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La Albericia despidió este viernes a Remigio Sobremazas Saiz (1945-2022), a Remigio, en definitiva, que con el nombre basta en su barrio, que es ... mucho más que eso. Porque Remigio era santanderino, claro, pero más correcto es decir que era de La Albericia, donde pasó toda su vida y a donde dedicó toda su vida.
Heredó el negocio familiar de su padre, también Remigio, que fundó en 1934 todo un clásico en cualquier barrio que se precie: la tienda de ultramarinos con su barra de bar. Eje de gravedad del barrio, con él tras el mostrador y la barra, generaciones de santanderinos pasaron por un lugar que terminó siendo eso, ya solo un bar, cuando el negocio creció para separar el patio de Remigio, bajo la casa familiar, y una tienda de comestibles al otro lado de la carretera.
Así es como 'El Remi' ha sobrevivido a lo largo de tres generaciones a una Guerra Civil con su posguerra; al atentado de ETA que tuvo lugar frente a sus puertas, que hizo temblar hasta el último vidrio; y a tantas crisis económicas que ya no se pueden contar.
A caballo entre los ochenta y los noventa, coincidiendo con la época en la que El Diario Montañés se mudó de Moctezuma a La Albericia, transformó el clásico bar en una cafetería para seguir siendo el centro neurálgico en el que conversaba con los parroquianos, con los taxistas que entre turno y turno siguen tomando el café a pocos metros de su central y nave, y con los periodistas.
En los últimos años, ya enfermo, dejó de pasar por el bar y el reservado que sus hijos habilitaron para su padres cuando tomaron definitivamente el relevo de lo que era su casa. Porque en La Albericia está 'El Remi', en el tanatorio de La Albericia se le despidió y en la iglesia del barrio, a escasos metros de la vieja taberna y tienda, de ese lugar de abrigo, se celebró este viernes el funeral.
Ahora el bar se llama Remigio Sport Tavern; la vuelta de tuerca que dio la tercera generación para adaptarse a los tiempos, pero que sigue siendo 'El Remi'. A la clientela de barrio, que nunca lo ha abandonado, se han unido las familias, las tardes-noches de fútbol y un ambiente de taberna más familiar que de noche. A los menús, las raciones. En los últimos tiempos, ya enfermo, a Remigio no se le veía por el bar. Sí a su mujer, Cioni, que nunca ha dejado de visitar a sus hijos y de saludar a una clientela que también ha sido su vida.
Su legado caló entre sus tres hijos. Remigio (o Remi), el mayor, que ha puesto en marcha varios negocios hosteleros, y Óscar y Manuel, que dirigen con orgullo un negocio de 88 años. Les gusta presumir del ambiente, pero también del legado y de la responsabilidad de mantener abierto un local que, además de servir de puerto y dar unos cuantos puestos de trabajo, es parte de la historia imprescindible de La Albericia. Remigio Sobremazas, el segundo de la saga, ya no estará más, pero sus hijos mantienen vivo el legado.
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