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J. Javier Gómez Arroyo
Jueves, 20 de junio 2019
A pesar de que la paradisíaca isla de Ibiza, muy antiguo asentamiento humano, ya fue redescubierta por un grupo de intelectuales y artistas en los años 30 del siglo pasado, con significativos nombres como el artista Raoul Haussman, el filósofo Walter Benjamín o el ... arquitecto y pintor Erwin Broner, no sería hasta la década de los 60 cuando se hizo popular entre los inconformistas jóvenes americanos que huían del reclutamiento militar para la guerra de Vietnam y que abrazaron la ideología contracultural conocida como ¡Movimiento Hippie¡, encontrando así el descanso, el amor libre y la paz interior, además de una buena vida que muchos de ellos se pudieron permitir, entre la naturaleza y el sol de este hermoso enclave mediterráneo; y, a la par que ellos, cabe indicar que arribó también una elegantísima y excéntrica pasiega de pro que fue pionera en el desarrollo turístico que provocó los grandes cambios económicos del lugar. Aquella vanguardista mujer dijo en más de una ocasión que tenía que haber nacido en Vega de Pas, en las montañas de Cantabria, donde residían sus padres, pero un repentino viaje de su madre a Vergara, estando embarazada de ella, hizo que accidentalmente viniera al mundo en Bilbao en 1906.
Dolores de la Vega Artiach, Lola para todos, era hija del matrimonio formado por el ingeniero jefe del Cuerpo de Ingenieros Industriales de España, nacido en la precitada villa pasiega, Guzmán de la Vega Revuelta y la vizcaína Cándida Artiach Madinabeitia, hija de uno de los fundadores de la conocida empresa galletera, posición acomodada que la condujo a formalizar casamiento con Joaquín Tinao de Ajuria, quien de pequeño se crió en el palacete familiar que hoy es sede del Gobierno Vasco. Lola de la Vega recaló en la isla en 1961 junto a su hija Ana María Tinao de la Vega, esta última más conocida en las islas pitiusas por el apellido de su marido, Ybarra, ambas integradas de inmediato en aquél envolvente paraíso en el que comenzaban a confluir gentes venidas de todo el mundo. La isla por aquellos años contaba con variadas salas de fiestas, entre otras las históricas Mar-Blau, Ses Voltes o Ses Parres y posteriormente Isla Blanca, Capri o la célebre Cueva de Alex Babá que fundó el más díscolo de los Vallejo-Nágera, establecimientos donde se realizaban actuaciones de orquestas y músicos en directo. Precisamente ese innato gen visionario y comercial que poseen los pasiegos fue lo que la condujo a abrir en 1965 una boîte, local nocturno de copas donde se podía escuchar ya no solo música en vivo sino en tocadiscos, provisto además de una pista de baile aderezada con rudimentarios focos de colores que hacían vislumbrar el ambiente entre el humo de los cigarrillos y que, bajo esta refinada denominación en francés, se adivina lo que puede ser considerado como el primitivo precedente de lo que después fueron las discotecas, que tanta fama dan hoy a la isla balear. Este legendario local de diversión establecido en la calle Alfonso XII, en el puerto y junto a la muralla, fue bautizado como Lola´s Club.
Sobra decir que la lista de clientes de este mítico recinto haría hoy las delicias de cualquier paparazzi capacitado, pues desde Xavier Cugat a Ursula Andrews o desde Lola Flores al legendario grupo Pink Floyd, disfrutaron de las ocurrentes tertulias y sensaciones que provocaban tanto nuestra emprendedora como su hija. El reconocido y más internacional relaciones públicas de España, Carlos Martorell, institución viva de las grandes fiestas de la isla, nos rememoraba aquellos prodigiosos años: «Ibiza se puso de moda. La única discoteca de la ciudad, Lola´s, acogía a la Family, el grupo multicultural de ovejas negras que vivía en la isla sin dinero, pero muy bien relacionado...» «Abonamos el terreno para los que vinieron más tarde con mentalidad empresarial...» (El País Semanal, reportaje de Silvia Alexandrowitch sobre Carlos Martorell, 5 de septiembre de 2010).
