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consuelo de la peña
Domingo, 21 de febrero 2016, 08:09
Corría el año 2005 cuando el Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander abría por primera vez sus puertas a una fórmula comercial novedosa que pretendía dinamizar la economía local, la Feria del Stock. En esa primera edición el recinto ferial albergó 72 comercios, entre ellos los más señeros de la ciudad, y concitó la presencia de 40.000 personas. En sucesivas convocatorias, la experiencia tuvo un efecto multiplicador hasta el punto de que muchos comercios se quedaron fuera. La feria, que enseguida caló en el comprador santanderino, llegó a contar en sus mejores momentos con 150 tiendas y 70.000 visitantes. Pero llegó la crisis económica y la feria acusó esa inestabilidad. En los últimos años ha perdido poder de convocatoria por partida doble, al registrar menos puestos y menos asistentes. En esta XII edición, los organizadores se dan por satisfechos si se alcanzan los 25.000 visitantes, mientras el público añora aquellas «firmas de referencia» en el comercio santanderino que ejercieron de talismán en las primeras convocatorias.
Como en el juego, habrá que esperar hasta el último minuto para valorar el resultado, pero el arranque de la feria, que cierra sus puertas hoy a las nueve de la noche, no augura cifras redondas. Lo dicen los comerciantes y el público consultado al azar y se ve en el ambiente. Y, para colmo, en esta edición los hurtos han alarmado a los tenderos. A la única peletería presente en el recinto, 'Piluka Peletería', la sustrajeron nada más empezar la feria un abrigo de 500 euros. «Yo ya he hecho la feria», decía resignada Pilar, su propietaria. «No nos hemos dado ni cuenta, en un minuto ha desaparecido. Hemos presentado denuncia y han mirado las cámaras pero sin resultado, así que después del susto nos hemos llevado el género de más valor a casa. No se puede venir aquí con estas cosas porque siempre hay gente que viene a hacerla».
En otro stand han sustraído dos bañadores que se vendían a 70 euros, y ha habido más. Gonzalo Cayón, secretario general de Coercán, organizador del evento junto con el Ayuntamiento de Santander, quita hierro al asunto que considera un caso aislado, y cree que la seguridad del recinto es suficiente.
Con todo, la mayor preocupación de los comerciantes es cumplir objetivos y vender, aunque ayer por la mañana no eran especialmente optimistas. Daniel García, de Go Surfing, es la segunda vez que participa en esta convocatoria y el viernes quedó «bastante descontento» respecto a los resultados que obtuvo en octubre y «hoy (por ayer, sábado) ha arrancado muy flojo». Su comercio, ropa de marca de surf, está situado en el Zoco de Peñacastillo y su objetivo es que la feria le sirva de «escaparate» para darse a conocer. «Pagamos 700 euros por el stand y a pesar del precio nos compensa estar aquí para buscar potenciales clientes. Si de paso amortizamos los gastos de la feria y quitamos algunos restos, bien venido sea», señala, confiado en que las ventas mejoren a la recta final.
Muy similar es la sensación de Juan José Zamora, propietario de la Juguetería Tiovivo, situada en la calle Cádiz. «Esta edición está siendo más floja porque la gente ha tenido ya muchas rebajas este año. El domingo haremos balance», dice. Como el anterior, ve el certamen como una oportunidad para darse a conocer ante miles de potenciales clientes.
Muy diferente es la percepción de Gonzalo Cayón, que cree que este certamen está discurriendo «bien. Los comerciantes están con ganas de vender y los clientes de encontrar buenos productos a precios reducidos». Dice que el viernes, día de arranque de la feria, «la gente viene a tantear y carga la cartera el sábado y domingo». De su boca no sale ni el más mínimo atisbo de autocrítica. Sostiene que la fórmula «funciona» y no hay que tocarla, porque «los comercios no han expresado ninguna queja. Cuando les preguntamos al finalizar cada feria por el grado de satisfacción, la mayoría nos dice que le parece bien cómo está montada. No hay críticas». ¿Ni siquiera por el precio?, preguntamos. «En la Feria de Bilbao un stand de 12 metros cuadrados cuesta 1.100 euros más IVA y aquí vale 350 euros con el IVA incluido. Es un precio que el comerciante lo considera conforme a las posibilidades que brinda la feria», asegura.
El mayor outlet
En este certamen participan 65 comercios repartidos en 87 puestos, que ocupan una superficie de 1.044 metros cuadrados en la planta superior del Palacio de Exposiciones. Por unos días este recinto se convierte en el mayor outlet de la región por superficie y variedad de oferta, principalmente textil, aunque hay comercios de hasta 25 sectores. Hay zapaterías, ropa infantil, jugueterías, ópticas, depilación láser, un concesionario de coches... y hasta una firma de impresoras 3D.
Pero el visitante echa en falta los «comercios con firma» que tanta pujanza dieron a este certamen en sus comienzos. «Vengo desde que se inauguró y hay mucha menos gente que otras veces. Cuando se abrió estaban todas las firmas de Santander y hoy, salvo en ropa de niños, no hay nada. Ahora da un poco la sensación de mercadillo», se queja Marta Lanuza, que después de «buscar mucho» ha comprado varias cosas.
A su lado, la mexicana María Velasco se deshace en elogios al certamen. De vacaciones en Cantabria, dice que «vale la pena darse una vuelta por la feria, que está muy bien organizada». Ha encontrado «muy buenas ofertas, sobre todo en ropa de niño», que regalará a su regreso a la capital azteca. Ángel Diego camina observador entre los puestos, y se detiene un momento para comentar su percepción de esta XII edición. Es especialmente crítico y lo argumenta. «Veo la feria pobre, cada año se queda más pequeña. Faltan comercios, pero no me extraña porque los precios del stand son prohibitivos para una tienda pequeña de barrio. Por ejemplo, otros años había un stand de motos, que ya no está, y además el concesionario de coches lo han arrinconado en la esquina».
También observa «poco movimiento» en el recinto ferial, y cree que sería necesario dar un revulsivo al certamen. «Sería bueno que en lugar de hacer una feria en Solares, otra en Astillero, etc, hubiera una sola gran feria en Santander, con muchas más tiendas y ofertas», propone. Unos metros más adelante, Aurora Mediavilla acaba de comprar un colchón. «Lo necesitaba y me ha convencido la dependienta», al tiempo que confiesa que le gusta ese ambiente «tranquilo» que se respira.
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