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MARÍA CAUSO
VILLACARRIEDO.
Lunes, 18 de septiembre 2017, 07:37
Desde hace diez años, los habitantes del entorno de las Villas Pasiegas duermen más tranquilos. Saben que tienen personas que velan por ellos 24 horas al día, todos los días del año. Sus 'ángeles de la guarda' no tienen alas, pero sí que vuelan cada vez que, desde la sala del 112, se les avisa de que algo ocurre.
Hace una década, el Gobierno de Cantabria abrió un nuevo parque de bomberos, el quinto del Servicio de Emergencias autonómico, y lo hacía en Santibáñez (Villacarriedo), para dar cobertura inmediata a 16 municipios, en los que residen actualmente unas 30.500 personas. Una población que, desde ese momento, ha visto cómo se han reducido los tiempos de respuesta cada vez que necesitaban ayuda, cómo una política de atención cercana les puso a bomberos en el lugar requerido en unos ratios que permiten salvar vidas y bienes, y cómo unos 'ángeles' llegaban hasta ellos mucho más rápido.
La quinta sede del Servicio de Emergencias de Cantabria sería, también, un nuevo recurso para dar apoyo al resto de parques de bomberos ya existentes, en aquellos incidentes que, por su gravedad, necesitan de más efectivos de los asignados a su área de actuación. Un año después, en 2008, el 112 inauguró su sexto parque en Los Corrales de Buelna, proporcionando a Cantabria una amplia cobertura, con diez servicios (seis autonómicos y cuatro municipales) descentralizados y focalizados a dar la respuesta más rápida y eficaz posible en cualquier situación de emergencia.
Las cifras no engañan. Durante 2016, el Parque de Bomberos de las Villas Pasiegas -su nombre oficial- realizó 235 intervenciones siendo el tercero, de los seis con los que cuenta el 112, con mayor número de salidas, superado por los de Laredo y Los Corrales de Buelna, ambos con áreas de influencia con una mayor densidad de población.
Del total de intervenciones efectuadas el pasado año 95 fueron para atender incendios, los más numerosos de viviendas con un total de 25, y de vegetación y forestales, entre ambos 38; 63 se corresponden con salvamento y rescate, siendo 16 realizadas en inundaciones, 15 en accidentes de tráfico y 13 para el rescate de personas. Otros 77 se engloban en otros servicios, que van desde operativos preventivos, a retirada de avisperos o ayuda humanitaria.
El jefe del parque, Pablo Calvo, señala que esta instalación supuso un «cambio total» en la gestión de las emergencias que ocurrían en el área Pas-Pisueña-Miera. En un principio, cuenta que la población de estas zonas se resistía a llamar al 112 por miedo a que el servicio tuviera algún coste y porque, en muchos casos, y por culpa del aislamiento geográfico, estaban acostumbrados a resolver determinadas situaciones por sí solos. Pero reconoce también que, con el tiempo, «han ido conociendo y reconociendo la labor que realizan los bomberos, que ahora es fundamental en estos valles».
El parque, explica su jefe, nació con unos «recursos iniciales limitados» y ha ido «creciendo y mejorando» sus instalaciones y su flota automovilística hasta contar con un total de cinco vehículos, adaptados a diferentes tipos de intervenciones, y una helisuperficie, que facilita la llegada a la zona de helicópteros. Además, se ha constituido como centro de referencia en la formación de aspirantes a bombero.
Por su parte, el consejero de Presidencia y Justicia, Rafael de la Sierra, titular del Servicio de Emergencias de Cantabria, destaca la importancia de este parque dada su «ubicación estratégica» en un área lejana y montañosa, que cuenta con localidades situadas en lugares de difícil acceso. Era «vital» -dice- contar con una sede en esta zona «que permitiera minimizar los tiempos de respuesta en la zona».
Y es que suceda lo que suceda, los vecinos de estas áreas viven más tranquilos. Cuando suena la sirena del parque, un mínimo de tres efectivos vuelan hasta ellos, con la única misión de ayudarles en cualquier situación, ya sea incendios, inundaciones, accidentes, derrumbe de infraestructuras, y todas aquellas necesidades que tengan que ver con su seguridad. Porque hace ya diez años que en la comarca pasiega se instalaron sus 'ángeles de la guarda'.
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