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Profesionalidad y diálogo son los ejes esenciales que busca aplicar en su gestión. En junio ha asumido la Concejalía de Cultura. La continuidad de proyectos que inició en Juventud y Educación la pasada legislatura «son importantes para seguir haciendo crecer el potencial del área ... de cultura en la ciudad». Noemí Méndez (Ferrol, 1977) licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, fundadora de una empresa de proyectos culturales y editoriales, ha estado ligada siempre a la gestión y la comunicación cultural. Crítica de arte y comisaria independiente, ha ejercido como docente y directora creativa de agencias de comunicación. Considera que la prioridad es que «el sector y la ciudad sean piezas del mismo motor». Y sostiene que lo más duro de la gestión es que «exige una labor pedagógica interna en materia presupuestaria, de hacer entender lo que significa la cultura y el patrimonio». Ante uno de sus retos más inmediatos, la reapertura del Museo de arte, no concreta los pasos pero asegura que «dentro de la legislatura habrá que abordar también el cambio de dirección cuando llegue el momento».
-Imagino que se ha preguntado a menudo, ¿qué ha perdido la licenciada en Bellas Artes y gestora cultural, y qué le aporta esta etapa profesional?
-La etapa actual la vivo como un privilegio cargado de responsabilidad. Tiendo a ser consecuente con mis decisiones y a llegar hasta el final de las cosas con las que me comprometo. Imagínese haber trabajado siempre en su profesión, que ya es un privilegio poderlo hacer, y ahora poder hacerlo no sólo por tu sector sino también por tu ciudad. Cuando la alcaldesa me llamó, por supuesto que pensé a lo que renunciaba, claro que sí... pero sentí la confianza que ella me trasladó, también su capacidad de escucha y de decisión y sobre todo la oportunidad de que alguien del sector pudiera aportar experiencia a la gestión pública. Empecé a estudiar música con nueve años y ya desde antes mis inquietudes apuntaban en una dirección que es una constante en mi vida. En definitiva, para la licenciada en Bellas Artes es un orgullo y no siente que ha perdido más que el ego que a veces otorgan ciertos proyectos personales, por lo que el resumen es que he ganado, sobre todo el poder demostrar que las artes y humanidades merecen el máximo respeto y espacio en sus directrices políticas. Eso es algo que siempre agradeceré a la alcaldesa.
-¿Considera fallido el Plan Director de Cultura elaborado antes de la pandemia?
-Fue una excelente labor de escucha de la anterior concejala de cultura y turismo que, posteriormente, estando el área en otras manos, no puedo valorar. Fue un trabajo que sería bueno no perder y actualizar porque en los últimos cuatro años no se ha avanzado mucho en las directrices que se marcaban y se ha perdido parte de la labor que ella avanzó. Ahora hay que analizar las posibles actualizaciones que necesite.
-¿Cuáles son las fortalezas y debilidades culturales de Santander?
-Fortalezas: el sector, la ciudad y su enclave... las instituciones privadas que tenemos por fortuna. Como debilidad, y aunque me pese y cueste decirlo, que aún queda mucha labor pedagógica para que se entienda lo que cuesta la cultura, no como coste, porque cada euro invertido revierte de manera exponencial en la economía, sino que se entienda su valor, que construye patrimonio, que construye ciudad, que aporta puestos de trabajo, salud, bienestar... la cultura es algo más global y universal y más necesario de lo que muchos, aún, se resisten a creer.
-¿Compatibilizará la labor de crítica de arte durante su mandato?
-La crítica de arte es una de las cosas administrativamente compatibles y, siempre que pueda, me gustará seguir haciéndolo. Uno no llega a ser una voz autorizada de casualidad, es fruto de muchos años de experiencia, formación, trabajo y esfuerzo. Implica apostar con valentía por el sector, mantenerse al día y, desde luego, me gustaría no perder esa parte de mí que considero que también aporta un valor como gestora pública.
-Está al frente de una Concejalía que, desde el punto de vista estratégico y de visión de futuro, es una de las estrellas municipales. ¿Cuáles son las prioridades de su gestión?
-La prioridad es que el sector y la ciudad sean piezas del mismo motor. Que la altísima calidad profesional que tenemos y el potencial de la ciudad brillen avanzando de la mano porque, realmente, son responsables de manera conjunta del momento en el que nos encontramos. Hay que apostar por consolidar proyectos que hacen marca cultural de la ciudad en todas las disciplinas, también por hacer realmente accesible la cultura y entender el proceso por el que un niño o un joven que hoy escucha a la banda municipal termina estudiando música o dedicándose a la cultura de manera profesional. Sacar el máximo potencial a la ciudad, que lo tiene, y bajar a tierra esa realidad de eje estratégico, entendiendo que no es sólo reclamo a nivel municipal, sino que es un reclamo y joya, también, dentro de Cantabria.
-El reto más urgente al que se va a enfrentar es devolver a la ciudad el antiguo Museo de Bellas Artes, hoy MAS, tras las obras de reforma. ¿Cuáles son los pasos previstos?
