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La historia de la Ermita de la Paz de Puente Viesgo no tiene desperdicio. Una y otra vez se ha intentado afrontar con garantías su restauración y, por unas cosas u otras, la intención se ha quedado en eso. Una historia antigua, centenaria, que ha ... encontrado adalides entregados a que se reconozca su importancia y se acometa, de una vez por todas, su rehabilitación. Una vez más, intención sobra. No tanto los recursos, ni el tiempo, porque el deterioro del otrora bello edificio es ya muy notorio.
Lo cierto es que esa intención de devolverla su esplendor está de enhorabuena. La ermita ya cuenta con un libro que la ha devuelto a la actualidad y puede presumir de un apoyo colectivo, el de la recién creada Asociación Ermita de la Paz, dispuesta a encontrar las vías necesarias para reflotar un edificio actualmente desvencijado, piedras por doquier, algunas en paredes de pueblos vecinos, otras, talladas y más interesantes, a saber dónde.
Los primeros escritos sobre la ermita la sitúan temporalmente «en el mayorazgo de don Juan Gutiérrez de Ceballos y doña María de Ceballos, abuelos del ilustrísimo señor don José Antonio Gutiérrez de Ceballos, 'El Caballero', clérigo de ilustre linaje montañés que llegó a ser arzobispo de Lima», según ha explicado el historiador Pedro de la Vega, autor además del libro que lleva el nombre de la ermita.
El ilustre 'Caballero' había nacido en Puente Viesgo y fue impulsor de una ermita que se mandó erigir en el siglo XVIII «sobre otra mucho más antigua, que ya existía en el solar familiar, en el barrio del Tremenal».
La estancia de 'El Caballero' «en tierras del Nuevo Mundo influyó en su gusto artístico y eso hizo que esta ermita fuera uno de los mejores ejemplos del arte colonial en Cantabria». Pero con el paso de los años el deterioro de la ermita y varios proyectos fallidos de restauración por parte de los vecinos, hicieron que pasase a ser propiedad de la parroquia, en 1958. Con el tiempo se hundió su bóveda, «quedando atrapada entre ruinas y malezas».
En 1966, Fernando Calderón Gómez de Rueda ideó un plan para reedificar la antigua construcción y cambiar el lugar de su emplazamiento. Lo hizo en convivencia con el cura párroco Crisanto de Jesús María, autoridades políticas, civiles y culturales.
Las obras comenzaron en 1971, pero poco después se pararon y la naturaleza tomó las riendas, ocultando su presencia y malogrando la enésima intención de poner en pie la ermita.
El historiador y escritor Pedro de la Vega ha presentado hace unos días en la iglesia de Puente Viesgo su último libro, 'La Ermita de la Paz', un icónico templo del que existen noticias documentadas, luces y sombras, desde 1649, una publicación editada por Mya Libros.
Según su autor, la obra pretende dar a conocer una ermita que se encuentra en un estado tan «lamentable» que ha llevado a un grupo de personas a la creación de la Asociación Ermita de la Paz y la propia edición del libro. El objetivo, explicó, es «concienciar a la sociedad de la necesidad de impulsar la ordenación, reconstrucción y puesta en valor de una de las piezas artísticas del arte colonial más importante de Cantabria».
Una historia bien contada, documentada e ilustrada por fotografías históricas y recientes de esa Ermita de la Paz.
En la presentación estuvo el alcalde de Puente Viesgo, Óscar Villegas, y el vicepresidente del Centro de Estudios Montañeses, Francisco Gutiérrez Díaz.
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