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En los últimos 25 años, Luis Somohano ha sido testigo aventajado de la transformación de Nueva Montaña: «Lo he visto crecer». Desde la ventana de ... su despacho, en la planta baja del colegio público bautizado igual que este distrito periférico de Santander, ha asistido al desbroce de las calles, al derribo de las casucas que bordeaban la carretera y al relleno de los socavones. Entre el silencio y el alboroto que se alternan en las jornadas lectivas, ha asistido a la urbanización de la zona: aparcamientos, edificios y un centro comercial cuya cúpula emerge entre los bloques. Porque Somohano es el conserje del Centro de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Nueva Montaña y lleva en su puesto los mismos años que lleva en pie este colegio público de paredes coloridas y percheros atestados de mochilas: 25 años, un cuarto de siglo, que él, sus compañeros, alumnos y familias celebran este ejercicio.
Para ser precisos, Somohano cumple 27 cursos ligado a la historia educativa del barrio. Antes de aterrizar en su despacho con vistas a la calle Francisco Tomás y Valiente estuvo un par de años en el ya desaparecido «colegio viejo», dirigido por los salesianos y emplazado a varias manzanas de distancia. De hecho, todos los hitos históricos que tienen que ver con Nueva Montaña han quedado plasmados en unos paneles explicativos que la dirección del CEIP Nueva Montaña ha instalado en los pasillos del colegio. El punto y aparte es su inauguración, en el curso 1997-98.
Beni Iglesias es la directora del centro desde hace una década, aunque -bromea- tiene que disputarse el liderazgo con Luis, a quienes niños y niñas «quieren un montón». El colegio supera hoy en día los 300 alumnos y los 40 profesionales, trabaja con una línea pedagógica «clara», está involucrado en varios proyectos -entre ellos, el PROA+ o Escuelas promotoras de la salud- y su seña de identidad es su «buen clima» de convivencia. «Lo principal es que los niños vengan contentos a clase y con ganas de aprender; y que las cosas puedan hablarse y acordarse. Creo que lo hemos conseguido», destaca.
Como Luis; como David González, el secretario; como Alicia Espeso, maestra de apoyo de Infantil, que a esta hora de la mañana observa cómo sus alumnos mejoran la psicomotricidad en un circuito de colchonetas, o como tantos otros, Beni es prueba de que el centro engancha. En el curso 2001-02 trabajó aquí como interina y casi una década después logró regresar gracias a un concurso de traslados. Con ella, también aterrizó en el colegio otro puñado de compañeros «con frescura y ganas de hacer cosas». Todos siguen en el CEIP Nueva Montaña «con el mismo objetivo».
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