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Desde hace cinco años, Alejandro Rivas preside la Cofradía Nuestra Señora de Valvanuz, que, entre otras cosas, se encarga de organizar el día grande de ... la patrona de los pasiegos, el próximo 15 de agosto, y de custodiar el museo de las Amas de Cría. Hablamos de los cambios este año en la celebración y del papel que jugaron estas mujeres para motivar un impulso decisivo en la economía local.
-Hábleme de la Cofradía. ¿Qué importancia tiene hoy en día?
-Sostiene la devoción a la Virgen y todo su patrimonio, que no es poco: abarca el santuario y su mantenimiento y la casa de la Beata, el museo de las Amas de Cría.
-Y este año, ¿cómo será la fiesta grande del próximo 15 de agosto?
-Este año vamos a celebrar más misas de las habituales. En lugar de empezar a las ocho de la mañana, empezaremos a las siete. Tristemente, por las circunstancias actuales, hemos tenido que suspender la procesión. No es que fuera irrealizable, sino que resultaba complicado controlar a tanta gente. A cambio de esto, lo que igual hacemos al final del día es algún acto, pero está aún por decidir. En cualquiera de los casos, aplicaremos todas las medidas de seguridad y de aforo, por lo que podrán entrar a misa un total de 72 personas, que es el número máximo de personas que se van a permitir.
-¿Cuánta gente suele participar?
-Estamos hablando de miles de personas. Un día que haga medianamente bueno, desde primera hora de la mañana viene caminando gente de otros pueblos y esto supone un goteo constante hasta el atardecer. Hay mucha costumbre de llegar al santuario caminando e incluso de lugares como Santander.
-Y, ¿cuáles son las recomendaciones para este año?
-Esperamos que no haya una masificación y que la gente se comporte conforme a la situación actual. Por eso hemos recomendado que la gente mayor o que se encuentre en riesgo se lo piense y valore la idea de venir o no. Este año, en el entorno del santuario no va a haber ningún atractivo más que las misas, por lo que esperamos que puedan disfrutar de los actos litúrgicos y luego se vayan. Esperemos que sea un día tranquilo.
-Parece que el covid ha venido para cambiarlo todo, incluso la manera de rendirle devoción a la Virgen...
-Pues sí. Aquí se celebran varias fiestas a lo largo del año: antes de Semana Santa teníamos previsto una charla, un viacrucis solidario e incluso el estreno de un trono de estilo renacentista plateresco para la imagen que realizó Higinio Sáinz Abascal. Se iba a bendecir pero no se ha podido llevar a cabo. Lo hemos querido mantener en la iglesia para que la gente lo vea, pero poco más. También en mayo, con la novena de la virgen, decidimos no organizar celebraciones por ese ir y venir de gente habitual. Lo que sí podremos hacer los días previos al 15 de agosto, en concreto, el domingo, lunes y martes, es un triduo.
-El Museo de las Amas de Cría permite descubrir cómo el esfuerzo de aquellas mujeres fue realmente un impulso económico decisivo para toda la zona.
-Ellas dejaron un testimonio de trabajo y sacrificio para sacar adelante a su familia. Fueron efectivamente las precursoras de la industria, porque cuando volvían mejoraba su calidad de vida y la de la familia. A su regreso, ya con otras condiciones económicas, muchas de ellas invirtieron en ganadería o en terrenos y eso, a lo largo de 200 años, terminaría cambiándolo todo. La época más álgida se remonta al reinado Alfonso XII y Alfonso XIII, que es verdaderamente, cuando las amas de cría de la zona cobran toda la importancia. También fue la época donde se marcaron las exigencias que debían cumplir.
-¿A qué se refiere?
-A que los reyes, la nobleza o la alta burguesía buscaban que estuvieran en buen estado de salud, pero también que tuvieran una manera de ser concreta, que su ascendencia fuera sana; morenas, a poder ser, y de piel blanca y robustas. Tenían que tener un saber estar, un buen sentido común -algo que caracteriza ya de por sí a los pasiegos en general- y que hubieran tenido ya el segundo o tercer hijo. Además estaban muy valoradas. No eran una empleada más; hasta el punto que estaban presentes en las ceremonias importantes...
-Como se demuestra en las imágenes que recoge el museo.
-Sí. Las más destacadas que podemos ver son María Gómez, de la Vega de Pas, que amamantó al rey Alfonso XII; Constantina Cañizo, de Miera, que amamantó a Don Juan, al padre del rey Don Juan Carlos. Rosalía Sáinz, la última ama de cría que amamantó a un príncipe de Asturias, al hijo mayor de Alfonso XIII. O Gregoria Barquín, que amamantó a Cayetana de Alba.
-Tantos requisitos y exigencias que hoy en día serían condiciones laborales como poco ilegales...
-Eran necesidades distintas en aquellos tiempos.
-¿Qué le dicen las visitas cuando se acercan a su historia?
-Hay de todo: gente que cuando ve el museo lo comprende perfectamente y gente que tiene reacciones negativas. Este museo trata de dar el valor y reconocer el papel que jugaron estas mujeres en su momento. Quien ha sabido entender el valor que tuvieron, se ha sentido orgulloso de ellas. No tenían más opciones: o dejar morir de hambre a su familia o emigrar temporalmente y dedicarse a esto. A los turistas les hago siempre la misma pregunta: ¿El que viene en patera hoy en día lo hace por gusto? Hubo un señor una vez que dijo que aquí lo que se exigía era ser una vaca perfecta. Quizá suene fuerte, pero era así. Selaya siempre ha girado en torno a la leche.
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