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El protagonista indiscutible de ayer en Sarón no fue otro que el edificio en ruina que se sitúa en el céntrico cruce de la localidad. Todo porque por la mañana empezó su muy demandado y postergado derribo, tras años de quejas por la colonia de ... palomas que ahí habitaban y porque su precario estado comprometía la seguridad del viandante, sin ir más lejos el pasado abril se registró un desprendimiento en su fachada. Así las cosas, ayer ninguno de los vecinos que pasaba por la zona pudo evitar detenerse a echar una mirada a la grúa y el vaivén de obreros, que ya han comenzado a echar a abajo este antiguo edificio que antaño acogió uno de los comercios más populares del valle.
Los muchos pájaros que habitan el edificio abandonado del cruce de Sarón ayer no sabían qué hacer cuando los operarios comenzaron con las labores de demolición. Las palomas, que han sido las inquilinas de todo el bloque los últimos años haciendo de él un enorme nido y generando un problema de salubridad en pleno corazón de Sarón, emprendían el vuelo, daban una vuelta en el aire y cuando tenían oportunidad volvían a posarse en los alféizares de las ventanas, renuentes a abandonar el que ha sido su hogar conquistado. No obstante, su permanencia ahí, quieran o no, está tocando a su fin, porque el edificio tiene ya los días contados, solventándose con ello el flagrante impacto visual que generaba.
Mientras se iniciaban las labores de demolición, Aurelio Gutiérrez, vecino de Cayón de toda la vida, se tomaba una cerveza junto a un amigo en la terraza del bar que queda enfrente, al otro lado de la carretera, sin apartar la vista del edifico. «Ya era hora, porque se iba a terminar cayendo», dice el oriundo, consciente del peligro que representaba la ruina. De hecho, el derribo llevaba años dando vueltas, sin terminar de formalizarse. Finalmente, fue este abril, tras un desprendimiento, cuando el equipo de gobierno (PP) afirmó que su demolición era «inminente». Aún con esas, todavía ha tardado algo más en materializarse porque según explicó hace unos días a preguntas de esta periódico la alcaldesa, Pilar del Río, «las labores para retirar de las fachadas los tendidos eléctricos y telefonía han sido tediosos».
Con el bloque se irá un trocito de la memoria de lugar, porque no sólo es «uno de los primeros en ser construidos en Sarón», explica la escritora cayonesa Gilda Ruiloba, también los bajos daban cobijo a una gran tienda de alimentación, telas, ropa, menaje y demás utensilios. «Se levantó a principios del siglo XX y el negocio lo montaron los hermanos Rueda, procedentes de Santoña, que comenzaron a vender los viernes en el mercado de Sarón y ya decidieron establecerse ahí», recoge el blog de la autora. El establecimiento era un gran centro comercial de la época, así lo rememora Aurelio mientras da otro sorbo en la terraza. «De ahí salías tanto con un chorizo como con unos zapatos», apunta entre risas el hombre, cuya hermana fue dependienta del negocio entre el 59 y el 87. Ahora, ya es parte del recuerdo.
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