Los lobos asedian Villacarriedo ante el enfado de los ganaderos de la comarca
Fidel Fernández, harto de perder animales por los ataques de los cánidos, arremete contra los políticos por «no responder con la prontitud exigida a un sector que se muere»
Fidel Fernández Ortiz está harto de sufrir los ataques de los lobos, tanto como de oír hablar de qué se hace y qué no ... se hace con ellos, del «politiqueo y la falta de rigor», de una situación que, asegura, «está consumiendo el mundo rural», enfadado porque «no se responde con la prontitud exigida a un sector que se muere sin remedio». Sabe de qué habla, porque en cinco años los lobos han matado a cerca de un centenar de ovejas, cabras y, la última, una vaca recién parida. Harto está también de las ayudas que no llegan o se deniegan porque no se cumplen «supuestamente» los requisitos que se exigen.
«Lo del lobo ya es insoportable, es inasumible lo que está pasando», afirma el ganadero de Abionzo, en Villacarriedo, al quejarse de lo que ha pasado con la última muerte que ha sufrido: «Es una vergüenza que no hayan certificado la vaca despeñada por defender al ternero recién nacido». Fidel asegura que lee el suelo como quien lee el periódico, y las pisadas de los lobos dejan claro el acoso al animal hasta que cayó al río y el destino del ternero como comida de los cánidos. «La solicitud fue desestimada por falta de pruebas o por no incluir datos relevantes para la instrucción», explica con ironía, «cuando hay indicios suficientes, huellas en la zona y a los cuatro días, en la misma finca, sufrí otro ataque a las ovejas. Y el viernes, otro más», relata Fernández.
En los valles pasiegos «no hay semana en la que no asaltan los lobos al ganado», sin importar si está cerca un pueblo, si se pone un cierre de malla ovejera o alambre de pastor a las fincas. Los ataques continúan y las muertes se multiplican. «Soy cazador desde niño, llevo en el monte y en el río toda la vida, lo conozco como la palma de la mano. Yo miro al suelo y el suelo me habla. O sea, sé lo que hay, sé si va un jabalí, si van tres, si es una hembra con crías, si es un corzo, si es un zorro y, desde luego, si es uno, dos o cinco lobos, por dónde entran y salen, de dónde vienen, así que no tienen que darme lecciones de lo que pasa y cómo pasa», dice enfadado con políticos, técnicos y guardas. «Algunos, que de todo hay». Lo que tiene claro también es que «no voy a criar corderos para alimentar lobos».
Lo dice en su barrio de Rubionzo, donde amigos y vecinos le siguen contando los lobos que han visto y sufrido, dónde están y por dónde pasan. Parece que ya se ha autorizado alguna saca por la zona, pero sigue desconfiando «del miedo que se tiene a los ultraprotecionistas». «Es una vergüenza, nada se respeta. Se metió a la especie en el Lespre en contra de la opinión de las comunidades autónomas que tienen y sufren al lobo, y ahora que se ha sacado seguimos en la misma tónica, lejos de acatar lo aprobado en sede parlamentaria se ponen todas las zancadillas posibles a su cumplimiento. Al lobo hay que cazarlo sin complejos, nunca ha habido tantos como ahora, esto es completamente inasumible. Si la ley nos ampara, adelante, sino les gusta que se rasquen, ellos actúan contra el mundo rural sin pestañear, ya es hora de que nosotros hagamos lo mismo».
Fernández también se ha dirigido específicamente a la responsable de la Consejería de Desarrollo Rural y Ganadería, María Jesús Susinos, pidiendo que «cumpla usted con el mandato legal que le han encomendado, porque por inacción de la Consejería y sus trabajadores está dejando morir al mundo rural, plegándose, en muchos casos, a intereses de los pseudoecologistas en detrimento de los ganaderos y habitantes de la España vaciada de la que tanto se habla».
Termina asegurando el ganadero que los que sí están en peligro de extinción son los ganaderos de extensivo, «mientras a los políticos se les llena la boca diciendo que se pagan todos los daños... Eso es mentira, puesto que si el animal no está mordido, que es mi caso, no pagan». Y vuelve a reafirmarse en que, tal y como están las cosas en la actualidad, «el politiqueo está consumiendo al sector, desangrado en los despachos por verdugos vestidos de traje, rendidos al conteo de votos y al miedo a los ultraproteccionistas».
Reconoce que estaría hablando de una situación «dramática» horas, porque conoce a muchos ganaderos y cazadores que afirman que «no han visto tantos lobos en la vida», algunos refugiados en unos valles que hasta hace poco no habían recibido el permiso para hacer entresacas de «ejemplares que, a veces solos, de tres en tres o hasta cinco, rondan nuestras explotaciones».
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