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«Háblame del mar, marinero, dime si es verdad lo que dicen de él, desde mi ventana no puedo yo verlo, desde mi ventana el mar no se ve». Estos son algunos de los versos de la canción de Pepa Flores, popularmente conocida como Marisol, ... que esta mañana de domingo cantó la Agrupación Coral Amigos del Mar frente a la casa de Alberto Pico -era su canción favorita- el cura del Pesquero, un referente de la zona que falleció hace nueve años y que impulsó numerosos proyectos sociales en el barrio. Un barrio que ha honrado a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, y a todos los pescadores fallecidos, en una multitudinaria procesión que reunió a cientos de personas. La cita fue muy emotiva: este ha sido un año negro en las aguas de Cantabria, con tres muertos (oficialmente) y dos desaparecidos de los que nada se sabe desde que se los tragó la mar.
En los alrededores de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen no entraba nadie más. Media hora antes de la procesión, que comenzó a las 12.00 horas, los vecinos se apelotonaron para hacerse con un hueco en primera fila. Nadie quería perder ningún detalle en un año tan señalado. Todos recordaron a los dos muertos y el desaparecido tras el hundimiento del Vilaboa Uno frente a Cabo Mayor; el marinero del pesquero gallego Nuevo Xoel que cayó al agua frente a la costa de San Vicente de la Barquera; y al trabajador fallecido del barco Nuevo Panelo Villa, con base en Laredo. De hecho, la mujer y la hija de Francisco Sampedro Faleato, 'Fali', uno de los tripulantes fallecidos en el naufragio del Vilaboa Uno, acudieron a la procesión.
Pero Manuela Ruiz se acordó de alguien más. Una persona que está todos los días en su cabeza y, ayer, de forma más especial. «Mi hijo se ahogó en la mar hace once años. En el cementerio, junto a él, está la Virgen del Carmen. Es todo para nosotros. Nuestra patrona», comenta mientras vende escapularios hechos a mano por «las monjas del Alto Maliaño». La emoción podía sentirse en sus palabras, en sus ojos -que aguantaban las lágrimas- y en en el resto de personas que se conmovieron al escuchar su historia.
Que las fiestas de El Carmen son multitudinarias un año más lo confirmaron José Luis Cano Santiago y María Ángeles López. Ellos venden velas junto a la entrada de la parroquia. «Ayer estuvimos desde las cinco de la tarde hasta la una de la mañana sin parar. Está el barrio a reventar de gente», contaron.
Con puntualidad suiza, al mediodía, se hizo el silencio. Y comenzó la procesión. «¡Viva la Virgen del Carmen! Guapa, guapa y guapa». Las mujeres de la Hermandad de las Costaleras, que van desde los tres años y hasta pasados los 60, encabezaban el trayecto. Muchas descalzas y «emocionadas». Lo dice Carmen Ibáñez, que sale junto a la Virgen desde hace 57 años. «Hoy me acuerdo de mi marido y de mi nieto», porque ambos la dejaron demasiado pronto. Primero iban las costaleras y detrás, ellos, también muy conmovidos con la imagen en brazos, que tras recorrer las calles del Barrio Pesquero, se embarcó en el Brisas dos para procesionar por el agua.
La elevada temperatura ha sido otra protagonista de la jornada. Los devotos de la Virgen no han soltado las botellas de agua y los abanicos en toda la procesión. «Es horroroso el calor. Me voy a la sombra que esto no hay quien lo aguante«, comentó Conchi, una vecina que renunció a la primera fila por el sofocante ambiente.
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