El autor confeso del asesinato de General Dávila: «Me volví loco, le pegué mucho, me ensañé»

En la primera sesión del juicio con tribunal del jurado que se celebra en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, el acusado ha iniciado su declaración reconociendo los hechos por los que está procesado y ha contestado a todas las preguntas que le han formulado las partes. «Es muy duro, lo estoy pasando muy mal», ha sido lo primero que ha dicho cuando se ha dirigido hacia él la representante de la Fiscalía.

El procesado ha relatado que conoció a la víctima porque vivía en el mismo edificio que él, «encima», y que tanto su madre como su mujer tenían trato con él. Tras entablar una relación acusado y víctima se fueron a vivir juntos, a la vivienda del segundo, el verano de 2021. «No recuerdo muy bien durante cuanto tiempo, un mes o mes y medio».

El día antes de producirse el crimen, el 13 de noviembre, el acusado, que «consumía seis gramos de cocaína al día», ha señalado que tuvo una trifulca con unos vecinos de etnia gitana porque le habían quitado la droga que había cogido para él su compañero de piso. «Me pegaron y estuve en Valdecilla». Ya el día de los hechos dice que, «después de estar dos o tres días sin dormir» salió con su la víctima a por más droga, ambos consumieron alcohol también, y el coche se les quedó parado porque no tenía gasoil. «Ramón salió corriendo, le agarré, le metí al coche y le di un azote».

Cuando llegaron a casa, de madrugada, ha afirmado que «estaba muy mal» y que empezó a pegar a la víctima. «Me volví loco». «Le pegué, me ensañé, me pasé».

En su anterior declaración en fase de instrucción, el acusado declaró que ató a la víctima por los brazos a una silla para impedir que se pudiera defender. Sin embargo, este miércoles ha asegurado que no recuerda ese hecho y que «eso lo declaré en su momento porque me indicaron que lo dijese». «Tampoco recuerdo golpearle en la cabeza», ha añadido, a pesar de que se ha mostrado conforme con el escrito de acusación de la fiscal, que recoge que «le propinó de manera reiterada numerosos golpes por todo su cuerpo, en particular, en la cabeza, cara, tórax, brazos, manos, piernas y región genital y perianal».

¿Recuerda haberle introducido a la víctima en varias ocasiones, la pata de una silla por el ano?, le ha preguntado la fiscal. «Sí». Como también ha reconocido que su compañero de piso tenía un brazo en cabestrillo. «En ese momento noté que no estaba muerto. Me seguí drogando y me quedé dormido. Cuando me desperté vi que no se movía y le hice el boca a boca y le tiré con un cubo de agua, pero no respondía. Entonces fui a drogarme más». Al día siguiente acudió a la Policía Nacional «porque creía que había hecho algo mal». «Tengo un hijo y no iba a estar toda la vida así, sin decir nada».

La fiscal considera que el procesado es autor de un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento. Aunque, a su entender, concurren la atenuante de confesión y de intoxicación por consumo de alcohol y estupefacientes, razón por la que solicita una pena de 15 años de cárcel (la mínima por asesinato). En concepto de responsabilidad civil, reclama al acusado unas indemnizaciones de 52.000 y 21.000 euros para el hijo y la hija del fallecido, respectivamente, y 15.000 euros para la hermana, además de una cantidad a determinar en ejecución de sentencia para el Servicio Cántabro de Salud por la asistencia que prestó el día del crimen, que será juzgado por un jurado popular. Tanto la acusación particular como la defensa se han adherido al escrito provisional del Ministerio Público.

El juicio continuará mañana, jueves, con la declaración de los testigos y, el próximo martes está prevista la comparecencia de los peritos, para que el miércoles se proceda a las conclusiones y el jueves el jurado emita su veredicto.