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Adiós a las míticas 'peceras' de los bajos del Casino. Estas extensiones de los establecimientos hosteleros, que durante décadas hicieron las veces de terraza cerrada, ya son historia tras su reciente demolición, el primer paso para transformar esta parte del edificio y recuperar su imagen ... clásica. Hace ya cinco años que estos negocios -en la parte oeste del inmueble- cerraron con el fin de la renta antigua. Ahora, tras un largo papeleo para poder actuar en esta zona protegida, por fin han arrancado las obras para acondicionar de nuevo los locales, lo que supondrá una inversión privada a cargo de la sociedad Grupo Sardinero S.A. de casi 1,2 millones de euros y diez meses de plazo.
El objetivo principal es preparar este amplio espacio del edificio, de aproximadamente 2.430 metros cuadrados de superficie, para su posterior división en nuevos locales, «cada uno de ellos con negocios independientes, lo que permitirá recuperar la actividad en torno a la plaza de Italia tras su renovación», afirma la alcaldesa Gema Igual. Además, con la retirada de las 'peceras' la plaza aumentará sus dimensiones, ya que recuperará 240 metros cuadrados para uso público.
El fin de estas terrazas cerradas también permitirá recuperar la fachada original de la planta baja en su frente oeste y «devolver al edificio todo su esplendor, teniendo en cuenta que el Casino forma parte del conjunto histórico-artístico y del Plan Especial de Protección del Sardinero, catalogado con el máximo nivel de protección», continúa Igual.
Aunque la demolición de estos salientes será lo más notorio a simple vista, con estas obras también se eliminarán los muros interiores de los bajos y se abrirán pasos en muros estructurales para conseguir espacios más diáfanos. Además, se reestructurará el forjado del techo para recuperar el nivel original. «Igualmente, están previstas soluciones para ocultar los conductos de extracción que previsiblemente pudieran necesitarse en la fachada posterior del edificio», añade el concejal de Fomento César Díaz.
Aún no ha trascendido cuántos locales habrá tras las obras. Lo que es seguro es que no serán los mismos que ahora. La sociedad propietaria explicó al obtener la licencia de obra que «el espacio se redistribuirá en función de los intereses». Y hay muchos. «Desde que se anunció esta rehabilitación, hemos recibido muchas llamadas preguntándonos por estos locales y por los alquileres». No adelantaron cuáles son esas firmas con intención de abrir a los pies del Casino, ya que todavía faltan varios meses de obras y aún pueden producirse cambios.
Los trabajos se coordinarán con el Gran Casino de El Sardinero para minimizar las afecciones a la actividad que se desarrolla en él. «Hay que destacar la importancia de esta nueva inversión productiva por su contribución a la recuperación económica, la creación de empleo y como estímulo para el sector de la construcción y las empresas del sector turístico del Sardinero», apunta Igual, quien considera que esta actuación «dará continuidad a la renovación que se ha llevado a cabo en el entorno» tras el proyecto de remodelación de la plaza de Italia y los jardines de San Roque, o la que se está ejecutando en estos momentos en la trama viaria del Sardinero comprendida entre Duque de Santo Mauro y Reina Victoria.
La mayoría de locales de estos bajos se encuentran en desuso desde 2015. Los que están en la zona oeste del Casino -donde se interviene- estuvieron dedicados a la hostelería mientras que la parte interior se dedicó fundamentalmente a almacenes. Parte de esos antiguos locales habían realizado las ampliaciones en forma de terrazas cubiertas hace más de 40 años y, poco a poco, se fueron transformando en cierres definitivos que se acaban de derribar porque alteran la imagen de este edificio protegido.
Fue en 2014 cuando el Grupo Sardinero anunció que no renovaría los contratos y, de forma paulatina, los locales se fueron vaciando. La mayoría eran restaurantes, como los emblemáticos Lisboa, Erikka, Rocamar o La Góndola. La heladería La Italiana fue la última en irse -cerró en 2021- y aún perduran allí Mantequerías Cántabras y una sucursal del Banco Santander -ambas en la parte este del inmueble-.
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