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Vega, San Roque y San Pedro de Sefarad

Vega, San Roque y San Pedro de Sefarad

Leyendas de aquí ·

El pueblo pasiego tiene ascendencia judía, y de ahí sus particularidades respecto al resto de Cantabria

Aser Falagán

Santander

Sábado, 6 de agosto 2022, 07:50

Los Valles Pasiegos siempre han tenido un carácter propio. Costumbres, tradiciones, vida trashumante y hasta un habla y unos deportes característicos que les separan del resto de cántabros y también de Espinosa de los Monteros, a la que pertenecieron Vega, San Pedro y San Roque hasta el siglo XVI.Estrictamente por villas pasiegas se entiende las de las cabeceras de los ríos Miera, Pisueña y Pas: San Roque de Riomiera y San Pedro del Romeral, respectivamente. Una visión más amplia considera también parte de los Valles Pasiegos el de Carriedo, encabezado por Selaya y Villacarriedo, e incluso los de Cayón, Toranzo, Luena y Puente Viesgo.

Pero las tres villas pasiegas por antonomasia son las más características. No solo el habla, sino sus tradiciones, ritos y etnología son diferentes al del resto de los cántabros, los burgaleses de Espinosa e incluso con el resto de pasiegos, entendidos en un sentido más amplio. Todo esto gracias a que su aislamiento geográfico ha permitido conservar el carácter original de sus ancestros: judíos emigrados hace siglos a la zona que ni llegaron a cristianizarse completamente y que se mantuvieron en España incluso tras su expulsión hasta llegar a nuestros días manteniendo más o menos su carácter étnico, cultural y lingüístico más allá de la influencia de la sociedad en la que se incrustan.

Por eso son tan frecuentes los candelabros de siete brazos y una indumentaria directamente heredera de la judía. Hasta en los apellidos ha quedado la huella: Lavín procedente de Leví, Cobo de Jacob, Abascal de Abraham... Los propios pasiegos se sienten orgullosos de este origen, y de ahí que en la zona sean también tan frecuentes los nombres de pila hebreos.

Lo del origen judío o al menos no cristiano ni montañés de los pasiegos lo sabe todo el mundo desde hace siglos, aunque también hay quien dice que en realidad son descendientes de musulmanes que se refugiaron o bien quedaron aislados en aquella zona remota y se camuflaron con el resto de los cristianos. De ahí, por ejemplo, los tocados y pañuelos en la cabeza y, de nuevo, unas costumbres y formas de vida diferentes a las de sus vecinos.

La particular procedencia del pueblo pasiego se conoce desde hace siglos, pero se institucionalizó definitivamente a finales del siglo XIX, cuando diferentes estudios corroboraron el saber popular.Caló especialmente el de Gregorio Lasaga Larreta (Viérnoles, 1839-Torrelavega, 1902), que en 'Los Pasiegos' (1896), reeditado por la Universidad de Cantabria en 2003, confía el origen judío de este pueblo que ya antes otros autores habían señalado al observar su discreción, su carácter ahorrador, su personalidad poco comunicativa con personas ajenas a su comodidad... Rasgos comunes con sus ancestros que han mantenido intactos. Data incluso el momento de su llegada a los valles: «Empezó Alfonso I sus conquistas; ya hemos visto lo que de él dicen las crónicas, que los hijos y mujeres de los vencidos eran llevados en esclavitud, y que repobló algunas comarcas». Argumenta, además, como evidencia que los topónimos originales no se conservaran, sustituidos por los de patrones católicos para cristianizar a los paganos, y argumenta que «la prevención que siempre ha habido contra él» prueba que se trata de «un pueblo advenedizo». También Mateo Escagedo Salmón (Maliaño, 1880-Santander, 1934) apuntó el mismo origen en 'Costumbres pastoriles cántabro-montañesas' (1921).

Pues bien: lo del carácter propio de los pasiegos es cierto, probablemente por lo aislado de las poblaciones, pero el relato del origen hebreo carece de rigor histórico, por mucho que haya dejado poso en la cultura popular, y su argumentación constituye un salto al vacío, como reconocía implícitamente el propio Lasaga: «Paréceme que el pueblo pasiego descienda de esta gente». Es decir, que era solo una intuición.

La teoría la desmontan Adriano García-Lomas (Arenas de Iguña, 1891-1872) en 'Los Pasiegos (1960) y Joaquín González Echegaray (Santander, 1930-2013), tanto desde el punto vista etnográfico como histórico. También el artículo académico 'La población pasiega como modelo genético', de Pablo Sánchez Velasco, Juan Escribano de Diego y Francisco Leyba Cobián señala que genéticamente los pasiegos son más cercanos a los cántabros que a los castellanos y, por supuesto, a los judíos.

Entonces, ¿por qué la Universidad de Cantabria reeditó a García Lomas? La respuesta es sencilla: por su interés documental e historiográfico. De hecho, la propia institución académica desmiente la procedencia hebrea, en concreto en el estudio preliminar de Miguel Ángel Sánchez Gómez. Todos ellos aportaron luz al asunto. Con siete candiles.

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