Efectivamente, tras la devaluación de la peseta en 1967 y el fin de la resaca revolucionaria del 68, Ibiza comienza a hechizar ya no solo a los primeros hippies sino a un nutrido grupo de notorios artistas de todos los géneros y aristocráticas personalidades que ven, en esa ideología de vida libre y en esta marchosa roca, una vía de escape a la monótona situación social que se vivía en el resto de España. A Lola de la Vega Artiach, por su buena posición social, sus relaciones familiares y, ante todo, por su audaz inteligencia y buen corazón, no le faltaban célebres leales, pues contaba en la pitiusa mayor con prestigiosas amistades como la condesa de Yebes doña Carmen Figueroa Muñoz o la promotora de la denominada moda Adlib de Ibiza, conocida popularmente como princesa Smilja Mihailovitch. Mantenía además excelente relación con influyentes estirpes de la isla, como fueron los hermanos Villangómez o la acreditada familia Llobet, sin olvidar a parientes cercanos de la vieja aristocracia rusa y de la que formaba parte su cuñada Lvovna Tolstoi, sobrina-nieta del reputado autor de Ana Karenina y casada con su hermano José María de la Vega y así, el Lola´s, fue añadiendo nuevas y sofisticadas generaciones de artistas y turistas europeos que buscaban una amplia vida nocturna. La nueva oferta de ocio en Ibiza hizo que la forma de vida hippie fuera poco a poco quedando como un símbolo del pasado, aunque, frente a la mercantilización de la isla, aún quedan colonias y mercadillos de esta simbólica y particular filosofía de vida. Con un saber estar impecable e ingenioso, Lola de la Vega era capaz de defenderse en cualquier idioma, ya fuese italiano, inglés, correctamente en francés... y también presumía de dominar el habla pasiega, pues conocida es la anécdota en su villa montañesa de origen y que ella misma contaba con simpatía y gracia cuando, tras una noche de diversión y honra al dios Baco, no acertaba a meter la llave en la cerradura de su casa, hoy posada Casa de don Guzmán en honor a su padre. En compañía precisamente de su cuñada Lvovna Tolstoi y Carmen Figueroa y tras varias intentonas por acertar con el llavín en el cerrojo, exclamó: «¡güin, Juasus, qué tocha estoy!» a lo que inocentemente la condesa de Yebes contestó: «¡Ay Lolita hija!... ¡no sabía que también hablases ruso!».
El Lola´s Club marcó irremediablemente la primera y más divertida crónica dentro del panorama discotequero ibicenco, que continuó a cargo de su hija Ana María y, tras diversas aperturas y cierres, volvió a abrir sus puertas en 2014 ya bajo la dirección de su nuevo propietario Joan Jordi Gaju, aunque con el mismo nombre, representativo e histórico estandarte de una modernidad musical y un ambiente libre que esta radiante isla de Ibiza arrastra desde hace años: «El viernes pasado tuvo lugar la reapertura del Lola´s. Este mítico local, horadado en la roca en los bajos del Angelo, fue considerado como la primera discoteca en Ibiza. Por aquél entonces el ritmo en los locales catalizaba un estilo de vista hedonista y la noche, además de ser muy divertida, era culta y humana». (Periódico de Ibiza y Formentera, M. Gombáu, Eivissa 01/07/2014)
Hoy desde Vega de Pas, cuna de esta singular y decidida mujer y con el emocionado recuerdo a Lola de la Vega Artiach, alma que fue en esta guarida de diversión con fresco gusto, solo podemos agradecer y desear que esta legendaria discoteca Lola´s siga siendo orgullo tanto de bella isla de Ibiza como de este bello rincón pasiego de Cantabria.'
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