Secciones
Servicios
Destacamos
José Javier Gómez Arroyo
Vega de Pas
Martes, 24 de mayo 2022, 16:12
Los salones literarios, aunque hoy casi desaparecidos, siguen siendo un cauce de expresión para los amantes de la cultura que ofrecen una apuesta por la conversación, las lecturas públicas o los conciertos musicales. Derivados de la alta sociedad francesa de los siglos XVII y XVIII, ... sus convidantes, aunque también tuvieron como promotores a hombres, solían ser habitualmente mujeres intelectuales que abrían sus domicilios a notorias personas y sin predominio de ningún sexo o condición ideológica, sencillamente porque su meta era enriquecerse en la ilustración y la humanidad. Dentro de la sociedad pasiega más erudita, sabemos que hubo al menos una residencia que en cierta manera ejerció de oficioso ateneo en el despertar intelectual del siglo XX y que, capitaneado en este caso por un impulsor masculino de mente provechosa, como fue el ingeniero pasiego Guzmán de la Vega Revuelta, contó igualmente con relevantes figuras del saber asiduas a estos círculos y, entre ellas, la condesa de Yebes, quien poseía el salón literario más codiciado de Madrid y en el que García Lorca leyó por primera vez y antes de llevarse a escena la obra maestra que representó 'La casa de Bernarda Alba'.
Forjada en el exquisito ambiente de la nobleza, como hija que fue del conde de La Viñaza y embajador Cipriano Muñoz y Manzano, doña Carmen Muñoz Roca-Tallada contrajo matrimonio en 1922 con Eduardo Figueroa y Alonso-Martínez, conde de Yebes e hijo del insigne conde de Romanones. Su curiosidad intelectual y dotes para la historia lograron que su propia figura traspasase las fronteras femeninas de la intelectualidad que habían llevado a cabo sus predecesoras, desarrollando una intensa actividad cultural durante la monarquía de Alfonso XIII, la II República e incluso durante el período franquista, porque si algo caracterizó a esta docta aristócrata fue, aunque siempre se la haya vinculado a posiciones republicanas, su actitud tolerante: «Liberal en sentido amplio, pero sin un fondo político definido, la condesa de Yebes saludó la llegada de la Segunda República con más expectación que entusiasmo. En cualquier caso, su afecto hacia quienes habían encarnado la institución monárquica, con algunos de los cuales alternó de joven en su casa familiar de Les Trois Fontaines en Biarritz, no le impidió ver la oportunidad histórica de un tiempo de progreso». (Inmaculada de la Fuente González, Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia).
Autora de varios estudios y biografías de personajes históricos y capaz de reunir en su madrileño salón literario a figuras tan opuestas como el fundador de La Falange José Antonio Primo de Rivera y la filósofa María Zambrano, también en sus eventuales escapadas a Vega de Pas coincidió en el llamado salón del piano de la casa de don Guzmán, convertido en aula literaria en su presencia, con celebridades conservadoras como Concha Espina o liberales como María Teresa León, con monárquicos como el propio anfitrión o republicanos como el doctor Madrazo. Su hija y heredera en el título, Carmen Figueroa Muñoz, nos evocaba con nostalgia en agosto de 1988, apenas tres meses después del fallecimiento de su progenitora, aquellas visitas de esta ilustre noble en una entrevista para el quinto número de la revista Pasyegos y que, aunque no llegó a salir a la calle, rescatamos de su archivo para esta memoria: «Mi madre adoraba Vega de Pas, a donde acudió algunos veranos a casa de Lola (se refería a Lola de la Vega Artiach, hija de don Guzmán) porque venía mucho a Santander desde joven a jugar al tenis y con mi abuelo, que tenía mucha amistad con don Marcelino Menéndez Pelayo. Siempre decía que la Vega era como un lecho de manto verde para el descanso … () … También tenía amistad con el Dr. Madrazo, con quien se reunía aquí, aunque ya le conocía de cuando ambos vivieron en Madrid».
Aquel vínculo de la noble escritora con la familia de don Guzmán y esta villa pasiega continuaría algunos años con las visitas esporádicas de sus nietos, aunque con la añoranza de un recuerdo ya sucedido, pues tanto Eduardo Tur de Montis y Figueroa como su hermano Francisco, ambos sucesores en el título del condado de Yebes, fallecieron a edad no merecida. Francisco, conocido como Paco Tur, fue socio fundador del Real Club de Monteros y ferviente protector de la toledana finca familiar de El Robledo de Montalbán, en la que elogiaba las gestas cinegéticas de sus antepasados. Eduardo, por su parte, nos dejó igualmente en esta villa su generosa amistad y exquisita educación y que a buen seguro era herencia de su abuela, aquella aristocrática y gran dama de la sociedad cultural española que fue la condesa de Yebes y que legó a los pasiegos, en este lecho de manto verde, la remembranza de su prudente y elegante erudición.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.