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La folclorista vestida con uno de sus trajes regionales. :: DM
La tradición convertida en vocación

La tradición convertida en vocación

Cantabria ·

La Escuela de Folclore y Pandereta de los Valles Pasiegos de Adelaida Valdés aumenta y desde enero dará clases en Penagos y Santa María de Cayón

Héctor Ruiz

Cayón

Lunes, 6 de enero 2020, 08:07

La abuela de Adelaida Valdés fue miembro desde los inicios de la agrupación de coros y danzas de Santander. Así que se convirtió en todo un referente para su nieta, a la que despertó su «ilusión y vocación» por el folclore. En consecuencia, durante la mayor parte de su vida, Valdés se dedicó a la música como afición, y más tarde entró en el baile, hasta que, hace seis años, abrió su propia escuela. Lo hizo en la zona de los Valles Pasiegos, dado que «no había oferta» de este tipo de actividades. «Empecé con cuatro alumnas y ahora ye tengo 70», comenta. El proyecto no ha hecho más que crecer, y en su recorrido por los pueblos la profesora también se está dedicando a recopilar, a través de los relatos de los mayores, todo el saber de la Cantabria rural y más tradicional.

Las clases de Valdés están centradas en pandereta, canto y baile regional del folclores Cántabro, pero también de otras partes de España. «Por ejemplo el de Galicia es uno de lo que más me gusta, después del de aquí, claro», explica la profesora. Su escuela «ha ido de menos a más», y el pasado verano se presentó de forma «más oficial», en Villacarriedo con el apoyo del Grupo de Acción Local y de la Mancomunidad.

Actualmente tiene grupos en Escobedo de Villafufre, Pámanes, Selaya, Santiago de Medio Cudeyo, y Castañeda. Además, desde enero arrancará con sesiones para niños en Penagos y para adultos en La Penilla de Cayón. Tiene que llevar acabo un recorrido por los distintos lugares porque para sus alumnos resulta complicado el traslado. «Tengo a gente que va de los 3 a los 91 años, así que soy yo la que me acerque con el coche a los sitios».

«El mundo de nuestros abuelos ya no existe, y no quiero que se pierda porque es nuestro ADN, de donde venimos»

En lo que respecta al marco de edades que maneja, explica que «los mayores de 50 años participan sobre todo por una cuestión de socialización, y el folclore es una excusa para salir de casa». Además, valora mucho la opción de hacer grupos con perfiles heterogéneos. «He visto que funciona muy bien que haya diversidad generacional, porque los niños aportan frescura a los mayores y ellos les dan conocimiento, es algo muy positivo».

Sobre la afición de los pequeños a la tradición, lo tiene claro y recalca que «cuesta mucho enganchar a los niños a algo tan bonito como es el folclore, así que el que viene es porque realmente está enamorado de esto». En su opinión, la familia juega un papel esencia. «Tengo casos de grupos en los que asisten la abuela, la madre y el hijo».

En su periplo por los pueblos, tiene la oportunidad de entrar en contacto con sus ancianos, que para ella son «libros con piernas» de todas esas costumbres de antes que ya hemos perdido. «El mundo ha cambiado tanto que parecen realidades completamente distintas». Esas relaciones le abrieron a Valdés la puerta a iniciar su propia «investigación». Con ello, ha recopilado canciones, trozos de letras, pasos de bailes, toques de pandereta e incluso instrumentos antiguos, esto último con la ayuda de su marido, que tiene el negocio de 'Panderetas Cayón'.

Con todo ello cuenta en su horizonte, aunque no próximo, abrir un museo con todo lo que ha acumulado de trajes regionales y joyas, además de instrumentos reproducidos junto a su esposo. También formarían parte de la muestra las grabaciones que atesora de relatos de ancianos, vídeos y letras escritas. Por otro lado, se plantea escribir un libro sobre la mujer de los Valles Pasiegos, con fotografías antiguas y documentación. Con todo ello en mente, defiende que «hay que proteger nuestra cultura, tenemos un patrimonio muy rico a pesar de ser una comunidad tan pequeña».

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