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Los vehículos que no caben en la zona especial de la calle Fernández Fontecha aparcan junto a La Ballena. Daniel Pedriza
Las autocaravanas aparcan en la zona prohibida de La Ballena ante la saturación del área especial

Las autocaravanas aparcan en la zona prohibida de La Ballena ante la saturación del área especial

El Ayuntamiento dice que realiza «una labor informativa y aclaratoria, más que sancionadora» y los autocaravanistas piden que se elimine la señal limitadora

Álvaro Machín

Santander

Martes, 15 de agosto 2017, 19:42

Si un lleno absoluto es sinónimo de éxito, el área de autocaravanas que inauguraron en junio entre Las Llamas y la universidad es un exitazo. Las 25 plazas disponibles están casi siempre copadas estos días y la etiqueta de 'zona hostil' que en su día tuvo Santander en los foros de autocaravanistas empieza a formar parte del pasado. Pero gestionar el éxito a veces resulta complicado y el Ayuntamiento se enfrenta este verano al dilema de una estampa de vehículos de este tipo en las cercanías aparcados justo delante de la señal que, en teoría, no les permite quedarse ahí. Todos los que circulan a menudo por las inmediaciones del Palacio de Deportes lo han visto. Las autocaravanas que no caben en su zona, se van allí. «La Policía Local está realizando en principio una labor informativa y aclaratoria, más que sancionadora», explica el Consistorio. «Hacen la vista gorda», traducen algunos de los que han aparcado, contentos con el cambio de actitud municipal hacia este tipo de turismo (antes hablaban de «persecución»), pero aún con reclamaciones pendientes. El éxito de Las Llamas -en términos de uso- contrasta con el fracaso -en esos mismos términos- de la otra zona acotada para estos vehículos. La de la calle César Llamazares , en pleno polígono industrial, antes de El Corte Inglés. En una no entraba un alfiler. La otra estuvo vacía todo el día.

«Hay un efecto llamada y se produce un abuso»

«Como gente que sabe de turismo, ya lo advertimos en su momento. Era previsible y preguntamos cuando iban a inaugurar el nuevo espacio, con 25 plazas, qué iba a pasar con la caravana 26. Ahora hay una demanda excesiva y se produce un abuso». Pablo Alonso, presidente de la Asociación de Campings, cree que se ha producido «un efecto llamada».

Alonso considera que se da la situación propia de «un turismo que se descontrola» y de un lugar que «pretende exceder la capacidad de la que dispone». «Si mi camping tiene unas plazas y se llenan, no puedo ir a ese camping». Llega a comparar lo que ocurre con los alquileres de pisos turísticos ilegales en Mallorca. «Lo único que se puede hacer es regular y sancionar. Ahora es una cuestión de ayuntamiento y de los vecinos, que acabarán protestando cuando en la zona de la universidad vean que no hay sitio».

Con darse un paseo es suficiente. A eso de las doce, el trasiego era evidente ayer en la zona de Las Llamas. Unos llegaban y otros ocupaban su sitio de inmediato. Las 25 plazas del área especial estaban ocupadas todo el tiempo. En el aparcamiento general que hay unos pocos metros más adelante -con la señal limitadora para vehículos de más de 1,8 toneladas- había ocho más y, junto a 'la ballena', otras quince. «Y el otro día había unas cuarenta», apunta Jesús Merino, de la Asociación Cántabra de Autocaravanas Lábaro. Él pasa por allí a menudo y charla con los compañeros de afición. «La postura ahora es otra, es positiva, aunque quede gente aún rezagada», dice respecto a la etiqueta que tenía Santander de zona 'hostil'. Está «contento» con la llegada de más vehículos, con la nueva zona, pero recuerda que, con las normas en la mano, «en los lugares donde está la señal podrían denunciarles». Para él es un contrasentido: «El Ayuntamiento nos cobra el impuesto municipal como turismo, pero en muchos sitios no podemos aparcar como un turismo». Por eso pide la retirada de la señal -la del 1.8- en determinadas zonas. «Entiendo que no se aparque en Reina Victoria, porque no dejas ver las vistas, pero aquí... Ves camiones o autobuses en la S-20, pero a las autocaravanas las sancionaban».

El área junto a Las Llamas, llena hasta la bandera. Daniel Pedriza

Mayor número

En el Ayuntamiento, sin cifras concretas, admiten que «desde la apertura del nuevo área de estacionamiento se ha registrado un aumento del número de autocaravanas de paso que llegan a la ciudad». También que, ante el lleno, «los viajeros buscan zonas próximas donde estacionar para poder acceder con facilidad a los servicios» del espacio acotado. Incluso, que «las zonas en las que aparcan los vehículos están afectadas por alguna de las limitaciones de estacionamiento que existen». «Dadas las fechas en que nos encontramos -justifican-, la proximidad del área de autocaravanas y la reciente modificación de la ordenanza municipal, que puede motivar que los usuarios no conozcan bien las zonas limitadas, se está incidiendo más en la tarea de información. De esta manera, en primer lugar se informa y, en caso de volver a encontrar a un mismo vehículo de nuevo en zona no autorizada, se sancionaría». Óscar Vivas y Olga Rubio contaban ayer allí mismo que habían pasado una noche «en el limbo y otra -la iban a pasar- 'legales'». O sea, que el domingo durmieron junto al Palacio de Deportes porque no había sitio y ayer ya encontraron plaza en el área. «Está muy bien, pero se ve pequeña y estos días es normal que se desborde. Venimos de Asturias y el concepto allí ha cambiado. En Cantabria aún falta, pero este sitio demuestra que están entendiendo la importancia de este turismo». Ellos, de origen catalán, pero vecinos de Valladolid, explicaban que «nunca habían visto la señal del 1.8» pero que, en todo caso, los agentes no les habían dicho nada.

La otra zona está casi siempre vacía, como ayer. Daniel Pedriza

En el caso de Federico Monroy y Carmen Martínez, del Club Caravaning Vallés Oriental, decidieron, por si acaso, llamar antes de venir a la Policía Local. Habían leído eso de 'zona hostil' y querían evitar líos. «Parece que se está poniendo mejor», comentaban mientras preparaban las motos para ir a conocer la ciudad (por la noche se iban a Cabárceno). «En los clubes -son de Barcelona- intentamos que se creen más áreas porque se están vendiendo muchas autocaravanas. Aunque sean de pago, yo pago a gusto si sirve para el mantenimiento de las áreas». A pocos metros, Ana Grueiro esperaba a su marido porque acababa de quedarse una plaza libre «y por supuesto que preferimos estar aquí que ocupando el sitio de dos coches en otro lado». De Ferrol van camino de Francia y ayer tenían previsto hacer noche en un espacio «que está bien, con plazas muy anchas». Ella, no obstante, dejaba claro que no tendrían «tantos problemas» si «toda la gente se comportara como es debido». Un pelín de autocrítica en medio del ir y venir con la anécdota de unos franceses cocinando salchichas junto al vehículo.

Un trajín que contrastaba con el silencio en la otra zona acotada. Nadie. En el Ayuntamiento insisten en la existencia de los dos espacios. El de 25 plazas en Marino Fernández Fontecha y el de 15 en César Llamazares. Pero es que en este último es raro encontrarse a alguien más allá de los cinco minutos que tardan en vaciar el depósito. Ni en agosto. «No es porque esté alejado. Es que da miedo dormir allí. ¿Tú te quedarías?». Eso lo decía un gallego que, obvio, estaba en Las Llamas.

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