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Color en las faldas, en los pañuelos, en los chalecos y hasta en las cintas que, atadas a los instrumentos, se mueven al compás de la música. Eso ofrece, junto a mucha tradición, la romería que cada 15 de agosto se sucede en el Santuario ... de Valvanuz junto a una demostración de salto pasiego y deportes rurales. Un día el de este martes en el que a eso de las 17.00 horas, en la abarrotada pradera del templo mires donde mires te topas con un estímulo que reclama tu atención. Al menos así es para los mayores. No pocos niños de hoy en día, pese a estar dentro de esa llamativa escena, encuentran más interesante la pantalla del móvil de sus padres. «¡Mío!», berreaba una de las pequeñas, poco antes de acabar la procesión, como protesta a que su madre le quitara el teléfono para hacerle una fotografía, impidiendo a la cría seguir disfrutando de un capítulo de la serie de animación 'Pokemon'. «¡Pikachu!», insistía molesta la pequeña que, teniendo en cuenta que no ha alcanzado los tres años, es demasiado joven para entender que estaba siendo partícipe de todo un ritual para los pasiegos.
Es cuestión de tiempo que ese mensaje cale en las nuevas generaciones. Los padres de la niña enganchada a las pantallas táctiles y los dibujos animados ya están remando a favor de obra. No sólo por llevarla a la cita anual con la Virgen de Valvanuz, sino porque lo hicieron ataviándola al detalle de pies a cabeza para la ocasión. Con su traje de montañesa compuesto de falda color mostaza y pañuelo rojo. Vestida así es difícil que no termine empapando algo esa tradición y devoción.
De lo contrario que se lo digan a Aurora Trueba, vecina de Villafufre, que toda la vida tuvo la «ilusión» de hacerse un traje para esta fecha. Y al final lo consiguió, hace 15 años. Y este martes, una vez más, volvió a pasear por la pradera con su vestimenta de ama de cría pasiega, cuévano a la espalda incluido. Muy bien acompañada iba por su hijo, vestido también de pasiego segador. «Aquí tenemos mucha fe en la virgen, todo nos lo resuelve y por eso no faltamos nunca», explicaba Aurora, que incluso acudió los años de la pandemia pese a que no hubo apenas celebración. «Tuvimos que escuchar la misa desde el coche, pero aquí estuvimos», relata.
Hasta a la presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, le impregnó este martes el espíritu, la tradición y el color de esta festividad. En su caso púrpura, que era el tono de las telas del traje de pasiega con el que se presentó. Un gesto que la jefa del Ejecutivo regional quiso tener tanto con las mujeres de la zona como con la comarca, «a la que siento muy cerca» y «representa nuestros mejores valores», dijo. Asistió a una de las numerosas misas que se celebran por la mañana, a la que también acudió el expresidente Miguel Ángel Revilla con la exconsejera Paula Fernández; el consejero de Fomento, Roberto Media; y el alcalde de Selaya, Cándido Manuel Cobo, junto a otros representantes municipales de los ayuntamientos de la zona.
No fueron los únicos. Porque aunque el presidente de la Cofradía Nuestra Señora de Valvanuz, Alejando Rivas, reconoce que «a los actos de la mañana no asistió tanto público como de costumbre», en la cita vespertina el poder de convocatoria fue aumentando hasta lograr ser «uno de los años más concurridos». Los devotos se acercaron por cientos a la romería de la tarde, que se movió como de costumbre al ritmo del grupo de Danzas Virgen de las Nieves de Tanos y que es el momento tradicionalmente de mayor afluencia. Según Rivas, «los pasiegos siguen acudiendo en masa a la cita, y cada vez se anima más gente» dispuesta a dejarse impregnar por el color de su festividad en honor a Valvanuz.
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