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josé javier gómez arroyo
Vega de Pas
Lunes, 4 de octubre 2021, 17:38
Desde que en 1839 se diera a conocer oficialmente en la Academia de Artes y Ciencias francesa el revolucionario invento del daguerrotipo, capaz de reproducir con fidelidad la realidad captada por el objetivo fotográfico, la Corona Española se sirvió de este revolucionario medio ... y de las ventajas que ofrecía para acercarse al pueblo, sustituyendo así los clásicos retratos pictóricos, los grabados o las litografías y que poco a poco irían cayendo en desuso. En 1850 se produjo el primer nombramiento de Retratista de Cámara al Daguerrotipo en la persona de José de Albiñana y, a partir de entonces, diversos fotógrafos como Martínez de Hebert, Jean Laurent, Alonso Martínez o Charles Clifford, sin olvidar a algún aficionado a las instantáneas sobre papel más cercano a la propia Casa de Su Majestad, como era el infante Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza y quien aparece en pie a la derecha de la imagen de hoy, retrataron a la familia real con todos los aderezos particulares de su regia estampa y, además, con el atractivo complemento de las singulares y afamadas nodrizas que amamantaban a sus vástagos y que hacían resplandecer las instantáneas con su elegante vestimenta de pasiega de gala.
Estos estilosos trajes de las mujeres de los Montes de Pas, al igual que su acreditada salubridad para la crianza de reyes y nobles, habían llamado la atención dentro de la burguesía adinerada y, por supuesto, en la propia familia real española, sabiéndose que una entonces adolescente reina Isabel II había realizado ya, a beneficio de la Alcaicería de Granada, «…un cuadro al pastel que representa una pasiega, bordado por su augusta mano», según se recoge en el Eco del Comercio del 14 de enero de 1845, e incluso habían hecho mella también en las diferentes casas reales europeas y, entre ellas, en la de la virtuosísima reina Victoria del Reino Unido y que en 1852 quedó prendada del traje de la nodriza de la pequeña infanta María Amalia, hija de la infanta Luisa Fernanda de Borbón: «La reina Victoria hace mil fiestas a nuestra infanta y la ha convidado a pasar unos días en familia en Osborne, habiéndole gustado tanto el traje de pasiega del ama de la infantita, que ha hecho sacar su retrato.» (Diario de Palma, 4 de agosto de 1852) y llamativa indumentaria que durante muchos años fue de obligada etiqueta en el vestir de las regias crianderas: «Parece que las nodrizas del futuro vástago real vestirán traje de pasiega, de terciopelo encarnado con franjas de oro en días de gala y de terciopelo celeste con botones de plata los de media gala.» (El Eco de la provincia de Gerona, 21 de noviembre de 1882).
Nuestra imagen de hoy, captada por Jean Laurent en 1861 y custodiada en el Museo Nacional del Romanticismo en Madrid, corresponde, a pesar de que ya había sido bautizada a las pocas horas de nacer el 24 de junio de 1860, a la posterior celebración familiar de dicho sacramento en la persona de la infanta María de las Mercedes de Orleans y Borbón, hija del duque de Montpensier don Antonio de Orleans y de la infanta Luisa Fernanda, hermana a su vez de la reina Isabel II y que es quien sentada sostiene contra su regazo a su pequeño sobrino y futuro rey Alfonso XII. Tras los reyes de España Isabel II y Francisco de Asís, junto a su otra hija la infanta Isabel, aparecen Enrique y Antonio de Orleans, tío y padre respectivamente de la neófita, junto a su madre la reina Amelia de Francia y el antes mencionado infante Sebastián Gabriel de Borbón y, sentada la izquierda de la foto, la nodriza que fue del pequeño Alfonso XII, doña María Gómez Martínez, nacida en la villa de Vega de Pas y que, vestida con el traje de pasiega de gala, sustenta a la pequeña María de las Mercedes y futura reina de España por matrimonio con su primo Alfonso XII. María Gómez mantuvo, desde que ocupó su digno puesto como ama de cría del príncipe de Asturias don Alfonso, una estrecha relación con la familia real, habiendo sido retratada con esta característica y elegante indumentaria en varias ocasiones y con distintos infantes de España en sus brazos, prueba del cariño que sentían por ella y, ante todo, de la importancia que esta compostura pasiega tuvo en las imágenes fotográficas de la regia familia, pues sobre este atildado atuendo ya manifestó el escritor Manuel Villar y Macías en el Álbum Salmantino de 19 de febrero de 1845: «…y cruzan el salón, cual torbellinos, raudos tropeles de danzas monas, con fantásticos trajes peregrinos, echándolas muy graves de personas, envueltas unas en flotantes linos, otras en áureos mantos de matronas, y alguna ¡a tanto su elegancia llega!... que ostenta el fiero traje de pasiega».
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