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La fila de taxis en el aeropuerto estaba esta martes vacía.

"¿Y no va a venir ningún taxi?"

El paro nacional de los taxistas ha dejado en Cantabria una estampa de paradas vacías y confusión

Álvaro Machín

Martes, 30 de mayo 2017, 07:20

Desde las doce hasta pasadas las cuatro y cuarto de la tarde, en la centralita de Radio Taxi recibieron 560 llamadas. La cifra es la normal, la de un martes cualquiera. La diferencia es que este martes, en vez de mandarles un taxista les explicaron que el sector estaba de paro hasta las seis de la tarde. Que no iban a ir a recogerles. "La mayoría no sabía nada. Unos se lo han tomado mejor y otros, peor". En total, algo más de 450 vehículos apagaron la luz verde durante seis horas en una comunidad autónoma en la que hay concedidas 529 licencias de taxi. Con un centenar de taxistas cántabros en la manifestación de Madrid, la estampa generalizada en casa fue de paradas vacías y cierta confusión. "¿Sabe dónde están hoy los taxis?", preguntaba una jubilada recién bajada del autobús en la estación, maleta en mano. Allí no había nadie.

¿Por qué protestan los taxistas cántabros? Es la primera pregunta. Uber y Cabify no operan aquí. Su servicio no está disponible. "De momento, porque nuestro temor es que acaben llegando", apunta Manu Andoni Ruiz, presidente de la Federación Cántabra del Taxi. Entonces, ¿cuál es la competencia que consideran desleal en la región hoy en día? La respuesta está en las 150 autorizaciones para vehículos de alquiler con conductor existentes según sus datos, esa fórmula que en el sector resumen con las siglas VTC. Ruiz asegura que esos permisos han pasado de los 39 "tradicionales" a los 150 actuales en sólo dos años. Así, frente al baremo de la normativa que los taxistas exigen cumplir de un VTC por cada treinta taxis, la proporción es de uno por cada tres. "El más alto de toda España", repite con insistencia. ¿Y cómo operan? Sin una aplicación para captar clientes (justo lo que ofrecen Uber o Cabify a través de internet), Ruiz explica que son contratados "para trabajar con empresas o con hoteles, por ejemplo". Lo que el sector pide es más control. Que tengan una base de operaciones reconocible, un epígrafe fiscal concreto o una web donde estén registrados y que dispongan de un "distintivo homogéneo y discreto, en cuanto a sus especificaciones técnicas". "Competir de igual a igual", dicen.

Esas fueron las razones. Las consecuencias, seis horas en las que fue complicado encontrar un taxi (en otras comunidades el paro fue de doce horas). Imposible no, pero muy complicado. "Yo me he cruzado con cuatro y debemos ser ocho o diez. Todos conductores (asalariados, no propietarios de licencia), porque es una guerra que la están peleando sobre todo los patrones, aunque hay uno que sí está trabajando", comentaba uno de los que sí decidió dar servicio en Santander. En el aeropuerto, por ejemplo, cuando llegó el vuelo de Barcelona de la una menos diez había ocho vehículos en la parada. "Somos taxistas con licencia. De Camargo, Astillero, Bezana... De Santander sólo hay uno. Nosotros no tenemos emisora. Lo normal es que aquí hubiera unos veinte", indicaron. Y en Torrelavega, en una de las cuatro asociaciones que operan en la ciudad (la única que no está integrada en la Federación Cántabra del Taxi), sí que dieron servicio. Ese colectivo supone doce de los 54 vehículos del municipio. El resto decidió parar.

Con estas excepciones y con los datos que le llegaban desde todos los rincones de la región, Ruiz echó cuentas. "Algo más de 450", con el añadido de las dos centralitas que operan en Santander sin ofrecer servicio (un factor decisivo). "Cogemos el teléfono, pero para informar del paro", comentaban desde Radio Taxi (el 942-333333). Para palpar que el paro caló, sólo había que darse una vuelta por las paradas más importantes de la capital.

Las anécdotas

A las doce en punto, la de El Corte Inglés se quedó como un solar. En la de Cuatro Caminos aparcó todo el mundo, menos los taxistas. Valdecilla, Vargas, Paseo de Pereda... Vacías. En el Río de la Pila un hombre que llevaba un niño en un carrito preguntaba si la huelga era también de autobuses. Por si acaso. Tenía que ir hasta San Martín. A más de uno le tocó hacer de informador. "Tienen que ir por esa y todo recto", indicaban a una pareja de turistas sobre el mapa en la puerta de la estación de trenes. Iban a ir en coche, pero... Allí había un taxi aparcado al fondo. Parado y sin conductor. Cayó en martes, por lo que la afluencia en los trenes en el tramo del parón de doce a seis tampoco desbordó las paradas. Pero sí que hubo algún trastorno. Y, sobre todo, confusión.

"Voy a Cisneros. Me largo a pie aunque tarde media hora". Lo decía un hombre con cachava que llevaba un buen rato parado junto a la señal de taxi de la estación de autobuses. Pasó uno, pero no le recogió. Justo detrás, una mujer echaba un vistazo a la parada. "He venido en taxi esta mañana y ahora no hay. No me había enterado del paro. Tengo que ir a comer corriendo y a volver. Es un pocotrastorno, pero entiendo que hagan huelga, tienen que defender sus derechos". Y así, varios. Hasta que a las seis de la tarde todo volvió a la normalidad.

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