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'No rendirse nunca es ganar siempre'. Es la frase que se adivina (le faltan letras) en la pared del fondo del polideportivo de Selaya, en El Castañal. Es un punto estratégico. Amplio, a un kilómetro escaso de Villacarriedo y pegado a Barcenillas. En la ... misma orilla del Pisueña. A mano para toda la zona. Y de eso, justo, se trataba. De que la población acudiera en buen número a un cribado general para saber, de verdad, hasta dónde han llegado los contagios de covid. Si el brote va mucho más allá de los 23 positivos de las cifras oficiales de estos días –la idea entre la gente es que han sido más– o si se queda en eso. Este jueves, cuando abrieron las puertas había ya cuarenta personas esperando. «Nos conocemos todos y todos tenemos contacto con todos. Cuanto primero lo sepamos, primero lo frenamos». Eso comentaba Mercedes Rueda, vecina de Aloños. Tres positivos allí el miércoles, según confirmó el alcalde de Villacarriedo.
–¿Vienes a hacerte la prueba?
–Claro. Mira todo lo que hay y sólo somos mil.
–Yo bajo a Carriedo y luego vuelvo para hacerla.
Esa conversación entre dos vecinos, real y a primera hora (cuando en el valle estaba todavía muy metida la niebla), es un buen resumen del ambiente que se respiraba por la zona. «Supongo que de Villacarriedo, con lo que tenemos, sí que suban a hacérsela». Eulalia Diego estaba la primera de la fila. Mirando desde la puerta del pabellón cómo montaban dentro el dispositivo a eso de las nueve y cuarto. «Llevo –explicaba– confinada desde febrero. Salgo lo que es a la tienda y para casa. Una hora por la mañana, después ya no salgo más». Ella hablaba de «preocupación». Tomás Gómez –el siguiente en la cola– directamente de cierto «miedo». No él, un miedo más ambiental que otra cosa. «Nada de nervios. Vengo tranquilo. A hacérmelo por si acaso. Tengo familia, una hija que es enfermera y por si somos asintomáticos o algo así. Tengo un vecino que se cuida más que nadie y lo ha cogido. Esto es al que le toca». En Villacarriedo, en Aloños, en Selaya, en Vega de Pas. De allí es Víctor Manuel Gómez. «He tenido contacto con gente que ha dado y estás más seguro si vienes a hacerte la prueba. Yo vivo en Vega de Pas, pero vengo mucho por Villacarriedo y prefiero salir de dudas. No hacerla es engañarse». Esa era la idea.
Cola al principio y un goteo después. «Es echarlo a andar, una vez que anda...», resumen a la carrera del Policía Local que no paraba de ir y venir. Primero la entrada de los niños al colegio y, luego, echar un cable para organizarlo todo en el polideportivo. A las 10.10 horas llevaban ya 45 pruebas (la media, si hay gente todo el tiempo, son unas sesenta a la hora con dos equipos funcionando). «Esto es un llamamiento para que vengan. Puede venir todo el valle o no», comentaba uno de los dos sanitarios que recogía muestras (y que el miércoles estaba haciendo lo mismo por la mañana en el 'coroauto' de Liencres y, por la tarde, en el del Palacio de Deportes). Cuatro mesas para comprobar los datos –los del censo y los de la muestra– y dos pasillos hechos con paredes de tela con una silla en cada uno que se limpiaba entre prueba y prueba. En total, una docena de personas en el dispositivo.
«Por ahora la respuesta es buena», resumía a media mañana el coordinador del grupo. Una impresión que se confirmó por la tarde, cuando el recuento arrojó una cifra de 618 test, lo que demuestra que la población sí que respondió a la cita sanitaria.
En la cola, de todo. Trabajadores con buzo que hicieron un alto en el camino en la tarea, abuelos palo en mano, adolescentes o niños de uniforme. También el personal sanitario que trabaja habitualmente en la zona, con sus batas blancas y su ropa del SCS. Todos escucharon lo de «no duele, pero molesta un poquitín» o lo de «si es positivo, le van a llamar». Hasta escenas para hacer sonreír –en medio de la preocupación–. La mamá con dos niñas pequeñas. Primero se la hicieron a las crías y luego, cada una cogió una mano de su madre cuando llegó su turno. «Son más valientes ellas, a ti te he visto soltar la lagrimilla», vacilaban a la mujer al acabar.
Así fue transcurriendo la jornada. Con esa estampa tan típica de las camisetas y las toallas del equipo de fútbol local tendidas en la grada del campo –que está allí mismo– y esa otra tan inusual de mascarillas, hisopos y pruebas en un lugar tan tranquilo como es Selaya o Villacarriedo. Porque la tranquilidad se palpaba en las calles. No es que no hubiera nadie, pero tampoco hacía falta ser un lince para darse cuenta que había menos movimiento que cualquier otro día.
«Sí que se nota. Se vería más gente a esta hora por la calle», opinaban desde el supermercado El Cruce, en un punto central de Villacarriedo. Igual que la carnicería Eño. «Es normal. La gente ahora lo que hace es que viene a comprar y se va. Sale en la prensa, en la televisión... Hay esa tensión y la gente coge miedo», explicaba allí Gervasio Fernández –que recordaba, no obstante, que siguen trabajando y cumpliendo con todas las medidas–.
Todo eso mientras desde el Gobierno se anunciaba que durante la jornada del jueves se había detectado un positivo más. Dijeron eso y que una persona vinculada a este brote estaba hospitalizada en Valdecilla. Este viernes, se seguirán recogiendo muestras nasofaríngeas a los vecinos de la zona en el mismo horario (de 09.30 a 18.30 horas) y en el mismo sitio (el polideportivo de Selaya). Allí, a la misma orilla del río Pisueña.
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