-El área ha estado gobernada por otro equipo la legislatura anterior. Acabo de aterrizar, veo las obras que están en marcha en materia de cultura, analizo la situación, trabajo con el concejal de fomento para tomar las decisiones más equilibradas entre las áreas. Hay muchas partes avanzadas y otras que deben gestionarse ahora. Se contemplan todos los escenarios posibles y, dentro de la legislatura, habrá que abordar también el cambio de dirección cuando llegue el momento. Lo importante no es trabajar con prisas sino con coherencia y solidez. Con las necesidades reales de los nuevos espacios y tiempos. Hay mucho trabajo por hacer, y una ralentización que se ha sufrido durante toda una legislatura.
-¿Convocará a los diferentes sectores culturales de la ciudad tras el verano para abordar una hoja de ruta?
-La puerta de mi despacho está abierta, eso lo saben todos porque afortunadamente la mayoría me conocen. Muchos de ellos ya se han reunido conmigo en este breve espacio de tiempo de legislatura, y lo venían haciendo durante la anterior; otros entiendo que lo harán y, por supuesto, hay que cuidar las aportaciones de cada sector... más que abordar una hoja de ruta hay que intentar que abordemos una gran ruta juntos.
-Una de sus primeras medidas ha sido el nombramiento de la nueva directora general de Cultura. ¿Cuáles han sido los criterios de la designación?
-El criterio fue claro. Alguien versátil y profesional del sector, que conociese la función pública y las peculiaridades de la administración, que tuviera contacto con la realidad de los profesionales, del patrimonio, de lo que significa cada céntimo en la cultura, cada céntimo en lo público y cada céntimo para las personas que crean cultura y que viven de ella, también de lo que significa cada uno de esos céntimos para los que la consumen. Alguien que pudiera ver con perspectiva y una mirada totalmente libre de contaminación la realidad del sector y de la ciudad.
-Usted ha vivido la cultura de calle. ¿El poder permite visionar y dilucidar factores, para bien y para mal, que antes no contaban?
-Por supuesto. Creo que lo que más siento es responsabilidad (no sólo con el sector, también dentro, en la administración) y desde luego que cambia la perspectiva de algunas cosas, pero jamás la visión de lo esencial. Se adquiere una perspectiva más global, más de ciudad y bien común, se toman decisiones menos personalistas y alejadas de preferencias personales. Lo más duro es que exige una labor pedagógica interna en materia presupuestaria, de hacer entender lo que significa la cultura y el patrimonio, de sus costes, del por qué y cómo se estructura todo esto con la realidad de las leyes y la administración. La cultura y el patrimonio no son algo que se corte, se mida, o se pese y se pueda licitar 'a precio', esto exige un rigor que tiene que evaluar y equilibrar la calidad, el potencial o el valor con el gasto y eso también debe entenderlo la ciudadanía.
-¿Cabe hablar de fracaso al hablar del proyecto de La Fábrica de Creación?
-Rotundamente no. La Fábrica de Creación es un proyecto que ha sufrido muchos retrasos en su licitación que son frustrantes para el sector y la administración. Recientemente ha pasado a trasladarse al comité de expertos. Hemos vivido una pandemia por la que muchos contratos, de todas las áreas, han ido postergándose por las necesidades del momento. Hay que ponerse en la piel del servicio de contratación, de los jurídicos, o de intervención... cito estos como ejemplo porque al final son parte del cuello de embudo del resto de servicios municipales que somos muchos, y que pedimos y gestionamos, pero que les necesitamos siempre para cada gasto, cada licitación... cada trámite. Todos han tenido que maniobrar con muchísima agilidad y responsabilidad.
-¿Cree posible dotar de un programa cultural sólido y regular a los barrios?
-Por supuesto que sí. En el programa hemos incluido una parte de cultura en dinamización. Hay que trabajar en el acceso universal a la cultura. Desde festivales culturales que dinamicen las infraestructuras municipales, hasta el uno por ciento de fomento cultural prometido en el programa.
–¿Se ha planteado la posibilidad de abordar un proyecto cultural diferencial?
–Santander es ya un proyecto diferencial respecto al resto de ciudades del norte. Lo llevamos como bandera. Somos la única ciudad donde se puede hacer un recorrido por la historia del arte y el patrimonio desde la prehistoria a lo contemporáneo en las diferentes disciplinas y en un escaso número de kilómetros que se caminan en media hora entre las infraestructuras más lejanas entre sí. Tiene una alta dotación de espacios culturales dependientes de organismos públicos y privados que, estadísticamente, es insuperable.
–¿Qué opina de paradojas como la carencia de un espacio expositivo público o la existencia de otros, quizá infrautilizados, caso del Palacio de Exposiciones?
–La ciudad crece, pero debe hacerlo con cabeza, no caer en las infraestructuras arquitectónicas que luego no pueden dotarse de suficiente contenido por lo que hay que medir bien los pasos para crecer y actuar en coherencia a las posibilidades presupuestarias del municipio y del área de cultura también. El Palacio está sometido también a unas normas y su función no es la de ser un espacio expositivo, más aún cuando el coste de generar recorridos transitables no creo que sea sostenible.
–¿Resulta pragmática la coexistencia de la concejalía, con una dirección general y una Fundación?
–Debemos tener claro que todo es uno, porque todo depende de un concejal delegado por la alcaldesa. Así entenderemos mejor la convivencia de las cosas. Son órganos de un mismo cuerpo que articulan cada uno su función.
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