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Principales inmuebles sin uso total o parcial en Santander.
Un bosque de edificios vacíos

Un bosque de edificios vacíos

Treinta inmuebles, tanto de propiedad pública como privada, están sin uso total o parcial en Santander, la mayoría sin destino inmediato

Juan Carlos Flores-Gispert

Lunes, 30 de mayo 2016, 12:02

De tanto pasar junto a ellos casi nadie se da cuenta de que están vacíos, pero forman un bosque de edificios sin uso que restan vida a la ciudad. Como los 7.000 metros vacíos del edificio de la antigua Caja Cantabria (propiedad de Liberbank); las seis plantas y los bajos comerciales del hotel Central en la calle de Ataúlfo Argenta (propiedad de la familia Cubría Falla); el histórico Banco Mercantil en la calle de Hernán Cortés (propiedad de Viesgo) o el edificio Ubierna, en la avenida de Calvo Sotelo, propiedad de un grupo inversor.

Los edificios se han ido vaciando por efecto de la crisis, el cambio de modelo productivo, las fusiones bancarias, las nuevas necesidades de los funcionarios, de las empresas o de las personas que necesitan asistencia pública. También, por el deterioro de los inmuebles o por planes para construir frustrados, como ocurre con las grandes naves que se iniciaron para los talleres municipales en Ojaiz en un solar del Ayuntamiento que quedaron a medias por quiebra de la empresa constructora.

Un edificio de vecinos en la calle de Tetuán ha quedado en estructura por idéntico motivo. Fue asumido por el banco malo y en la actualidad es propiedad e una empresa multinacional de inversiones. El constructor cántabro Luis García del Río tiene planes para acabar la obra, pero se topa con la dificultad para establecer diálogo con una empresa internacional.

Antes que esos dos edificios quedó a medias un gran bloque de viviendas en La Albericia. Es muy difícil que el Ayuntamiento promueva acabarlo. «Han pasado veinticinco años y lo primero que habría que hacer es una labor de investigación para saber quién es su dueño para, luego, proceder a acabar la obra», explicó el concejal de Infraestructuras, César Díaz.

En la calle de Barcelona esquina con Andrés del Río hay vacíos tres edificios de vecinos. Construidos a principio del siglo pasado, están en tan mal estado que la calle ha sido cortada al tráfico hace meses, a la espera de que el juzgado de la razón a la parte mayoritaria para proceder al derribo de uno de ellos. Son propiedad en el 90% de la empresa Matabide S L. Como explicó su representante, José Ramón Cornejo Lavín, «la idea es ir derribándolos para construir un moderno complejo de viviendas».

Hay más edificios de vecinos vacíos. Un gran bloque de color amarillo en la Alameda de Jesús de Monasterio números 14 y 16. El 90% del edificio es propiedad de Caja Laboral; el resto de una empresaria local. La intención era reformar los inmuebles y hacer pisos más pequeños. La crisis dejó todo a medias (se reparó el tejado y pintaron las fachadas).

Igual situación se produce en el edificio de pisos en la calle de Burgos, frente al número 13 a medio restaurar y con la fachada cubierta por una gran lona. Hay un edificio en la calle Santa Lucía número 11, donde solo vive su propietario y donde han tenido que poner protección para evitar que caigan cascotes.

En la calle Bonifaz, junto a la capilla de La Merced, hay un inmueble acabado hace más de un año pero a la espera de superar las inspecciones municipales para poder ser habitado. Uno de los bloques de la urbanización Las Acacias, está desocupado desde hace años.

En la Avenida de los Castros, el edificio de las antiguas pensiones Margarita y Soledad, se convertirá en pisos de lujo, y muy cerca, se encuentra el imponente Hotel Colón, también cerrado, a la espera de mejores tiempos. Su propietario, Rafael de Palacio, no lo volverá a abrir, salvo para uso de su familia algunos días de verano. Hay otro hotel clásico cerrado, el Central (antes Ignacia), que cesó la actividad en 2015 por quiebra de la sociedad que lo explotaba; se vende en 5,5 millones. También en El Sardinero solo abre en verano el Hotel París (1903), propiedad de la firma El Sardinero S. A. y explotado actualmente por los herederos de Pedro Fernández.

En la plaza de La Esperanza está vacío desde hace mas de un año el inmueble que ocupó la tienda de confección Hernández, propiedad de familia Casanueva Bedia, que regentó la importante cadena con firmas como Gables, Repris, Dinamarca; el edificio está en venta.

Santander tiene, además, tres interesantes palacetes vacíos. En la Cuesta de las Cadenas, el edificio Cortiguera, propiedad del Ministerio de Interior, que lo puso a la venta en 2013 por 954.150 euros, sin encontrar comprador. El Gobierno de Cantabria es dueño del palacete López Dóriga en la calle de El Sol (que acogió varios juzgados) y de la Quinta Labat, en la Avenida de Los Infantes, que ha intentado vender; está tasada en 10 millones de euros.

También es del Gobierno regional la que fuera residencia de ancianos La Pereda-Marcano, en El Sardinero, cerrada desde 2012 y tasada en 20 millones de euros. Es asimismo, dueño del antiguo convento de las Clarisas, en la calle Alta, levantado sobre una parcela de 7.426 metros. Y suyo es igualmente el edificio del Banco de España 3.931 metros cuadrados cedido en 2013 y que sigue vacío a la espera de acoger el Archivo Lafuente y colecciones del Museo Reina Sofía.

Está vacío el edificio de Tabacalera de las calles Marqués de la Hermida-Antonio López, que el Ayuntamiento quiere destinar a centro cultural, tras la cesión del Estado. Y sigue sin uso desde 2011 el edificio del antiguo archivo en la calle Gravina. El Estado se lo ha cedido al Ayuntamiento que desea crear en él la nueva biblioteca municipal. También están vacíos el antiguo edificio de la ONCE, los juzgados en la calle Ruamayor, y casi en su totalidad el área comercial QO, en la calle Miguel Artigas.

Caja Cantabria tiene dos edificios vacíos: la antigua residencia de ancianos en Cazoña y la sede centra en La Porticada. Ambos están a la venta; la entidad rechazó hace tres años una oferta de once millones por el edificio de La Porticada que le hizo un grupo de inversores para instalar una superficie comercial y viviendas. El próximo edificio en quedar sin uso es la Residencia Cantabria, con 40.000 metros cuadrados de superficie.

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