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Castilla-Hermida «es el barrio más ruidoso de Santander», «adolece de una evidente falta de dotaciones para garantizar una buena calidad del aire» y «carece ... de un modelo de movilidad adecuado a su fisonomía». Y si bien es cierto que el Ayuntamiento está tomando medidas para obrar la transformación de «una zona encorsetada por el ferrocarril y el puerto», el desarrollo de un espacio urbano de calidad en este punto de la ciudad no será fácil mientras siga arrojando esas cargas.
Esa es, al menos, la conclusión a la que llegaron los expertos invitados a participar este lunes en los 'Debates urbanos' organizados por el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Cantabria, el Colegio de Arquitectos de Cantabria y cuatro asociaciones vecinales de la ciudad para intentar crear, entre todos, el perfil del Santander que quieren los ciudadanos.
Una semana después de sentar a la mesa a los vecinos de Pombo-El Ensanche-Cañadío y a cuatro expertos en urbanismo para confrontar juntos ideas que puedan derivar en iniciativas a tener en cuenta más adelante por quienes deberán decidir el futuro urbanístico de Santander, los impulsores de estas jornadas repitieron la misma experiencia en el Centro Cívico Tabacalera, donde esta vez se reunieron los residentes de Castilla-Hermida y cuatro nuevos especialistas; el jefe del Servicio de Salud Pública del Gobierno de Cantabria, Manuel Galán; los ingenieros Enrique Huertas y María Valenzuela; y el arquitecto Luis Fernández del Arco.
Manuel Galán | Salud Pública
Moderado por el presidente de la Asociación de Vecinos de Los Arenales, Juan José de la Torre, para quien la mejora de este barrio pasa por la mejora de la ciudad, el debate dejó al trasluz algunos de los problemas de una zona en la que desemboca una autovía por la que a diario circulan más de cien mil vehículos.
Por ejemplo, el ruido, al que se refirió en su intervención Galán. «El distrito 5, Castilla-Hermida, es la zona de la ciudad donde el nivel acústico genera un mayor impacto sobre las personas. Es el más ruidoso de la ciudad», insistió el jefe del Servicio de Salud Pública, que también cuestionó la calidad del aire del lugar. «Lo ideal sería que cada 300 metros hubiera un espacio saludable donde realizar actividades que sean positivas para la salud; caminar, correr, jugar, descansar... Y este lugar no cumple con esas condiciones», recordó Galán, que entiende que no es suficiente con disfrutar de algunos «microespacios». Según afirmó, «Castilla-Hermida adolece de este tipo de recursos».
Enrique Huertas
Ingeniero
Para hurgar más aún en las heridas del barrio, Huertas, que había encaminado su intervención «hacia una nueva movilidad», explicó que su propia fisonomía «demanda un cambio en el modelo de movilidad de esta zona». Él entiende que la construcción del aparcamiento disuasorio en La Marga, donde podrían estacionar 1.200 vehículos cuyos conductores accederían al centro de la ciudad mediante lanzaderas, podría ser una buena solución que él mismo descartó lamentando «las desavenencias que mantienen en este asunto concreto la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento de Santander». Con todo, Huertas, que se mostró partidario de una reordenación viaria en Castilla-Hermida, pidió «no perder de vista esa oportunidad que tenemos de coser esta barriada a la ciudad».
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