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El anuncio de la redacción de un proyecto para la reparación de la presa de Puente Viesgo ha vuelto a centrar las miradas en ese casi centenario muro que se levanta en el río Pas, una infraestructura «vital» para la conservación del salmón ... en los cauces de Cantabria.
Lo cierto es que esa presa no pasa por su mejor momento, como atestigua Pedro de la Vega, historiador de un pueblo del que fue, además, presidente de su junta vecinal. Habla con especial cariño del ese «muro grueso» construido a través del río Pas para embalsar sus aguas. Y está más que convencido del necesario rejuvenecimiento de una estructura que ha traspasado las fronteras de la villa pasiega y que cada verano es objeto de deseo de muchas familias ávidas de sumergirse en las aguas del Pas, en la 'piscina' de Puente Viesgo.
Es la Presa de Ibáñez, aunque realmente quien solicitó a la Dirección General de Obras Hidráulicas, el 28 de enero de 1942, un caudal de 1.400 litros por segundo fue Mercedes Gutiérrez Indo, la viuda de Joaquín Ibáñez Fernández (fundador de la empresa Maderas Ibáñez). De ahí el apellido de la presa. Las aguas producían energía eléctrica para el suministro de la vieja fábrica. Una estructura que fue sufriendo modificados, especialmente en el muro, hasta que en los años sesenta se le adosaron nuevas escalas, las salmoneras.
La presa fue enseguida lugar de cita para propios y extraños, vecinos jóvenes y mayores, visitantes de dentro y fuera de la provincia, bañistas que, en algunos casos, aprovechaban las aguas termales del balneario y las más frescas acumuladas río arriba de la presa, un remanso artificial elegido popularmente como zona de baño. Desde el terraplén de la carretera hasta el río, las carreras acababan con saltos al pozo «deleite de los bañistas y de los espectadores», recuerda De la Vega. «Cuántas personas aprendieron allí a nadar», apunta, entre el butrón, el muro y las compuertas del canal.
«Los soportes metálicos del butrón, que estaban a un metro del agua, eran el primer trampolín de los novatos, que se lanzaban de cabeza cuando estaban más diestros. Las 'bombas' y los 'ángeles' eran para los más curtidos. Y la elite se lanzaba desde más de cuatro metros de altura, desde las estructuras metálicas de las compuertas, en el muro que dividía la presa con el canal. El trampolín de la plataforma, con su flexible madera, daba buen juego a quien sabía utilizarlo».
Incluso no faltaban barcazas y canoas para navegar por aquellas aguas. Entre eso y el exceso de bañistas, había ocasiones en las que el chapuzón se convertía en un imposible.
«El tiempo pasaba, la actividad fabril decaía y eso repercutía en el muro. Ahora es turno de ponernos serios, remover conciencias y buscar soluciones. La presa está en unas condiciones deplorables. El tiempo y la falta de mantenimiento han hecho tanta mella, que está en un ser o no ser». Hasta tal punto que Pedro de la Vega se pregunta si «la dicotomía ahora sea presa si o presa no», lamenta.
Analizando todos los posibles responsables de dar y ejecutar una solución o, meramente opinar con sentido sobre ese asunto, él aporta su postura de experto conocedor de esa histórica presa. El plato de mantener esa estructura pesa especialmente en la balanza. «En primer lugar porque con ella hemos nacido, crecido, vivido y convivido, y hemos pasado nuestra existencia felizmente», asegura. Pero hay mucho más, su evidente interés turístico y deportivo, su valor esencial en el control de ejemplares adultos de salmón o para reproducción y siembra de alevines en este u otros ríos.
Eso lleva de nuevo al estado de la presa y su imprescindible remodelación. «Ahora mismo está perforada en toda su extensión, sus surgencias son de tal calado que sus entrañas están rotas, y verla así es un espectáculo lamentable que hace flaco favor a quien sobre ella tiene responsabilidades de conservación o de desaparición».
Pedro de la Vega termina proponiendo, además de su reparación, nuevos rumbos. «La podríamos dotar de más contenido, desde centro de interpretación del salmón, la trucha, la anguila, el cangrejo de río y otras especies de vida fluvial, al de las aves de ribera o mamíferos».
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