Borrar
Imagen aérea de gran parte de los barrios que se quemaron, antes del incendio.
De puertas para adentro

De puertas para adentro

Los numerosos edificios que quedaban en pie de la época medieval eran bloques de viviendas, en general, muy estrechas, profundas y poco iluminadas

Álvaro Machín

Miércoles, 17 de febrero 2016, 19:44

Se luchaba por cada metro cuadrado. Por ganar un hueco para una vivienda que, en general, presumía de estrecheces. Y ya que a ras de suelo no quedaba margen para ocupar nada, aquel Santander viejo que alimentó la hoguera estaba lleno de balcones. Miradores que ... sobresalían, buhardillas, que hacían de las propias calles de las menos anchas casi arcos que se cerraban en las alturas en los que poder saludarse con el vecino de la otra acera sin gritar mucho. Menos luz y hasta más facilidades para el fuego en su afán por contagiarse. Por destruir unos hogares que, con matices (y con muchas excepciones), obedecían a un mismo perfil: estrechos, profundos y más bien oscuros. Muy sobrios, nada recargados de muebles. «Eran explica el catedrático de Historia del arte de la UC Miguel Ángel Aramburu-Zabala lugares para retirarse a dormir y para guardar las cosas. Pero la vida se hacía, sobre todo, en la calle».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes De puertas para adentro