
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Es cada vez más común ver este tipo de negocio en Santander, aunque son discretos. Una puerta cerrada a cal y canto y, sobre ella, ... un cartel que anuncia que en su interior hay trasteros y un número de teléfono. Al otro lado, más puertas que dan paso a trasteros –del tamaño aproximado de una habitación, entre seis y once metros cuadrados– que se pueden comprar o alquilar para meter dentro lo que no cabe en casa. Aunque este tipo de espacios son habituales en zonas periféricas como polígonos industriales, empiezan a proliferar por el centro de Santander y también por El Sardinero. ¿La razón? Sirven para contar con unos metros extra donde guardar esos 'trastos' de gran tamaño que muchas veces estorban en casa, como bicicletas o tablas de surf. Además, permiten dar una nueva vida a locales que llevan años cerrados.
Distrito Inmobiliario es una de esas empresas que han decidido invertir en el sector de los trasteros. Y a lo grande, porque acaban de abrir un local en la calle Alonso y tienen previsto abrir más en las calles Valderrama, Carlos III, Tetuán y Santa Lucía. Estos dos últimos, también tendrán una parte de garaje. «El que ya tenemos abierto fue un pub hace más de 15 años. Pero desde que cerró no ha vuelto a abrir y ahí vimos una oportunidad», explica Gonzalo Merino. Como señala, los locales que han quedado vacíos «en una segunda o tercera calle» respecto a una avenida principal no suelen volver a ocuparse. Sobre todo, si son de grandes dimensiones. Es una consecuencia de la transformación comercial, tanto del auge de las grandes superficies como de las ventas por internet. Los negocios de toda la vida cierran y en esos espacios surgen nuevos modelos comerciales.
Respecto a los trasteros que ya tienen en marcha en la calle Alonso, el negocio funcionó desde un primer momento. «En esa zona hay mucha demanda». Allí tienen algo más de cincuenta espacios. Su política es la de vender en lugar de alquilar, a razón de 6.000 euros por espacio, de unos diez metros cuadrados. Y se los quitan de las manos, ya que apenas tienen huecos libres en los nuevos trasteros que están construyendo en el resto de calles. «En las áreas con mucha población, donde predominan pisos no muy grandes, de unos 70 metros cuadrados, hay mucha demanda», continúa Merino.
La comodidad es un punto a favor de estos céntricos trasteros respecto a los que tradicionalmente se ubican en polígonos industriales. «Si vives en el centro, es más cómodo tener el trastero cerca de casa y dejar ahí la biclicleta, por ejemplo», razona.
Estos locales no son exclusivos del centro. De hecho, en la calle Panamá está a punto de abrir otro local destinado a trasteros. Como indica el promotor de este negocio, allí habrá 49 habitáculos de entre seis y once metros cuadrados, todos para vender pero, si alguno queda libre, no descarta alquilarlo. «Es un producto muy demandado». Este, junto a los garajes, son ahora «el producto estrella» en la ciudad, aunque para vehículos hacen falta espacios mucho más amplios, por lo que proliferan más los trasteros. Este promotor especifica más qué tipo de locales se destinan a este negocio: «No tienen iluminación exterior ni ventilación, es muy difícil destinarlo a comercio. De hecho, muchos no cumplen con las condiciones para que sean locales comerciales». Señala espacios que muchas veces pasan desapercibidos, como semi sótanos.
En cuanto a los clientes, aunque es habitual que hagan uso de ellos personas con pisos pequeños que necesitan espacio extra, apunta que no solo ellos adquieren trasteros. «Siempre hace falta espacio, aunque la casa sea grande. Suelen destinarse a esos objetos que se usan a menudo pero no a diario, como bicicletas, pero también para la ropa de invierno en verano y viceversa. Es como una habitación extra en casa».
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Ana del Castillo
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