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Álvaro Machín
Jueves, 10 de marzo 2016, 08:13
En la ciudad quedan todavía lugares en los que al cartero le ladran los perros. Tres le salieron al doblar la esquina. Uno atado llegó hasta donde pudo. Dos estaban sueltos, pero no hacen nada. Cerca andaba Felipe, segando. «Aprovechando ahora que no llueve». Está ... como un chaval con 83. Ha metido el Ibiza rojo al terreno con el remolque. A él no le ha llegado aún. «Y mejor que se quede como está, suba o baje». Y eso que Correos lleva repartiendo las notificaciones con las nuevas valoraciones del catastro que afectan a casi 6.000 terrenos «desde hace como dos semanas». «Sí que hemos repartido muchas ya. Por aquí casi todo el mundo tiene fincas, herencias», dice el cartero antes de volver a arrancar la moto. Por aquí es Cueto, pero puede ser también Monte, San Román... El norte del norte. Posiblemente, la zona más desconocida de la ciudad. El Santander de los praos que aún conserva las vacas. «Entró el otro día uno y me preguntó: ¿Javi, tú entiendes algo de este papel?». Lo dicen detrás de la barra de La española, cerca de la iglesia de Monte, a la hora del blanco. «Sí que se habla del asunto, claro que se comenta». Se habla, pero saberse, a día de hoy, se sabe todavía poco de las variaciones de los valores catastrales que recogen ya las modificaciones del Plan General.
reuniones
El Ayuntamiento explicó ayer que los afectados abonarán en conjunto unos 34.000 euros menos por el recibo del IBI. Eso comunicarán hoy por la mañana a las asociaciones de vecinos (Cueto, Monte, San Román y Peñacastillo). Que los «propietarios con parcelas de menos de 1.000 metros cuadrados pagarán entre 4 y 14 euros anuales en concepto de IBI y los que tengan terrenos de hasta 2.000 metros no llegarán a 30 euros». El Consistorio anunció ayer otra convocatoria en la Casa del Pueblo de Monte. Será a las ocho, justo a la misma hora que la Asamblea en Defensa de la Senda ha convocado en el hogar San Pablo (Cueto). Por otro lado, el Grupo Regionalista registrará una moción en el Pleno de marzo para «que los suelos urbanizables no desarrollados no tributen como urbanos». Algo «ridículo», a juicio del equipo de Gobierno, «porque pide lo que ya se está aplicando». Además, Ganemos acusó al alcalde de no tener «ninguna credibilidad» tras «anunciarse a bombo y platillo rebajas del 15% en los valores catastrales y del IBI».
Cuando pasan dos coches tiene que pararse alguien. En cuanto uno se sale de la carretera grande, los caminos son de mapa antiguo. Un entramado de callejas que, si hay vistas, mezclan en el horizonte el gris de los famosos morios de piedra que separan los terrenos con el verde de la hierba y el marrón del barro que estos días hay en los caminos. Esos que serpentean para llegar a cada finca. Pequeños laberintos que los vecinos conocen. Aquí todos saben de quién es cada cosa y ponen los precios de los carros de tierra en pesetas. «Fulano lo vendió a tanto, mengano a cuanto...». La mayoría de las parcelas son pequeños rectángulos, como pistas de tenis, separadas por los muros de piedras apiladas. Mucha huertuca, hierba para segar... «Lo atiendo yo. Se lo dejé a alguno, pero ni me hacía orilla ni cuidaba el muro, así que lo hago yo y lo tengo curioso». ¿Y le saca algún partido? «Pues no. Para una yegua que tampoco la quiero para nada, pero...». Felipe Portilla dice que, si llega la notificación, sus hijos se ocuparán de todo, pero que la recibirá él y que aún no hay nada en el buzón. «Supongo que llegará». Porque tiene varias parcelas que señala con el dedo en la distancia... Él, que vive cerca del cemeterio de Cueto, ya ha oído hablar del asunto del catastro y leyó sobre ello «estos días en el periódico». «No sé si subirá o bajará lo que hay que pagar, pero yo prefiero que se quede como está», explica antes de seguir tirando de dalle con buena técnica. «Todavía estoy fuerte», bromea.
Sigue el paseo. Un somier oxidado como portilla de una finca, tela verde y negra que quiso ser valla y que ya está hecha jirones, caravanas en mitad del prao, pequeñas construcciones con palets, un establo sin techo pero con paredes de cemento... Algunas fincas están más cuidadas que otras. Y, junto a las pequeñas, también se ven otras de buen tamaño en la distancia. Por Monte hay mucho caballo. Cerca de la gran antena de RTVE (que en sus alrededores tiene pinta de vertedero improvisado) hay una extensión en la que, por lo menos, hay veinte o treinta vacas que miran como solo lo hacen estos animales a los pocos que pasan en una mañana cruda.
Con las vacas
«Sí lo he oído, pero a mí todavía no me ha llegado nada», explica José Luis Álvarez, pegado a su tractor y poco antes de mover las vacas de un terreno a otro. «Donde las tengo pasó de rústico a urbano, pero no me dejaban hacer nada. Y si dejan, ahora lo de la construcción no se mueve... Le preguntaré a mi tía a ver». Se sabe la historia de todas las fincas. Comenta que «los praducos pequeños» se los deja «a alguien que lo cuida». Los siegan. «A mí no me merece la pena y pierdes más tiempo que lo que vale la hierba. A ver si hacen algo o no. De momento, a pagar la contribución. Algo tendrán en el pensamiento hacer, aunque igual yo ya ni lo vea».
Ángel Solano sí que ha recibido las cartas, «pero no he ido ni a mirarlo». «Llegaron la semana pasada, pero qué más da si tendremos que pagarlo y no se puede hacer nada...». Ya le pica la curiosidad cuando en el corrillo de La española le dicen que, igual, con las revisiones por el Plan General, ahora la cosa cambia. El debate en el establecimiento de Javier Alonso es una buena muestra de lo que pasa por la zona. De lo que se dice y de las dudas. «¿Pero a qué zonas afecta exactamente?», «¿hasta dónde llega lo que cambia?»...
Uno dice que «sube hasta un 800%» y otro le contesta que sí, pero que «a uno le pasa de dos euros a veinte», «que eso no es nada» y que «estamos muy mal acostumbrados a tener y no pagar». «Te lo van a cobrar más, pero te lo dan más valor si se puede urbanizar», tercia otro. Y en eso andan un buen rato con un calendario del Molino de La Maruca colgado de la pared como telón de fondo.
«La gente, concluye Javier, sí que está preocupada y lo comenta pero sin saber mucho hasta que no les expliquen bien. Hasta que no se reúnan y lo hablen... Y así todo, muchos igual no nos enteramos de la misa la media».
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