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Los locales vallados en la calle Isabel II recuerdan que hace apenas un par de meses dormían allí personas sin hogar. Ahora se han dispersado por otras zonas de la ciudad y es común verlos, por las noches, cobijándose en La Porticada, en ... la iglesia de Santa Lucía o en algún cajero del centro. Las razones por las que viven en la calle son tan variadas como personas hay. Algunos han elegido ese modo de vida, otros se han visto obligados por problemas económicos o familiares y también los hay con adicciones o problemas de salud mental. Desde el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento recalcan su intención de darles una nueva oportunidad que les permita, a aquellos que así lo deseen, cambiar de vida. Actualmente, en las calles de la capital cántabra duermen alrededor de 15 personas, en su mayoría hombres de mediana edad.
La concejala de Servicios Sociales, Zulema Gancedo, expone que aunque la actividad y los servicios que presta el centro Princesa Letizia tienen como objetivo luchar contra el sinhogarismo, «su labor va mucho más allá, al ofrecer las herramientas para que los usuarios salgan de esa situación». En este centro de acogida pernoctan unas 30 personas –de media– cada noche, pero no todos los sin hogar se decantan por esta opción y, aunque desde el programa Ola de Frío se ofrece a aquellos que están en la calle de noche ir a este centro, algunos prefieren no hacerlo.
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Álvaro G. Polavieja
Los que cada noche duermen en las calles de Santander tienen perfiles muy diversos pero, como trasladan desde la Concejalía, son fundamentalmente hombres de mediana edad, de entre 40 y 50 años, mayoritariamente españoles «que han llegado a esta situación por diversas causas y avatares, y que en algunos casos acompañan circunstancias ligadas a la salud, patología dual, consumos y comportamientos adictivos». También se están detectando casos de mujeres, aunque siguen siendo minoría en las calles y la relación es de dos féminas por cada quince personas sin hogar.
Todos las personas que viven en la calle en Santander están identificadas y se distribuyen por la zona centro, «tal y como ocurre en el resto de ciudades de España y del mundo, por ser zonas en las que aprovechan para ejercer la mendicidad», añade Gancedo. Desde hace años se trabaja con ellos a través de varios programas como Ola de Frío, que sale a la calle cada noche para atender, informar e insistir en la ayuda que ofrece el centro Princesa Letizia, quieran o no pernoctar allí. Independientemente de ello, los técnicos de Ola de Frío –que también les ofrecen mantas y alimentos– hacen seguimiento para poder analizar su situación y ayudarles a buscar soluciones.
El sinhogarismo no se trata solo desde el área de Servicios Sociales. También interviene Protección Ciudadana y Medio Ambiente –desde el servicio de Limpieza Viaria– para garantizar la seguridad y la salubridad. De hecho, las tres áreas tienen reuniones regulares para trabajar juntos en solventar la situación. Además, la cuestión atraviesa las puertas del Ayuntamiento hasta llegar al Gobierno cántabro, con quienes también colaboran. Como apuntó Gancedo en la entrevista que dio a El Diario Montañés en noviembre, desde la Consejería de Inclusión Social tienen previsto trabajar con el Consistorio en el ámbito del sinhogarismo con el objetivo de atajarlo.
Desde Protección Ciudadana, el concejal del área, Eduardo Castillo, también valoró la situación de sinhogarismo en Santander y apuntó que es un asunto «que hay que enfocar desde una doble vertiente, no son delincuentes en un 99,9%». «En buena parte son personas con problemas de salud mental, con diversas patologías o adicciones. Yo aspiro a que la sociedad en la que vivimos no aparte esa gente porque le molesta, sino que les ayude». Por eso, considera que es responsabilidad de los dirigentes «responder a ese problema y darles la solución para que puedan vivir en buenas condiciones».
Entre los proyectos que el Ayuntamiento tiene en marcha para ayudar a aquellas personas en exclusión social que necesitan ayuda para salir de la calle está Vida independiente. El programa nació hace un década, pero hace apenas año y medio el Ayuntamiento, a través de la Fundación Servicios Sociales, empezó a poner a disposición de los usuarios pisos tutelados a modo de transición hacia una nueva vida. Más del 90% de los participantes logró salir de la calle.
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