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Para quitar lo que hay en un sitio antes hay que llevárselo a otro. Por eso la construcción del nuevo edificio que albergará las oficinas, almacenes o el Centro del Control del Tráfico (CTC) es indispensable para avanzar –de verdad– en el proyecto de ... la reordenación ferroviaria de Santander. Esta construcción es el paso previo para demoler después las naves y talleres que están en un escenario que sufrirá cambios. De entrada, el desplazamiento de las vías a la zona norte (lo que permitirá liberar terrenos para la ciudad), la ampliación de las estaciones y la instalación de la losa que cubrirá esas vías. Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) anunció ayer que ha aprobado el proyecto constructivo de las nuevas instalaciones. Ahora deben licitar unos trabajos cuyo inicio está previsto para el mes de octubre y tienen un plazo de ejecución de doce meses. Un primer paso del calendario firmado que, de cumplirse, supondría ver obras de forma casi ininterrumpida en toda la zona durante los próximos cuatro o cinco años.
Poniéndolo sobre el mapa, el nuevo edificio estará ubicado entre la pasarela peatonal hasta los ascensores –la que une la calle Castilla con la calle Alta– y la Peña del Cuervo. Pegado a la ladera y por debajo del paseo que se construyó entre esos dos puntos. Estará ahí porque, si se cumple todo lo previsto en la reordenación, será uno de los pocos espacios que quede libre en la zona. Por eso se ha pensado en un edificio que cubra las necesidades ferroviarias actuales y las futuras. Tiene que albergar, en principio, lo que ahora se hace en otras naves. Y ahí está la clave.
Otra vez colocando la información sobre el mapa, las construcciones que se ven si uno se asoma a la pasarela y mira desde allí en dirección a las estaciones tienen fecha de caducidad. Un puñado de edificaciones que ahora salpican los espacios que hay junto a las vías. Trasladarse a lo nuevo y –siguiente paso– derribar las naves que se vacíen.
El traslado de las vías de ancho métrico –más hacia el norte y pegadas a las de ancho convencional– permitirá liberar 36.186 metros cuadrados. Pero el nuevo trazado obligará a trasladar instalaciones. Una de ellas será el Museo del Ferrocarril, para el que se ha propuesto una ubicación alternativa a pocos metros del lugar en el que ahora está: entre el edificio de la Policía Local y la pasarela peatonal. La otra instalación afectada será el aparcamiento de Renfe. También habrá que moverlo (será un 'intercambio' de terrenos con el actual de las vías) y así se quedará –en superficie– de forma provisional. Será el futuro proyecto de urbanización (ya con las vías cubiertas) y tras la participación ciudadana, el que decida su futuro (posiblemente, subterráneo).
Hay una duda aún sin resolver –por lo menos en el Ayuntamiento no lo saben–. Al edificio que empezará a construirse se moverá todo lo que tiene que ver con actividad ferroviaria. Pero junto a las vías hay otras naves que son concesiones a terceros (Correos, por ejemplo) y que también tendrán que mudarse. Su destino por ahora es una incógnita, pero allí no podrán seguir estando.
Lo importante del paso anunciado ayer es que se cumplen los plazos del cronograma del convenio firmado entre el Ayuntamiento de Santander, el Gobierno de Cantabria, Renfe Operadora y Adif para ejecutar la segunda fase de la integración ferroviaria. Desde Adif aseguraron en una nota que la construcción del nuevo edificio supondrá una «inversión aproximada de veinte millones de euros (IVA incluido)». Tendrá una superficie de 3.005 metros cuadrados distribuidos en tres plantas y un aparcamiento propio con capacidad para 95 plazas. Con todo, la superficie que ocupará la instalación será de 11.580 metros cuadrados.
Lo que debería producirse a partir de ahora es una concatenación de obras. Por eso, mientras se ejecute la de este nuevo edificio se trabajará en los proyectos de las instalaciones de seguridad, del traslado del haz de vías, de la losa de cubrimiento y de la ampliación de la estación. «Se está en ello, pero son proyectos sucesivos y hay que irlos encajando», comentaba ayer a este periódico César Díaz, concejal del Ayuntamiento.
Sobre todo, coser los aspectos «técnicos». Plazos de obra, licitaciones... Porque Díaz insiste en que «los compromisos presupuestarios» ya están firmados y los proyectos tienen que ir sucediéndose. «Esto ya ha empezado, ya está y se va a continuar», asegura el concejal. Su opinión respecto a un concepto –el de la reordenación ferroviaria y el cubrimiento de las vías– que ha llegado a parecer una quimera para los santanderinos.
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