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El carril bici urbano ya rodea Santander. El perímetro cerrado recorre más de 20 kilómetros tras añadirse al recorrido el tramo que faltaba, entre Nueva Montaña y el Parque Científico y Tecnológico. Con opiniones favorables entre los usuarios, pero también con voces críticas, tanto de ciclistas -por su morfología- como de quienes ponen en la balanza la pérdida de aparcamientos y espacio para los coches. Al completarse el anillo ciclista, ahora es posible montarse en la bici en Peñacastillo y enlazar el paseo hasta El Sardinero sin repetir las vistas a la vuelta.
Aunque otra cosa es la utilidad como medio de transporte alternativo al coche, que es una de las cuestiones reivindicadas desde la asociación Cantabria ConBici. El colectivo propuso recientemente al Ayuntamiento la creación de tres ejes ciclistas que conecten todo Santander, haciendo especial hincapié en uno que atraviese la ciudad desde Valdecilla hasta Puertochico. «Muchos tramos no son eficientes, están bien para dar un paseo en bicicleta pero no son útiles para los desplazamientos diarios, como los que tenemos que hacer para ir a trabajar», se quejan desde la asociación, que ayer precisamente organizó un nuevo 'bicienjambre' en Santander en apoyo a la Semana Europea de la Movilidad, con una alta participación de aficionados, incluidos cuatro concejales.
Durante la última intervención entre Nueva Montaña y Peñacastillo se ha eliminado uno de los carriles de los coches para cedérselo a las bicicletas. La misma fórmula utilizada en la avenida Reina Victoria y la calle Alcalde Vega Lamera, donde se introdujo el carril bici hace varias semanas. Para señalizarlo, se ha pintado sobre el asfalto un trazado amarillo, con zonas coloreadas de rojo para indicar cruces y salidas. Y también para marcar el paso por las rotondas, donde aparece la confusión. En esos puntos, los ciclistas también han ganado su propio espacio, de tal forma que cuando el tráfico motorizado se aproxima a las glorietas, los dos carriles antiguos se reducen a uno, porque el otro es ya vía ciclista. Pero ese itinerario para los ruedas a pedales que nacía antes de la glorieta muere justo al salir de ella. Apenas 50 metros. Después, los coches recuperan el segundo carril y las bicis eligen compartir espacio con ellos o con los peatones. Son esos intervalos en los que se circula sobre el asfalto donde la bici pierde su independencia y el carril parte de su valor.
Los ciclistas ensalzan los espacios de parque como Las Llamas o La Marga. Es el caso de Álvaro Vaquero, que agradece estas zonas, al tiempo que advierte de los riesgos en intersecciones y rotondas. «En definitiva, los espacios más problemáticos son los que compartimos con los coches». Entre lo positivo destaca la pasarela roja que une el tramo de El Corte Inglés con el carril bici del Seve Ballesteros. «Es lo mejor que han hecho por los ciclistas de Santander en mucho tiempo», comenta este usuario habitual. Entre los peros, Ángel García señala la cuesta de la calle Severo Ochoa, que une la iglesia de Peñacastillo con el Pctcan como la parte más dura. «Que no vendan que es un recorrido llano porque esa cuesta no la sube cualquiera», afirma.
Enlazando los diferentes tramos, el carril bici completo abarca 24 kilómetros. Pasa por las zonas de El Alisal, La Albericia, Los Castros -incluido el ramal de Las Llamas-, El Sardinero, Reina Victoria, Puertochico, Jardines de Pereda, Marqués de la Hermida, La Marga, la zona de los concesionarios, Nueva Montaña, Peñacastillo y el Pctcan. De estas, las áreas más transitadas son las céntricas: el Centro Botín, Puertochico o, incluso, Marqués de la Hermida. Y también el parque de Las Llamas. Allí, el carril bici se incrusta dentro de la acera, lejos del tráfico motorizado. Cuando es independiente de los coches aumenta el tránsito. Son esos tramos los que más años llevan construidos y, en consecuencia, los más conocidos.
Sobre el nuevo tramo, una vez fuera de la zona asfaltada, que acaba en el puente de la Avenida Nueva Montaña, el carril bici ya es independiente. Es donde aparece ese característico suelo rojo. Ahí se pedalea por un espacio muy similar a los que hay en itinerarios como los de la avenida Los Castros, El Sardinero, Marqués de la Hermida o La Marga.
El carril bici completo, sin contar con tanto tráfico, se puede comparar con alguna de las autovías que rodean Madrid. Los ciclistas acceden por la zona más cercana a su domicilio. Pero, al contrario que la M-30, por ciertas zonas de Peñacastillo y Nueva Montaña la soledad no la interrumpen ni los coches. Todavía se ven pocas bicis. El reducido tránsito es algo que llama la atención de los usuarios. «En general, está muy bien para dar un paseo», responde Ángel García.
También es diferente el tipo de ciclistas que circulan por unas zonas y otras. Mientras que por las zonas más urbanizadas se ven ciclistas vestidos 'de calle', que van de paso, por el extrarradio o por Las Llamas la estampa la dominan los maillots ceñidos de equipos ciclistas. Esos espacios parecen apropiados para hacer deporte lejos del bullicio urbano, no se cruzan con el paseo de los transeúntes ni con los patinetes eléctricos, que son los nuevos inquilinos urbanos que pueden circular por estas vías reservadas.En el último tramo trazado, en la zona que bordea el centro comercial Bahía de Santander, se puede salir de la ciudad por una ruta verde. Ahí, en la rotonda donde confluye la entrada al centro comercial y la salida a la autovía S-10, está el desvío. El camino de vuelta a Santander discurre en paralelo a la Avenida Parayas. Mientras tanto, el carril verde pasa junto a El Corte inglés, apartado de los coches, lejos de los peatones y rodeado de árboles. Un poco más adelante empalma con la pasarela que sobrevuela la autovía de Torrelavega y llega hasta el circuito que bordea el aeropuerto Seve Ballesteros.
Es en la rotonda del club de remo de Camargo donde se puede salir del recorrido del aeropuerto y tomar el camino a Ontaneda. Por ahí, a través de la avenida Juan Carlos I, se llega a El Astillero tras cruzar la ría de Boo. Esta ruta no se detiene hasta Obregón (Villaescusa), donde se puede coger el desvío hacia las vías verdes del Pas que llevan a Ontaneda (Corvera de Toranzo). En el itinerario que rodea Santander -y da una salida al exterior- queda fuera la zona norte, que se corresponde con San Román, Monte y Cueto.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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