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La plaza, con sus farolas artísticas, sus terrazas, los transeúntes y los niños jugando. Muy diferente a las noches de verano, cuando el botellón se apodera de ella.
Cuando Cañadío era un barrio tranquilo

Cuando Cañadío era un barrio tranquilo

Tuvo tiendas y ultramarinos, pastelerías y talleres, pero en 1981 llegó el primer bar y todo cambió

Juan Carlos Flores-Gispert

Lunes, 22 de agosto 2016, 12:10

Por el día, la plaza de Cañadío es un recinto tranquilo, con sus farolas artísticas obra del escultor José Quintana, con los bancos bien orientados para contemplar desde la Iglesia la cuesta de 'las cadenas', y sin tráfico, frecuentada por transeúntes y niños que ... juegan. Por la tarde es zona de terrazas tranquilas, ordenadas y sin coches que molesten. Juegan los niños al balón y recuerda algo de aquel barrio que fue en el que hubo pastelerías, ultramarinos, talleres, tiendas y hasta una imprenta. El primer pub llegó en el año 1981. Dio animación a la plaza y atrajo un público más joven. Después todo cambió. El público llegó de forma masiva, la plaza fue peatonalizada y los niños de las farolas del viejo puente que unía las dos aceras del hoy Calvo Sotelo fueron testigos de alegría juvenil nocturna, sin escándalos.

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