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Un herrador arregla el herraje a un caballo. Leila Gorchev
El oficio del herrador

El oficio del herrador

Antaño no había pueblo de Valles Pasiegos que no contase con uno de estos profesionales con fragua propia o itinerante

GILDA RUILOBA

Lunes, 2 de diciembre 2019, 13:43

Recuerdo que la primera vez que vi a un herrador era muy pequeñita, fue al lado de mi casa, junto a la cuadra de mis vecinos. Yo siempre he tenido un gran cariño a los animales, especialmente a los caballos y perros. Pues bien, al ... ver a aquel señor que, según mis criterios de niña, estaba maltratando a mi caballo favorito, y al no comprender el motivo, me enfadé mucho. Ver a ese individuo con tenazas, martillo... agarrando la mano del caballo y cortando sus cascos, fue una sensación que me crispó e increpé al bueno del herrador que más tarde supe que se llamaba Toño. -No le hagas daño al caballo, déjale, vete a tu casa, eres muy malo. Recuerdo como reían mis vecinos. -Mírala, no se la ve por el suelo, pero hay que ver las narices que tiene. Mi vecina Matilde, me cogió de la manita y me dijo: «Que no le están haciendo daño al caballo, mira, le están cortando las uñas, es como cuando tú tienes las uñas largas ¿a qué tu madre también te las corta? Pues con el caballo pasa lo mismo, hay que arreglarle los cascos y recortárselos porque si le crecen mucho, se pueden poner malitos de los tendones y articulaciones. ¿Y tú no quieres que el caballito se ponga malo verdad?» «Pues no», contesté. «Y ese hierro ¿por qué se lo ponen? Y lo clavan con un martillo. Pobre caballo, yo no quiero que le hagan daño». Nuevamente volvieron a reír. Toño el herrador dijo: «Matilde, te va a costar convencerla» «Mira, me dijo mi vecina, eso son las herraduras, que son para los caballos lo mismo que para ti esos zapatos, y para bien, cada cuarenta y cinco o cincuenta días, hay que herrarle para que el caballo no sufra de sus patitas. Y mira, cada caballo tiene un número diferente de casco, como cada persona tiene un número distinto de pie, e igual que nosotros, ellos necesitan su zapato, en este caso, su herradura adecuada, para protegerle sus pies.«

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