![«Con mis 105 años, todavía salgo sola de casa a tomar un vino con mis amigas»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202111/05/media/cortadas/68918310-kjJ--1248x704@Diario%20Montanes.jpg)
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Sara Robledo, vecina de Tetuán desde hace 40 años y, anteriormente, residente de la calle Cervantes, cumplió ayer 105 años, lo que la sitúa como la segunda persona más longeva de la ciudad, sólo por detrás de otra mujer que llegó a esa edad ... el pasado mes de febrero. Nació en Santander el 4 de diciembre de 1916 y el paso del tiempo le ha tratado de manera excepcional, pues ha llegado a esta avanzada edad en plenas facultades y sin padecer ninguna enfermedad, lo que le permite llevar una vida muy independiente: sale cada mañana de casa sola, baja en el ascensor y pasea por el barrio, donde se toma un vino en la Bodega San Fermín y se reúne con sus amigas en el Tapas 53, o en el parque, donde le gusta sentarse en un banco a charlar con la gente. En este punto es habitual encontrársela.
Su actitud jovial, alegre y sociable ha hecho que esta mujer centenaria se haya ganado el cariño de todos en el barrio, donde ayer se celebró su cumpleaños a lo grande, con un recorrido por distintos establecimientos, donde Sara sopló las velas de varias tartas y le cantaron. «Me siento feliz de ver tanto derroche de cariño hacia mí. Nunca en toda mi vida había sentido tanto aprecio, tanta gente dándome regalos y muestras de cariño. No sé cómo agradecérselo», afirmó.
Sara comenzó el día en la peluquería del barrio, a donde acudió acompañada: «Siempre me muevo sola, a pesar de los años mantengo mucha independencia, a excepción de los días de lluvia, que me siento más segura si estoy acompañada, porque tengo que llevar en una mano la cachava y en la otra el paraguas, y podría caerme», explicó a este periódico. Los trabajadores del salón esperaban a Sara con una tarta con velas para soplar, en la que sería la primera sorpresa del día, pero no la única.
Sara Robledo | Homenajeada en su cumpleaños
La de ayer fue una jornada especial para la homenajeada, a pesar de que había insistido en que no quería ser centro de atención. Pero sus peticiones no lograron disuadir las intenciones de sus seres queridos, que organizaron un homenaje para una día tan especial, que tuvo su momento álgido a las 18.30 horas, con un acto sorpresa en el que la alcaldesa, Gema Igual, le hizo entrega de un ramo de flores. Sara estuvo acompañada por su familia, sus dos hijas, Rosa María y Maribel, sus yernos, Alberto Arana y Benito Soto, sus cinco nietos y sus siete bisnietos, que destacaron su carácter sociable y alegre.
«Me gusta estar con la gente y mantener conversaciones, pero alegres, que de cosas tristes prefiero no hablar», señaló la centenaria. «Por eso, el confinamiento fue complicado. Para mí, lo peor fueron las normas: tener que salir a una hora determinada de casa, ni antes ni después. Tanto control sobre tu vida no lo veía normal», continuó Sara. Con respecto al miedo por la pandemia, confesó que «no me he dejado llevar por el pánico. Soy prudente, siempre llevo la mascarilla, y he salido a la calle desde que se puede porque necesito el contacto con los demás».
Entre sus aficiones a lo largo de su vida, las principales han sido ir al cine y el teatro. Su película favorita es 'Lo que el viento se llevó', porque -asegura- «el protagonista, Clark Gable, era igualito a mi marido, Juan Calvo».
Sara se quedó viuda muy joven, con solo 29 años, y en la misma semana se quedó también huérfana de padre. «Mi madre y mi abuela se quedaron viudas al tiempo, en una semana muy negra de la que procura no hablar», lamentó su hija mayor.
El marido de Sara, que falleció de pulmonía, trabajaba en Renfe cubriendo el recorrido Santander-Alar del Rey. «En aquellas máquinas sin puertas hacía mucho frío y cogió una pulmonía. Como mi padre no llevaba muchos años en la empresa, a mi madre no le correspondió pensión de viudedad, así que no paró de trabajar para sacar a su familia adelante», resaltó a continuación.
De esta manera, la homenajeada ha desarrollado variados oficios: de administrativa, en la fábrica de fideos La Constancia y en la cafetería Kansas, con entrada por Calvo Sotelo y San Francisco, donde estuvo trabajando hasta que se jubiló.
Esta santanderina con más de un siglo de vida añade días al calendario disfrutando de muy buena salud. «Sólo me han operado de cataratas, de nada más. Tengo fuerzas para vivir más. En Tetuán tengo calidad de vida y me encuentro muy a gusto entre mis vecinos, que son mis amigos», destacó la homenajeada. A la pregunta de si guarda algún secreto para mantenerse tan joven, indicó que «cumplir siempre lo que el médico me pauta y cuidar mucho la dieta, aunque en los últimos años me la salto más. ¡Algo bueno tiene cumplir años!».
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