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En los años sesenta del pasado siglo, Servando García adquirió el viejo molino de Vega de Villafufre, una de esos ingenios hidráulicos increíbles del ... XIX que continuó en marcha hasta que aparecieron los aparatos eléctricos. Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) notificaba el 25 de junio al Ayuntamiento de Villafufre que iba a derribar la presa que daba servicio al molino, también muy antigua. Una actuación que rechazan las dos familias que tienen la propiedad y habitan allí, al igual que el Consistorio. El principal motivo que alegan no es sólo la pérdida de patrimonio para el pueblo, sino el temor a que la desaparición del dique pueda ser la puntilla para este inmueble singular, debido a las avenidas de agua.
Desde la CHE explicaban esta semana que se trata de una actuación incluida en el Plan de Impulso del Medio Ambiente para la Adaptación al Cambio Climático, que contempla «actuaciones de mejora de reservas naturales fluviales y otros ríos de interés medioambiental». La primera noticia de los planes estatales para tirar la presa o el azud de La Molinar -la oficial- la han recibido el 25 de junio. Pero en el Ayuntamiento ya sospechaban que algo pasaba porque se había visto gente por la zona. Además, la documentación que se recibió fueron «un par de folios» con «un mapa» y una descripción sucinta de la obra a ejecutar con la decisión ya tomada. «No nos han presentado ni proyecto ni nada, de momento tiene que pasar un mes a exposición pública y si lo podemos parar lo pararemos», sentenciaba el alcalde de Villafufre, José Luis Cobo, con cierto enfado por que entiende que se ha ninguneado al pueblo con una notificación escueta y tardía.
Los propietarios del molino, herederos de Servando García, tampoco se habían enterado, pero la obra para demoler la presa que insufla vida al antiguo sistema hidráulico del XIX está prevista ya para septiembre y ha sido adjudicada a Tragsa por 138.000 euros.
Quienes sí que lo sabían era el Gobierno de Cantabria, a través de la Dirección General de Biodiversidad, Medio Ambiente y Cambio Climático, que dio hace más de un año el visto bueno al proyecto. Tanto es así que cuenta «con el informe favorable del órgano ambiental del Gobierno de Cantabria», respondía la CHC a este periódico. El alcalde lamenta ahora que el Gobierno central no se ocupe de cosas importantes como solucionar «el problema de las inundaciones de Vega» y sí de «acabar con el poco patrimonio que tenemos».
Rosa García y Francisco Campuzano son el matrimonio afectado, junto al hermano de ella y su familia, por la citada actuación de demolición de la presa. Ellos tampoco sabían nada de lo que estaba pasando. De hecho, hasta el año 2017 tuvieron concesión de la presa en vigor, pero ese año revirtió al Estado. «Sólo hemos pretendido conservarlo, sólo eso», lamentaba Rosa. Para ella es una cuestión sentimental, no sólo de propiedad. Junto a su marido han vivido allí desde siempre. Fue su padre, ya fallecido, quien compró el molino harinero en los sesenta y que dio servicio entonces a todos los pueblos del valle. No es la primera vez que pelean contra la CHC para conservar la infraestructura hidráulica. Ya en el año 2009, el padre de Rosa (Servando) recogió firmas para que todo siguiese en su sitio y consiguió el apoyo de sus vecinos, pero también de los alcaldes de la zona, la Mancomunidad y Valles Pasiegos.
Rosa y Francisco recuerdan que la zona se inunda ya con presa y que incluso hubo un episodio fuerte en 1936. Tienen miedo de que, tras retirar el dique y los sedimentos, el agua les pueda llegar al cuello. «Pedimos una explicación, no entendemos que no nos den si quiera un papel de que si pasa algo somos afectados», lamentan. Explican que ya hace unos años «nueve personas» de Confederación irrumpieron en su casa sin avisar y les anunciaron inquisitorialmente que tirarían la presa. Tras muchas batallas hicieron un proyecto para poner una escala sencilla de salmones pero les pidieron más y más requisitos y «no pudimos asumirlo». El caso es que la presa mide un metro y allí, todas las temporadas, para la gente para ver como saltan los salmones y las truchas. «Es un espectáculo», explican. Ósea que -según los vecinos- las truchas y los salmones llevan más de un siglo saltando el obstáculo «sin ningún problema».
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Ana del Castillo
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