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L. Alcolea/ E. Tresgallo
Miera
Sábado, 28 de mayo 2022, 20:27
Las poblaciones de Mirones en el municipio de Miera (Valles Pasiegos) y la de San Vicente del Monte en Valdáliga celebraron sendas ferias ganaderas en su territorio. El buen tiempo y las ganas de reunirse tras la pandemia aseguraron hoy una alta participación en ... las dos citas con el mundo rural. Los merachos volvían a retomar su XVIII concentración de ganado con 300 reses y una docena de ganaderías locales participantes. Por su parte, en Valdáliga se pudo ver el doble de animales, 650 cabezas y «miles de personas» en las calles de la pequeña localidad. En ambas citas estuvo presente el consejero de Desarrollo Rural y Ganadería, Guillermo Blanco.
Ni en Mirones ni en San Vicente del Monte faltaron este sábado los campanos, el pito y tambor, la música regional o el vocerío de la gente entre los mugidos de las vacas. En el caso de Mirones, su alcalde, José Miguel Crespo, contaba que se había retomado la feria tras dos años de parón por la pandemia y que lo habían hecho con ganas. La pista cubierta de la localidad acogía así una comida de hermandad entre los ganaderos locales que participaron de la fiesta que volvió a sumar un número, al ser la XVIII edición de la feria.
También el pueblo de San Vicente del Monte, en Valdáliga, celebró este sábado su primera Feria Ganadera de las Flores y desbordó todas las expectativas. El evento contó con la participación de 25 ganaderías de bovino, equino y ovino. 650 animales procedentes de cabañas de San Vicente del Monte, Roiz, Treceño y Caviedes ocuparon durante toda la mañana y parte de la tarde las verdes praderas del pueblo valdáligo –terrenos cedidos por tres vecinos (Miguel Ángel, Miliuca y Lucas)-. Hubo miles de personas. Al menos así lo aseguró ayer la primera teniente de alcalde en el Ayuntamiento, Lorena García. «Ha sido espectacular», decía sobre el resultado de una feria que se organizó aprovechando «que San Vicente del Monte celebra la fiesta de las flores». Además, hubo puestos de quesos, embutidos, mieles, panes y hasta carne a la brasa o bocadillo de torreznos. Cantabria en el paladar y el sol derritiéndose y haciendo feliz a la gente. Muchos decidieron quedarse a comer por la zona, porque luego empezaba la fiesta de las flores. La cita fue organizada por una asociación de jóvenes ganaderos de reciente creación en el municipio en colaboración con el Ayuntamiento. Tienen la firme intención de repetir el año que viene, y el siguiente. «Qué duda cabe después del éxito obtenido».
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