Barcos abandonados en el Pesquero

Aunque, por el tiempo que llevan allí, ya son parte del paisaje habitual de esta zona de la ciudad, los paseantes están deseando que los retiren: «Dan muy mala imagen, la rampa parece directamente una chatarrería, hay unos cuantos que están en muy mal estado», comenta Paco, vecino de la zona que pasa a diario por delante de este puerto.

Pero no debe ser tan fácil como entrar con maquinaria y retirarlos. Como explican desde el Autoridad Portuaria de Santander (APS), «estamos en proceso de investigación de cada caso particular. Los que suponen un riesgo para la navegación se están retirando (en Astillero, por ejemplo) a requerimiento de Capitanía Marítima. El resto, los que están en la rampa del Pesquero, tienen otro proceso más complicado y estamos en ello». En concreto, en el agua hay tres que, aunque aún flotan, no consiguen mantenerse rectos. Uno, al menos, sigue de su color original –blanco–, pero los otros dos están cubiertos de óxido y desperfectos. «Es un peligro para el resto de barcos», considera Juan Carlos Martínez, un vecino de Castilla-Hermida que en sus paseos diarios con su perro le gusta visitar el barrio Pesquero.

Desde la asociación de vecinos Los Arenales, el presidente Juanjo de la Torre también se ha puesto en contacto con el Puerto para conocer cómo está el proceso para retirarlos. «Es complicada la comunicación con los propietarios de los barcos, ya que hay que localizarlos, notificarles que hay que retirarlos, esperar una respuesta... Es un camino lento, pero hay que tener la garantía de que están realmente abandonados antes de mandarlos al desguace», explica. «De algunos no hay quien encuentre el dueño. De hecho, de uno de ellos el propietario debe ser extranjero y lo dejó ahí antes de irse, así que en ese caso es prácticamente imposible dar con él», continúa.

Una de las embarcaciones que más llaman la atención en la rampa es un catamarán hasta arriba de grafitis. No hay más que verlo para deducir que lleva mucho tiempo allí, acumulando suciedad y desperfectos. Algunas de las pintadas están ya prácticamente borradas y otras están cubiertas con dibujos más recientes. También acumula suciedad. En el resto de la rampa, hay varios botes que se ve a leguas que están abandonados. La pintura ya es inexistente, tienen agujeros en la madera de la cubierta y no hay reparación posible que les permita volver a navegar.

Un par de vecinos del barrio, Rodrigo y Manuel, amigos ya de tantos años coincidiendo en la zona, apuntan que la situación «viene de lejos». «Al principio pensaba que los acumulaban en la rampa por algo, quizá para repararlos ahí, pero de eso nada. Llegan a la rampa y ahí se quedan, cada día más estropeados».

Las calles más cercanas, que dan justo a este puerto, se han renovado recientemente, con nuevas aceras, vegetación, un nuevo parque infantil y también una nueva pista de fútbol. Por eso, chirría aún más que a apenas unos metros y tan cerca de las embarcaciones que están atracadas en los pantalanes, haya un improvisado 'cementerio' de barcos. «Es bueno saber que, aunque vaya a costar un tiempo, ya estén estudiando cómo resolver la situación, porque lo que parece al pasar por aquí es que a nadie le preocupa y que a todas las Administraciones les da igual que esté aquí este vertedero. Esperemos que lo puedan resolver cuanto antes», concluye Martínez.