurrido en dos destinos: Zaragoza y Vega de Pas. Y es que, con apenas seis años, se trasladó a la capital aragonesa con su madre, que, junto a su segundo marido, había abierto una vaquería que no podía llamarse de otra manera: La Pasiega. A su padre, Emilia no lo conoció porque murió en un accidente de camión subiendo las Estacas de Trueba. A pesar de esta fatalidad y el traslado a Aragón, la centenaria tuvo una infancia y juventud «feliz». Los inviernos los pasaba en Zaragoza y los veranos en su amada tierra pasiega. «Todas las primas vivían en Zaragoza y Logroño, y nos juntábamos en verano en La Vega, en el barrio del Cruce, que es donde nacimos la mayoría», recuerda con nostalgia. «Entonces éramos muy felices, corríamos por el pueblo y no había coches como ahora. Lo malo fue la guerra civil, que se pasó muy mal y en Zaragoza pasamos mucho miedo. Íbamos a menudo al refugio por los bombardeos», rememora.
Emilia se casó en Zaragoza con un pasiego de su pueblo, «buen mozo y muy guapo», Manuel Gómez Ruiz, con quien tuvo a sus tres hijos: Fernando, Javier y Víctor (este último fue alcalde de la capital pasiega) y se vino a vivir después a Vega de Pas. Es una gran devota de la Virgen de la Vega, «que es la patrona de los pasiegos, por más tonterías que se digan por ahí», recalca tajante. Tan devota que Emilia le regaló su traje de novia. «Habían traído la figura de la Virgen con una tela de gasa barata y muy fea. Ahora está mejor con él y la capa verde que le hizo Vevita», sentencia.
De la época de la construcción del túnel de la Engaña, la centenaria tiene muy buenos recuerdos. «Había muchos obreros trabajando y no había una casa vacía en toda La Vega. Todas estaban llenas y en muchas con varias familias. Se veía mucha felicidad allí y eso que trabajaban duro», afirma.
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