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El pasado lunes comenzó movidito en el centro de Sarón (Santa María de Cayón). Al mediodía un hombre corpulento se asomó por la ventanilla al ... interior de un coche para propinar una paliza a su conductor, que no abandonó su vehículo en ningún momento. Los transeúntes y ocupantes de otros turismos asistieron atónitos a la escena, sin comprender qué había pasado. «¿Qué hacen?», se preguntaba una de las espectadoras ante el violento comportamiento del agresor, que no cejaba en dar golpe tras golpe al ocupante del vehículo durante un ataque que se prolongó varios minutos.
Según el atestado, el incidente se desencadenó sobre las 13.00 horas a resultas de una infracción al volante. El que terminó siendo víctima -un joven de unos 30 años, latinoamericano con residencia en el municipio cayonés y que viajaba junto a un copiloto de la misma nacionalidad- adelantó a un coche en el cruce de Sarón por línea continua. Una maniobra arriesgada, teniendo en cuenta que se trata de una intersección en cuatro direcciones, complicada y de mucho tráfico.
Según ha podido saber este periódico, el conductor del vehículo que fue adelantado, que es nacido en Cayón e iba en compañía de su mujer, reprendió el comportamiento temerario de los primeros, que le respondieron con una peineta y «algún tipo de insulto». Esta contestación hizo perder los papeles al hombre que, enfurecido, salió de su turismo para asomarse al de los extranjeros. Con movimientos bruscos, el cántabro propinó un puñetazo tras otro al infractor hasta el punto de que se hizo imposible llevar la cuenta de los envites. Incluso llegó a abrirle la puerta e intentó sacarle de su coche, sin éxito. Todo eso en un ambiente plagado de insultos y gritos por parte del agresor.
La inusitada imagen no termina ahí. Porque lejos de aprovechar la ocasión en un momento en el que el atacante cesó los golpes, la víctima se limitó a adelantar unos pocos metros su vehículo y, en lugar de escapar, paró de nuevo, dejando el coche a un lado como si sólo le preocupase estar obstaculizando el tráfico. Y entonces, como en el 'Día de la Marmota', vuelta a empezar. El hombre propinó un vigoroso golpe al capó mientras le señalaba con el dedo y daba voces. Y otra vez se asomó por la ventanilla del conductor, levantó el puño cerrado dispuesto a pegarle. Y más zarandeos. También plantó su móvil contra la capota con golpe seco.
Entonces entró en escena la mujer del agresor, que le intentó tranquilizar de manera estéril, porque los golpes se prolongaron durante más tiempo bajo la atenta mirada de los presentes que no perdieron detalle de cómo seguía la paliza. «¡Basta ya!» le espetó la mujer a su marido, aunque él hizo oídos sordos.
Al poco intervinieron tanto una pareja de policías locales como dos agentes de la Guardia Civil. Para entonces el ambiente ya se había calmado un poco y pudieron comprobar que las lesiones del hombre atacado no eran de gran calibre. «Tenía algunos arañazos pero nada de gravedad para lo que podía parecer desde fuera». Los hechos no dejaron de sorprender a los agentes porque el agresor, un vecino conocido del municipio, no había protagonizado altercados de este tipo en anteriores ocasiones.
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Ana del Castillo
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