Secciones
Servicios
Destacamos
La rabia ha dado paso a la pérdida de esperanza y a la sensación de abandono. Ya han pasado cinco años desde que el número 57 de la calle del Sol se desplomó y sus habitantes siguen esperando soluciones o, al menos, alguna señal ... de que lo ocurrido no ha caído en el olvido. En el inmueble apenas ha habido cambios desde que parte de la fachada se vino abajo. Se reforzaron las viviendas que seguían en pie, pero jamás se reconstruyeron las que se cayeron. Desde entonces, los vecinos que vivían allí se han tenido que buscar la vida. Algunos están de alquiler. Otros han recurrido a segundas viviendas que tenían en el pueblo. Gastos que se suman a los que ya tenían, como las hipotecas o el IBI. «Nos sentimos abandonados».
Son conscientes de que los procesos judiciales avanzan a su ritmo. «Ellos tienen el suyo y nosotros el nuestro. Puede que cinco años no sean muchos para la Justicia, pero para nosotros, que estamos sin casa y asumiendo gastos y más gastos, es una eternidad a la que además no le vemos fin», relata una de las vecinas afectadas, Carolina Sánchez.
19 de julio de 2017 Tras la llamada de Carolina, los bomberos desalojan el edificio horas antes de su derrumbe.
Septiembre de 2020. El Juzgado de lo Contencioso emite una sentencia en firme que señala que fue una negligencia.
Agosto de 2022. Siguen abiertos cuatro procesos judiciales sin que ninguno tenga aún fecha para resolverse.
Hay cuatro procesos judiciales abiertos y a la espera de resolverse. El primero relacionado con las sanciones a las empresas involucradas en las obras del bajo comercial que afectaron a la estabilidad de todo el edificio (Tainsa, dirección de obra; Dos Imanes, promotor; y Millán, contratista); el segundo sobre la responsabilidad patrimonial -el Ayuntamiento tiene que dar curso al Consejo de Estado-; el tercero, sobre ejecución subsidiaria y, el cuarto, de reclamación civil a los sancionados -está iniciándose ahora-. Lo único resuelto es una sentencia firme del Contencioso-Administrativo que señaló que se actuó de forma negligente en las obras del bajo en el que se estaba reformando el pub 'Máster'.
Ana María López | Vecina afectada
María del Mar López | Vecina afectada
Saben que no les queda más que esperar: «Algunos conocidos nos dicen que estamos parados, que tendríamos que estar todos los días protestando con pancartas a la puerta del Ayuntamiento. Pero somos pocos y, ¿de qué serviría? El asunto está en los tribunales y es ahí donde tiene que resolverse», considera Carolina.
Benjamín Gándara | Vecino afectado
Estos vecinos tienen clara una cosa: lo ocurrido supuso un antes y un después. Todo lo que vivieron hasta julio de 2017 quedó sepultado bajo los escombros. En lo figurado y en lo literal, ya que cientos de fotografías desaparecieron junto a sus casas. «Nunca podremos volver a ver las imágenes de nuestros hijos de pequeños», lamenta Benjamín Gándara, santanderino hasta la médula que ahora solo viene a la ciudad de visita. «Mi mujer y yo nos hemos tenido que ir a Suesa, donde tenemos una casa. No hay ni un día que no eche de menos la vida que tenía aquí. Los amigos, los paseos por Puertochico...».
Carolina Sánchez | Vecina afectada
Quienes también tuvieron que marcharse de Santander fueron Marcelino Sánchez y Ana María López. Ahora viven en Comillas, donde tenían una casa. En su caso, lo ocurrido también ha afectado drásticamente a su vida laboral. «Soy cocinero, por lo que tengo jornada partida. Ya no me compensa trabajar en Santander, porque son cuatro trayectos en coche al día, salir muy tarde, descansar poco y se suma el precio de la gasolina. Al final, no me compensa venir aquí», explica Marcelino. «El proceso ya es larguísimo y ni siquiera sabemoscuándo se resolverá. Sentimos impotencia, estamos bajos de moral», añade Ana María.
José Andrés Oñate | Vecino afectado
María del Mar López y José Andrés Oñate sí pudieron volver a su casa, que fue de las que resistió en pie y tuvo que someterse a un refuerzo para que no se cayera. Aunque tienen la 'fortuna' de haber recuperado su hogar, nadie les quita el mal trago que atravesaron desde el derrumbe hasta que pudieron volver a su casa. Un camino que trajo consigo enfermedades. «Tuve que ir a por medicación a la farmacia, no me daba tiempo ni a ir al hospital del ataque de nervios que me dio. Mi salud se vio afectada», cuenta María del Mar. «La solución que nos dieron fue quedarnos durante meses en el centro Princesa Letizia. Y aunque al principio las Administraciones nos prometieron muchas soluciones, al cabo de unos meses el asunto cayó en el olvido», lamenta José Andrés.
Marcelino Sánchez | Vecino afectado
Quien más «humor» tiene -como dicen sus vecinos- es Carolina. No quiso dejar el edificio donde vivía y, aunque tuvo que esperar meses, alquiló una de las viviendas que quedaron en pie en cuanto quedó libre. «Mi vida siempre estará aquí».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.