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Sobre el improvisado altar a ras de suelo, unos días aparecen restos de cigarrillos, botellas de Cachaza (alcohol brasileño) o rosas sobre coloridas telas. Otros, cartas de póker, velas y palomitas. El pasado sábado, entre claveles rojos, puros y un guiso con cordero, un gallo ... degollado. Eso sí, siempre en el mismo sitio, a pocos metros del paso a nivel de Lluja que lleva a Bezana.
Parece que las ofrendas de santería en Peñacastillo empezaron hace ya años generando curiosidad entre los vecinos de la zona, pero ahora, tras el hallazgo del animal desangrado «resulta macabro». «Una cosa es pañuelos con comida, botellas y demás, pero otra encontrarte un animal descuartizado», señala una joven que pasea con su perro por los caminos que rodean al paso a nivel y que lleva tiempo documentando con su teléfono móvil las pintorescas escenas. «Es una especie de altar con telas en el que siempre hay platos, a veces cestos, con fruta, maíz y otros alimentos, además de la imagen de una virgen. En una de las más de diez veces que me he topado con ello había incluso el DNI de un hombre», explica esta vecina que prefiere mantenerse en el anonimato y que el pasado sábado, tras ver que habían empleado a un animal para la ofrenda religiosa, puso los hechos en conocimiento de la Policía Local de Santander.
Los agentes han señalado a este periódico que están al tanto de esas ofrendas, «que siempre aparecen por la mañana porque lo deben de hacer de madrugada» y que lo llevan viendo desde hace años también en otras zonas de Santander, como Cueto o Rucandial. Estos actos no son imputables, «a no ser que se les multe por ensuciar la vía pública o se les abra investigación por parte del Seprona de la Guardia Civil por sacrificar animales».
La Doctora en Antropología Grecy Pérez Amores, profesora en la universidad de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife) y una de las mayores expertas del país en rituales religiosos, considera que los restos aparecidos en Peñacastillo podrían corresponderse a creencias afroamericanas, en concreto de la Regla Osha. «Se trata de una religión afrocubana asentada en muchos países de Europa, como la Ifá, el Palomonte, Candomblé, Umbanda, etc. Han arribado a España desde Cuba, Brasil, México, Nigeria y Venezuela y se han materializado con sus particularidades en nuestro país», explica Pérez.
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Sobre el uso de determinados objetos, como los que han ido apareciendo en el paseo de hormigón que discurre en paralelo a las vías del tren en el barrio de Ojáiz, la antropóloga explica que el ritual es una experiencia «compleja» que implica la utilización de elementos de la naturaleza, «todo ello sumergido en una espacialidad extensiva que incorpora calles, lugares religiosos, cementerios, montes, costas y otros ámbitos de uso común», como el paso a nivel de Lluja donde aparecen cada dos por tres los restos de estos rituales. «Las ofrendas deben colocarse en determinados espacios simbólicamente apropiados desde la geología, la orografía. Son muchos los rituales y muchos los Orishas a los que realizar ofrendas y los espacios son también diversos».
A la pregunta de por qué dejan las copas de cristal, los cestos con fruta, las flores, las botellas de alcohol medio llenas y los puros sin consumir abandonados en la calle, con el gasto que eso debe suponer, Grecy Pérez Amores explica que «del mismo modo que no nos llevamos la vela de una iglesia, tampoco los practicantes de esta religión se llevan consigo sus ofrendas».
Lo que revelan estos rituales de santería en Santander es que quienes lo realizan lo hacen con primor. Solo hay que ver el esmero con el que colocan las ofrendas, la mayoría sobre bonitas telas, con cestos con abundante fruta y cuencos con palomitas o guisos perfectamente alineados. Un escenario que incluso aparece en Google Maps y en el que nunca faltan las flores, como las rosas o los claveles blancos rojos y las velas de los mismos colores.
Lo que no es tan agradable es encontrarse un revoltijo de todos esos objetos además de un gallo negro degollado, con las patas por un lado y el cuerpo por otro. ¿Quiere esto decir que es un ritual satánico? La antropóloga lo niega rotundamente. «Por supuesto que no. Se suele comparar sus prácticas con brujerías, prácticas satánicas y demoniacas, lo que demuestra una profunda desinformación sobre esta religión».
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