'El mediquillo' de abolengo pasiego

Por supuesto la infantil curiosidad también despertó en mi esa afición por la arqueología doméstica y, en ese revolver los armarios de casa cuando mi madre se ausentaba, encontré una pequeña caja metálica de bobinas de hilo ya limada por los años y con pequeños objetos en su interior que acrecentaron mi fisgoneo. Recuerdo que había uno de esos antiguos sellos de lacre, insignias también castigadas por los años de banderas, vírgenes y santos, pequeñas figurillas-sorpresa del típico dulce de San Valero, el santo patrón ventolero y rosconero de la capital del reino de Aragón, además de un sin fin de viejas fotografías y, junto a ellas, un puñado de enmohecidas tarjetas de visita en las que se podía leer 'Jaime Revuelta Alonso. Mediquillo'. Tras la correspondiente reprimenda maternal por carecer del oportuno permiso de investigación, mi madre se sentó riendo a carcajadas y recordando que aquella clásica presentación profesional se la hizo a nuestro homenajeado de hoy, primo carnal suyo, en un juvenil tiempo para ambos y cuando este comenzaba los estudios de medicina en Zaragoza, teniendo allí por residencia la vaquería de su tía y abuela a su vez de quien esto les cuenta.

Pero aquella cariñosa broma desembocaría con los años en un reconocimiento a un gran médico que hoy llena los periódicos locales por su fallecimiento y que trasciende el ámbito profesional de la salud, pues Jaime Revuelta, además de un gran pediatra, fue concejal del ayuntamiento de Torrelavega en la primera legislatura democrática de nuestro país, ejerció de experto conferenciante en su rama profesional, participó activamente en cualquier expresión cultural que se le presentase y ocupó hasta hoy la presidencia de la Sociedad Coral de Torrelavega. Jaime nació en Logroño en 1930 y sus padres, Elvira y Laureano, además de todos los ancestros familiares, eran de la villa pasiega de Vega de Pas. Emigraron a la capital riojana con un puñado de vacas y con el deseo de fundar una familia y, siendo el penúltimo de seis hermanos, damos por hecho que el sacrificio de aquella prole para que Jaime pudiera estudiar en aquellos difíciles tiempos hubo de ser duro, pero si algo sabemos, por el testimonio de quienes de su entorno aún viven, es la fuerza de voluntad que tuvo para esa instrucción en la medicina, estudios que compaginaba con la ayuda en el ordeño de las propias vacas en su hogar de acogida en Zaragoza y también con las de sus padres cuando regresaba de vacaciones a Logroño, pues si algo caracterizó a este pasiego de raza y sentimiento ha sido siempre su disposición para el trabajo.

Tras conseguir la carrera se especializó en pediatría en la Casa de Salud de Valdecilla en Santander, estableciéndose en la capital del Besaya en 1958 y haciéndose cargo del bienestar pueril de no pocos torrelaveguenses. Una de sus más importantes aportaciones a la salud infantil fue la divulgación de esa ciencia de la pediatría en coloquios y conferencias que tuvieron un amplio seguimiento entre los profesionales del sector: «Con la perspectiva de su experiencia profesional y conocimientos, Jaime Revuelta se centró en el desarrollo de la medicina, mencionó los grandes cambios experimentados en la presentación de enfermedades, la diferente forma y uso de los medicamentos, los avances continuos en las técnicas quirúrgicas, el comienzo de la prevención y educación sanitaria, la mejora de la nutrición y el inicio de la medicina defensiva«. (Acta de la conferencia en el Hospital de Sierrallana (Cantabria) de 22 de noviembre de 2004.)

Socio fundador de la Sociedad de Pediatría Extra Hospitalaria Nacional y presidente y socio de honor de la también Sociedad de Pediatría Nacional, en reconocimiento a sus investigaciones y trabajos de divulgación, el doctor Revuelta ejerció igualmente su magisterio, previamente a su jubilación a los 70 años, en el Centro de Salud 'El Zapatón'. Apenas un par de meses antes de su ahora reciente fallecimiento la Asociación de Amigos de Torrelavega, capital que siempre sintió como propia y que defendió con entusiasmo, le concedió la Insignia de Amigo de Oro, como igualmente y pocos días después haría lo propio la Sociedad Coral de Torrelavega, institución en la que Jaime Revuelta ejerció como presidente. Para nuestro recuerdo queda la tarjeta de visita de aquél joven «mediquillo» que se preparaba en la antigua Facultad de Zaragoza y, para la historia de la medicina en Cantabria, la memoria de un ejemplar pediatra que siempre amó su profesión, llevó con orgullo el abolengo pasiego que portaba y defendió con ahínco la histórica villa de Torrelavega que, con infantil llanto, apena ahora su desaparición.

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