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Una mujer, de luto, preparada para asistir al entierro de la sardina.
Dos mujeres muy afligidas tuvieron que sonarse los mocos por el disgusto de la muerte de la sardina.
Una de las comparsas, disfrazados de samuráis, llevaron a la sardina desde el Palacio de Festivales al Parque de las Llamas.
Los más pequeños también sufrieron la pérdida de la sardina.
Cientos de personas se congregaron en el Parque de las Llamas para ver el entierro.
Mucho luto para asistir al solemne funeral.
Algunos llevaron hasta velas para rendir homenaje al pez.
Mujer de luto con sus mejores joyas.
La sardina arde ante la atenta mirada de las comparsas.
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