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Jerónimo Sainz de la Maza. Once de la mañana. Un autobús de la línea 12 del TUS lleva más de 20 minutos intentando atravesar la calle y seguir con su recorrido. Dentro, se oyen los suspiros de los pasajeros, cansados de la congestión del tráfico. La estampa se repite cada jornada laboral. Esta vía es uno de los ejes principales de salida de Santander y, como otras tantas, se satura a determinadas horas del día. «No es un problema grave, ocurre en momentos muy puntuales», asegura el concejal de Protección Ciudadana, Pedro Nalda. ¿Soluciones? El profesor de la Facultad de Caminos de la Universidad de Cantabria (UC) Zacarías Grande se decanta por implantar horarios escalonados en empresas y colegios para evitar que «todo el mundo coja el coche a la vez» y asegura que la orografía de la ciudad impide solucionarlo con obra civil. El Diario Montañés analiza la densidad de tráfico en Santander con los datos que recoge Google a través de los GPS de los móviles, la visión del Ayuntamiento y la opinión de expertos en tráfico.
Hay retenciones, sí, «pero no atascos». Nalda insiste en esta idea y apunta que «Santander no es Madrid» y que, como mucho, los vehículos están parados «unos minutos más de lo habitual» durante las horas punta, que suelen coincidir con el inicio y el fin de las jornadas laborales en las principales vías de salida y entrada a Santander. El concejal corrobora que Jerónimo Sainz de la Maza es una de «las zonas más complicadas» cuando la gente va o vuelve a la oficina desde otros puntos de la comunidad autónoma. «Puede haber alguna congestión puntual». Esta calle, además de ser una salida de la ciudad, se sitúa junto a Valdecilla Sur, donde acceden cientos de vehículos durante todo el día. Nalda asegura que la turborrotonda ha mejorado la situación, aunque el vicepresidente de la Federación Cántabra del Taxi, Dionisio Díaz, considera que genera más retención. «Hay gente que todavía no sabe usarla», expone. A ese problema añade que hay varios semáforos y pasos de cebra que ralentizan aún más el avance.
El caso de Castilla-Hermida es similar porque también es una vía natural de entrada y salida a la ciudad. A ello se suma que muchos coches «aparcan en segunda fila para hacer recados», cuenta Nalda. «Si eso pasa en los momentos donde hay mayor densidad de tráfico, se pierde un carril y se dificulta más el paso». Asegura que este problema se ha trasladado a la Policía Local y, por ello, en las horas punta, hay más agentes en la zona para controlar la afluencia. «Si hubiera algún aparcamiento disuasorio se podrían aligerar los coches que transitan por aquí», considera Díaz. En la S-20, en los puntos más cercanos a la entrada de la ciudad, también hay ligeras retenciones durante la jornada laboral.
«Donde hay colegios, hay lío», afirma el taxista. General Dávila es «intransitable» cuando los niños entran y salen del colegio. En esa recta hay varios centros escolares y la carretera se llena de coches en segunda fila con padres que van a recoger a sus hijos. «Entre el Conservatorio y las Mercedarias es el tramo más conflictivo de esta calle. Sólo hay un carril de ida y otro de vuelta y por ello puede haber puntualmente menos fluidez. Además, es una zona donde reside mucha población», reconoce el edil.
Si hay un tramo de la ciudad que ha centrado durante los últimos meses todas las miradas por su congestión es el Paseo Pereda. Con la entrada de Ciudadanos en el equipo de gobierno se puso en entredicho la presencia del carril bus. Los naranjas piden su eliminación para aligerar el tráfico entre la rotonda de Puertochico y la del Banco Santander. Nalda, como en otros puntos de la ciudad, considera «que no hay mayor problema». «¿Que en vez de dos minutos hay momentos que tardas cuatro? Vale, es una vía donde puede haber algo más de obstrucción en algunos momentos del día, pero sin grandes atascos». Díaz, por su parte, cree que esta zona se densifica especialmente en verano. «Mucha gente viene de fuera con su coche y recorre el centro con él». El punto más conflictivo es la entrada a la rotonda del Banco Santander.
La calle Cervantes es una de las pocas transversales por las que se puede salir de la ciudad. Hace poco más de un año, se remodeló y perdió uno de sus dos carriles para crear aceras más anchas, una política cada vez más común en Santander para «dar prioridad al peatón frente al vehículo privado», asegura la alcaldesa Gema Igual. Siempre hay una fila de coches en ella, esperando para salir en dirección al túnel de las estaciones. «Lo de esta calle es desesperante, diría que cada vez la usa menos gente porque siempre te quedas atascado», lamenta Díaz.
Las rebajas y las Navidades son dos momentos del año que colapsan la entrada a El Corte Inglés, en Nueva Montaña. «Hay una afluencia masiva y la rotonda se satura», reconoce Nalda. Explica que todos los años hay un despliegue policial para tratar de aligerarlo, pero es «difícil absorber la afluencia. Son pocos días al año, pero pasa todos los años». Algo similar ocurre con el túnel de Tetuán y la S-20 cuando juega el Racing. «Es muy puntual». El túnel también se congestiona a primera hora de la mañana, cuando trabajadores y universitarios acceden a El Sardinero desde el centro de la ciudad.
El profesor de la UC considera que, a nivel general, ninguna de estas vías se puede ampliar y que la mayoría de problemas se generan al inicio y al fin de las jornadas laborales. Ya que desde el punto de la obra civil cree que no se puede operar, centra la solución en organizar el flujo de personas. «Si se escalonasen los horarios de oficinas y colegios, la gente no utilizaría el coche a la vez». Asegura que con 15 minutos de diferencia que se añadieran al inicio de las clases según las edades, la densidad ya bajaría bastante. «De primero a tercero de primaria, a las nueve de la mañana, de cuarto a sexto, a las nueve y cuarto. Igual con las salidas». El acceso flexible en las oficinas también aliviaría el problema. «Si se colocasen aparcamientos disuasorios, habría que asegurarse de que tengan una muy buena conexión con el centro de la ciudad para que funcionen». Considera que otra manera de aliviar la gente que entra a Santander a trabajar sería dar facilidades a las empresas para que se trasladen a municipios cercanos. «Sería fundamental mejorar las Cercanías para que los trabajadores pudieran ir fácilmente».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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