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Mariana Cores
Viernes, 6 de mayo 2016, 09:31
Es tan exclusivo, que ni tan siquiera admite la denominación de crucero. Es sólo un barco residencia. Eso sí, de lujo. Único. Donde no viajan cruceristas y sí propietarios de apartamentos cuyos precios oscilan entre uno y seis millones de euros (eso sí, sin contar ... con los costes de viaje, manutención y mantenimiento). Donde los viajeros realizan un tránsito constante por todo el mundo aderezado con visitas a las tiendas más lujosas. The World, el famoso barco residencia de gran lujo, atracó ayer en Santander y con él su espectacular oferta que sólo los más afortunados y adinerados pueden hacer realidad:doce cubiertas, apartamentos equipados con hasta tres camarotes y tres baños, piscinas, pistas de tenis y pádel, campo de golf, hidromasaje, casino, y distintas zonas de restauración. Un único dato para resumirlo todo: 120 pasajeros a bordo, atendidos por una tripulación de 289 personas.
El buque, de 196 metros de eslora, hizo escala ayer a las nueve de la mañana procedente de Oporto y partirá hoy hacia Burdeos a las tres de la tarde. Más datos: tiene 165 alojamientos privados y sus tamaños van desde estudios hasta apartamentos con tres dormitorios amplios y un ático que puede acomodar hasta doce personas. ¿Y cómo deciden la ruta? The World navega continuamente alrededor del mundo. El itinerario lo eligen los residentes en votación con dos años de antelación. Existen algunos propietarios que residen todo el año en el barco, aunque la mayoría pasa tres o cuatro meses a bordo. El promedio de ocupación a la vez es de 150 personas.
¿Y qué hicieron en Santander? Durante su estancia en la capital cántabra las visitas estuvieron muy repartidas. Dos grupos disfrutaron del Palacio de La Magdalena, donde se interesaron por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), cuya actividad les fue detallada por el vicerrector Sebastián Coll. Otros enfilaron dirección Bilbao para visitar el Museo Guggenheim, y no faltaron los que, con los palos a cuestas, jugaron unos hoyos en el Golf de Pedreña. Comillas y Santillana del Mar fueron otros de los destinos elegidos y los hubo que optaron por alquilar un coche con chófer para perderse por las carreteras cántabras.
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