Mascarillas de Carriedo contra la cola del hambre
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Vecinas de Villacarriedo, Saro, Villafufre y Selaya, que ya cosieron sin descanso para los sanitarios en el confinamiento, lo hacen ahora para la Cocina EconómicaEn el Valle de Carriedo los vecinos llevan mascarillas de marca y diseño original, las que elaboran desde el verano un grupo de poco más de una docena de vecinas de Villacarriedo, Saro, Villafufre y Selaya que ya cosieron para los sanitarios durante el confinamiento, y que, viendo la creciente crisis económica, han decidido continuar para poner su granito de arena en reducir las colas del hambre. Para ello, ahora piden por cada pieza que sale de sus salones de casa un donativo de cinco euros que luego repercute en beneficio de la Cocina Económica de Santander, ya que los usuarios diarios de esta ong no paran de crecer en número.
Se hacen llamar 'Las máquinas del Valle de Carriedo' porque así se autobautizaron ellas mismas durante el periodo de confinamiento, en el que su producción llegó a más de 32.000 mascarillas. Llegaron a ser más de medio centenar de costureras, cortadores, esterilizadores, encargados de logística y compra de material y «hasta inventores». La mayoría mujeres, pero también hombres, que se pusieron al servicio de los sanitarios durante los primeros meses de la pandemia, cuando no había «nada de material» y los hospitales y residencias estaban colapsados. Ha llovido mucho desde entonces y este verano el grupo -ya reducido sólo al valle- decidió seguir ayudando, pero variando el objetivo. Esta vez sería el de ayudar a paliar la necesidad de aquellos que se están viendo obligados a hacer largas colas para tener un plato de comida caliente en la mesa.
«Teníamos claro que, con la que se nos venía encima, había que seguir ayudando», comentan las voluntarias carredanas. La duda era a quién dirigir su esfuerzo. Tras mucho sopesarlo optaron por la Cocina Económica de Santander, cuyas colas del hambre no han parado de crecer desde el inicio de la pandemia. «Nos surgió la duda de a quién teníamos que ayudar: Cáritas, Cruz Roja, la Cocina Económica... Nuestras monjitas siempre nos han dado mucha confianza en el trabajo que hacen y por ello decidimos ayudarlas a ellas», señala Teresa Ruiloba, una de las voluntarias que coordina el nuevo proyecto de estas mujeres carredanas.
En esta ocasión, ellas también se han organizado con mucha eficacia, como la primera vez, pero han variado el diseño de sus mascarillas higiénicas. «La otra vez necesitábamos coser rápido y sacar adelante el material cuanto antes porque no había nada», explican. Ahora la cosa va de modo más sosegado y artesanal. Desde agosto han cosido ya miles de piezas de telas coloridas y alegres. Rebuscan los tejidos para que sean los adecuados y las forran por dentro con material TNT, el mismo que autorizó Sanidad durante el confinamiento como apto para las de tela. «Son bonitas, no necesitan filtros y son reutilizables con muchos lavados», añaden.
Llevan ya muchas repartidas y se han enviado los donativos por tandas a la Cocina Económica. «Igual un mes les mandamos 500 euros, otro 600 y así», explican. Han establecido ya una red de puntos de recogida de donativos a cambio de mascarillas en todo el valle de Carriedo, aunque reconocen que «aquí ya lo tenemos todo cubierto» y necesitan ampliar horizontes para «seguir ayudando a la gente más necesitada en estos momentos».
Están tan concentradas con la misión que hacen vídeos que luego pasan por las redes sociales comprobando la «eficacia» de sus mascarillas carredanas. «Catú -una de las voluntarias- las ha metido en directo bajo el grifo para que se vea que no pasa el agua», bromean, en alusión a los desconfiados. De hecho, su mejor garantía es haber cosido miles de mascarillas, batas y gorros con el material autorizado para los sanitarios de Valdecilla, las residencias pasiegas o los centros de salud de sus propios pueblos durante la primera ola del covid.
Ahora la red de distribución la tienen montada en el valle, con la colaboración de establecimientos de entrega, como Mercería Vimar, Calzados Rosi o los ya archiconocidos Sobaos y Quesadas Joselín (todos en Selaya). También en el Covirán de Villacarriedo y en el bar-restaurante La Inesperada, de Abionzo. Aunque el mercado se les ha quedado ya pequeño aceptan encargos a distancia en teresa_ruiabas@hotmail.com. «Se las haríamos llegar de alguna manera», señalan.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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