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Álvaro Machín
Martes, 9 de agosto 2016, 11:46
Fueron noches de carreras. Los chavales, bolsas en mano, vieron los uniformes de la Policía y se marcharon corriendo a otra parte. En desbandada. Viernes y sábado. No hubo botellón en Cañadío y las escaleras quedaron limpias, pero en el Río de la Pila fue « ... a lo bestia». Una marea. Los vecinos de la plaza estaban «encantados». «Ruido ha habido, pero no ha sido la locura de las últimas veces, que era ya hasta peligroso». Pero ahora son los del Río los que advierten: «Nosotros no vamos a cargar con este mochuelo». Dicen que van a esperar para ver qué hacen los agentes y el batallón del calimocho este próximo fin de semana. La previsión del Ayuntamiento, según el concejal Pedro Nalda, es «mantener el dispositivo, evaluar los resultados y su eficacia y adaptarlo al movimiento de la gente». O sea, moverse con ellos. «Estaremos en Cañadío y en otras zonas, como el Río de la Pila», confirma.
Nalda habla de un «dispositivo específico», que no especial, en la plaza más famosa para el ocio nocturno en la ciudad. Con «más tiempo de presencia». Lo que no quiere aún es hacer un balance tras ponerlo en marcha un par de noches. «Es un poco prematuro sacar conclusiones tras un único fin de semana. Vamos a seguir actuando tanto en Cañadío como en otras zonas. Este fin de semana ha habido mucha gente en la plaza y no ha habido botellón, pero en otras zonas iremos actuando y adaptándolo en función de los movimientos». El concejal no pierde la ocasión para recordar que hay mucha gente en la capital, que la presencia de personas especialmente durante la Semana Grande tanto de Santander como de fuera ha sido enorme, «más que nunca».
Desde el vecindario, en todo caso, responden que «si hubieran querido en julio, no hubiéramos dado lugar a todo este follón». Para Ricardo Alea, el presidente de la Asociación de Vecinos Pombo, Cañadío y Ensanche, lo de este fin de semana demuestra que «cuando se quiere, se puede». «Claro que hacemos una valoración positiva del dispositivo, pero es que las leyes y las ordenanzas están para cumplirlas», dice sin dejar de reclamar que tenga «continuidad» y sin olvidarse de incidir en que queda «el botellón encubierto» de los que consumen en los bares, pero salen a las farolas o se mueven con las copas. «No es lo mismo que lo otro, pero tampoco cumplen con la ley». Algo que toca directamente a labor de los hosteleros, que mostraron, por su parte, su «satisfacción por la eficacia de las medidas dispuestas por el Ayuntamiento».
«Gracias al dispositivo, ni las terrazas de los establecimientos se han visto invadidas, ni la suciedad o la insalubridad han resultado protagonistas de la noche santanderina. Es deseo de los hosteleros que estas medidas, que tan buen resultado han dado, se mantengan en lo venidero», indicaron desde la Asociación de de la Plaza de Cañadío. A su juicio, es posible una convivencia «en armonía». «De modo que se propicie, por un lado, el descanso de los vecinos, y por otro también, el disfrute y el buen ambiente que demandan turistas y santanderinos». «Entendimiento y sintonía», reclaman los hosteleros al tiempo que pretenden «desligar la imagen del botellón de la plaza» (estudian, de hecho, cómo dar forma a una oferta especial para el público familiar y cómo colaborar en una programación de espectáculos culturales de calle en horario vespertino).
«Ni un duro de caja»
De la satisfacción a las preocupaciones. Ricardo Alea se vio ayer con Jesús Garay, presidente de la Asociación de Vecinos del Río de la Pila, Los Aguayos y San Antón. Para intercambiar impresiones. Él es el que dice que no están dispuestos a «cargar con el mochuelo». A comerse el marrón, visto lo visto. «Después de muchos meses tranquilos aquí, el botellón ha vuelto a lo bestia. No hemos hecho ni un duro de caja», aseguraba a este periódico el propietario de un pub de la cuesta. Allí no andaban para celebraciones. En las puertas de los bares, en los portales y hasta en los escalones de las escaleras mecánicas. Garay lo confirma. «Vi las fotos del periódico las que publicó El Diario Montañés el domingo y lo vi en vivo. Era previsible. Cuando actúan en Cañadío vienen al Río y si vienen al Río van a Cañadío». Es crítico con la actuación policial: «Lo único que hacen así es trasladar el botellón». Y propone, de entrada, sentarse a hablar. «Lo primero que deberían hacer es hablar con las asociaciones de vecinos y ver entre todos de qué manera enfocarlo. Nosotros también tenemos ideas y hasta buenas».
«No son tontos»
Poco partidario de las multas cree que Santander «suspende con un cero» en la gestión de este asunto, apunta que «los jóvenes no son tontos». No van dónde hay agentes. «En cuanto les ven, se piran». Y lo urgente, a su juicio (y también al de Alea), es alejar la práctica del botellón de las zonas en las que hay vecinos. «Puestos a hacer la vista gorda aquí, como hacen, que la hagan en donde no viva nadie».
¿Y ahora? ¿Alguna medida prevista? «Pues vamos a ver la actuación de la Policía este próximo fin de semana y si no miran en el Río de la Pila y se repite esto, algo tendremos que hacer».
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