Adiós a Javier Gómez, presidente de la peña taurina Félix Rodríguez

Activo, curioso e inquieto en materia taurina, Javi Félix, como muchos le conocían, era un fijo en cuanto evento o acontecimiento taurino se celebraba en Cantabria, aportando siempre un carácter risueño que le hacía ser querido. Javi comandaba una agrupación ejemplar, que tiene su santuario en la calle Padre Rábago, un local por el que en los últimos meses han pasado Domingo López Chaves, Enrique Ponce o el Fundi, por nombrar tres figuras del toreo. Gómez fue una figura clave en el peor momento de la peña, que estaba a punto de desaparecer cuando Javi se hizo cargo de una junta gestora que sacó adelante la entidad hasta devolverla al lugar que ahora ocupa, siendo epicentro de las reuniones y citas tanto dentro como fuera de Santiago. Y es que son muchas las tardes de Abril, San Isidro o San Fermín en las que decenas de aficionados se juntan para ver los festejos.

Amante de la historia, Javi conocía al dedillo la Santander taurina, una ciudad donde nació, se crió y que quería como nadie, y la de Félix Rodríguez, torero santanderino del que la peña posee una gran colección de carteles, retratos y hasta cabezas de toros que estoqueó. Siempre atento a librerías y a internet, no había novedad sobre el matador que se le escapase.

En los últimos meses sus facultades habían sufrido una merma, pero no falló a su cita con Vic, en Francia, como no había fallado a Pesaguero, Requejo, Rasines, Santoña o a cualquier festejo que se daba en la región. Javi no pudo ver completa la feria de Santiago, su feria, que ya nunca volverá a ser lo mismo. Estuvo en la novillada, gestionó la exhibición de Andy Cartagena en la matinal de rejones, pero la dolencia le hizo faltar a tardes en las que, sin duda y pese todo, hubiera disfrutado. Habitual de tertulias, coloquios y un anfitrión excelso, el jurado de los premios de la feria de Santiago le había dedicado un apartado especial, una mención de honor reservada a los aficionados especiales, ejemplares y que tienen un hueco en la historia de la feria. Javi merecía ese reconocimiento, ese premio al fomento de la afición, del toro, del toreo y de la historia de la tauromaquia en la ciudad. Un galardón que llenó sus últimas horas y que le permitió irse con el cariño de consejo de administración, medios de comunicación y peñas taurinas.

En los últimos años la Escuela Taurinas de Santander era la niña de sus ojos y no se perdía tampoco tentadero, entrenamiento o clase o práctica de unos chavales que le deben mucho. «Hoy es un día muy triste, la tauromaquia en Cantabria le debe mucho a Javi. Nunca olvidaremos todo lo que hizo por ella y por nosotros», apunta José Miguel Álvarez, presidente de la Asociación Taurina de Cantabria y que trabajó codo con codo con Gómez en la organización de clases prácticas y clases de toreo de salón. Ayer su labor fue reconocida también en Rasines, donde Eduardo Rodríguez y Hugo de Juana le brindaron un novillo y donde presidió desde arriba un festejo que ayudó a fomentar,

Y es que Cantabria y Santander pierden a un aficionado de los de verdad, de los entendidos, de los de puro en el tendido y pañuelo caro. De los que pensaba en torero y trabajaba día y noche por mejorar lo que se le ponía por delante. Las plazas le echarán mucho de menos. Su último adiós será hoy a las 17.00 horas en la Iglesia Parroquial de Monte, en cuyo cementerio serán inhumados sus restos.